El viernes, una vez más, los ojos del mundo estarán puestos en la posible llegada desde el exilio de Edmundo González Urrutia a Venezuela para posicionarse como presidente legítimo este 10 de enero.
A diferencia de 2018, con Juan Guaidó, la oposición está mucho más unida que antes, la desconfianza es cada vez mayor dentro de las Fuerzas Militares y, en la segunda presidencia de Donald Trump, Estados Unidos maneja el tema venezolano con un grupo de funcionarios como el secretario de Estado, Marco Rubio, Christopher Landau, Michael Waltz, Richard Grenell, y Mauricio Claver-Carone, quienes conocen mucho más el país y sus vecinos que Mike Pompeo o John Bolton, los asesores de Trump sobre el tema de Venezuela en su primera presidencia.
Unidad
Pocas veces, quizá nunca desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1999, la oposición ha estado tan unida como con María Corina Machado. En cambio, durante la presidencia interina de Guaidó, las diferencias dentro de la oposición llevaron, además de otras razones, a que el proyecto de este líder opositor terminara sin que Maduro saliera del poder. María Corina Machado ha logrado construir, durante dos años, un proyecto popular, convocante, que ha sido elegido, por delante de todo, por medio de elecciones primarias opositoras, bloqueando cualquier crítica sobre su liderazgo.
Unida, la oposición ha puesto al chavismo ante un escenario desconocido. Antes, y durante décadas, los agentes del régimen dividieron a los opositores, creando dilemas sobre si debía participar o no de elecciones (2018) o sentarse a negociar o no con el chavismo (van 28 meses de negociación desde el 2000).
En enero de 2025, estas situaciones no están sobre la mesa. El presidente electo González Urrutia cuenta con todo el respaldo opositor, que, a su vez, tiene claro que no se puede negociar con el régimen. Sin estas divisiones, a Maduro y a Diosdado Cabello solo les queda la represión, pero ésta, como veremos más adelante, también tiene sus límites.
“Operación Tun Tun”
Los días que vinieron luego de las elecciones de julio de 2024 confirmaron que, como se temía, el chavismo iba a radicalizar su régimen cívico-militar acercándose peligrosamente al modelo cubano, en el que el Ejército maneja todas las esferas del poder, desde la política y la economía hasta las relaciones internacionales, sin contar con ningún contrapeso de orden civil o institucional.
Con el paso de los meses, se ha empezado a conocer que las Fuerzas Armadas Bolivarianas, al mando de Vladimir Padrino López, no están del todo alineadas con el tirano Maduro, quien, según El Estímulo (un medio digital de Caracas) viene siendo custodiado por militares extranjeros de nacionalidades cubana e iraní desde hace años.
La falta de unidad dentro de las FF. AA. no solo se debe a las diferencias con la dictadura, sino a una falta de hombres en diferentes estamentos militares, lo que ha obligado a que se trasladen hombres de unidades especializadas como la Dcgim (Dirección General de Contrainteligencia Militar), cuya actividad principal es la inteligencia, y no el patrullaje y las operaciones especiales.
Según Tamara Sajuu, una reputada defensora de derechos humanos, quien conoce de cerca el Ejército de Venezuela, unidades de la Dcgim se han trasladado este 5 de enero a la base militar de La Carlota, para realizar operaciones de patrullaje, ante la desconfianza que producen a otros grupos adscritos a las FF. AA a Maduro.
La Dcgim hoy es liderada por Granko Arteaga, un pintoresco comandante con larga barba y boina negro al estilo ruso, de acuerdo a los vídeos publicados por el régimen, que es conocido por haber sido la cabeza de la “operación Tun Tun”, con la que se llevó a miles de personas a las cárceles para ser torturadas luego de las elecciones del 28 de julio.
Como el caso de la Dcgim, otros grupos dentro del Ejército también tienen una multiplicidad de obligaciones que muestran apuros en la estructura militar chavista, causados por la extrema desconfianza del círculo de Maduro hacia el resto del ejército. Llega, como muestra la historia, un momento en los que los dictadores, como Rafael Leónidas Trujillo o Nicolás Ceuceuscu, terminaron desconfiando hasta de su propia familia.
Otro mundo
Si se mira unos años atrás, el orden internacional estaba diseñado para que Maduro soportara, con dificultades, la oleada de sanciones y bloqueos que impuso Donald Trump en su primera administración. Ese orden, como ha dicho María Corina Machado en entrevista con la BBC desde la clandestinidad, ahora “está muy mal”. “¿Quiénes eran los grandes aliados de Maduro? Siria, Rusia, Irán, Hezbolá, Cuba. ¿Cómo está cada uno de esos actores hoy? Muy mal”, dijo la líder opositora.
Anclado en Caracas, el régimen de los Castro ha logrado que Maduro se mantenga leal a La Habana, protegiéndolo con miles de hombres cubanos y una red de inteligencia liderada por el G2 cubano. La fortaleza de los cubanos para sostener a Maduro se ha visto menguada por las difíciles condiciones que vivió la isla en 2024, con masivas protestas por la falta de luz y agua. La dictadura de Miguel Díaz-Canel ha enfocado sus esfuerzos en reprimir, con éxito, estas marchas, dejando en un segundo plano el tema venezolano.
Como Cuba, el resto de aliados pasan por momentos iguales o peores. Tal es el caso de Irán, uno de los mayores socios comerciales del régimen chavista, que enfrenta una crisis de legitimidad por el derrocamiento del dictador Basher al-Assad, en Siria, su mayor aliado, el cual solía recibir a Maduro en sus giras internacionales. Teherán también está en estado de alerta por un posible choque militar con Israel.
Rusia tampoco tiene mucho margen de acción. En su ajedrez geopolítico, Venezuela resulta una pieza importante para hacerle frente a Estados Unidos en América Latina, pero Vladimir Putin, por lo visto, tiene como prioridad absoluta recuperar las viejas fronteras del imperio zarista y dominar Eurasia, lo que le está costando casi todo su capital político y económico, y la posibilidad de concentrar sus esfuerzos en defender a sus aliados más distantes.
Podrá parecer un episodio más del largo proceso para ponerle fin al régimen chavista, pero esta vez, la oposición venezolana pasa por su mejor momento de cara a la posesión del 10 de enero, en la que el régimen, asediado por sus propios fantasmas y los apoyos internacionales debilitados, puede profundizar la dictadura o empezar de una vez por todas la transición hacia la democracia con Edmundo Gonzáles Urrutia.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.