Lo que algunos vislumbraban como un duro golpe al uribismo se está convirtiendo en una oportunidad para consolidar su influencia y de paso, cohesionarse internamente.
Son al menos cinco las movidas que está haciendo el Centro Democrático para capitalizar las circunstancias.
- Vocería
Como ya lo ha analizado EL NUEVO SIGLO, luego que la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia le impusiera al expresidente Álvaro Uribe una medida de aseguramiento domiciliaria, se empezaron a producir movimientos internos en el Centro Democrático para reacomodar el liderazgo, de tal manera que la colectividad pueda contar con una fuerte vocería pública.
Esa persona debe tener una indiscutible ascendencia partidista, pero sobre todo que lo que diga sea como lo hiciera el propio Uribe.
El asunto no es fácil, porque aunque el propio exmandatario se fijó la meta de formar nuevos liderazgos -el presidente Iván Duque y los ya reconocidos congresistas uribistas son ejemplo de ello-, siete años después de fundado el partido, él sigue siendo el verdadero factor de cohesión de los militantes y seguidores de la colectividad.
El caso es que se barajaron nombres y el primer escollo fue que la primera línea de posibles voceros son fuertes precandidatos presidenciales. Quien asuma la tarea debe ser garante de esas aspiraciones, por lo que debería renunciar a la suya.
Uno de ellos, además, aún tiene un papel en la actual Administración, de cuyo éxito depende que un uribista sea inquilino de la Casa de Nariño. Se trata del canciller Carlos Holmes Trujillo que ya dijo que le parecía apropiado renunciar ahora.
A quien le han insistido para que tome la posta es al exministro Óscar Iván Zuluaga. Nadie más indicado, pues ha hecho parte del círculo más cercano de Uribe desde la exitosa campaña presidencial de 2002, pero por una parte ha sido renuente a aceptar figuración pública hasta que se resuelvan los procesos judiciales que involucran a su hijo; por otra, sin demeritar las calidades de otros precandidatos, para muchos uribistas él es el único candidato que verdaderamente tiene esa organización política.
Precisamente, invitado por Zuluaga, llegó hace algunos días a un comité informal del partido Tomás Uribe, hijo mayor del expresidente, quien de entrada dijo que no iba por curules ni por cargos.
- Referendo
En la extensa conversación del expresidente Uribe con las periodistas Vicky Dávila y María Isabel Rueda se orientó el objetivo de reformar la justicia hacia la convocatoria de un referendo que tendría tres preguntas sobre creación de una Corte única, reducción del Congreso y permanencia del subsidio Ingreso Solidario para mayores de 65 años.
En este contexto, adquirió interés especial para el Centro Democrático quién será el sucesor de Margarita Cabello en el Ministerio de Justicia, pues quien llegue allí habrá de engavetar el proyecto de reforma que ya se había construido con la Rama Judicial, las cortes y la academia, además de quitarle respaldo a otras iniciativas, como las presentadas por la Procuraduría y el Consejo Superior de la Judicatura, y las que otras bancadas del Congreso tienen bajo el brazo desde hace rato -tal es el caso del proyecto de Cambio Radical sobre la materia-.
- Comicios parlamentarios
En 2014, la lista cerrada del Centro Democrático al Senado consiguió 2.045.564 votos, prácticamente todos adjudicables a Uribe. Cuatro años después, la lista abierta alcanzó 2.508.534 sufragios, de los cuales 891.964 (el 35,55%) fueron por el expresidente.
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Con los nuevos acontecimientos, el Partido se plantea trazar una estrategia para los comicios parlamentarios de 2022. Aunque el avance del proceso judicial le permitiera a Uribe postularse, es claro que uno de los objetivos de formar nuevos liderazgos es que él pueda hacerse a un lado, además es un clamor familiar que lo haga.
Así, aparte de buscar un vocero, la colectividad va a necesitar una cabeza de lista muy fuerte. Otra de las alternativas es que en el proceso de selección del candidato presidencial, quien resulte segundo lidere la lista al Senado.
De lo anterior se desprendería que el uribismo no apoyaría ninguna reforma política que implique la obligación de tener listas cerradas.
- Elecciones presidenciales
Como lo ha venido registrando este Diario, en la izquierda y en la centroizquierda se están moviendo, marcando afinidades y distancias internas, de cara a las elecciones presidenciales de 2022, y la centroderecha no podría quedarse atrás, en particular el Centro Democrático que es la principal fuerza política de ese sector ideológico hoy por hoy.
Está por definirse si se sigue el mismo procedimiento que desembocó en la elección de Duque, es decir, determinar un mecanismo para escoger el candidato uribista y confluir con otros organizaciones afines en una consulta interpartidista.
Lo que sí queda claro es que en el abanico de precandidatos están Trujillo y Zuluaga, pero también el exviceministro Rafael Nieto Loaiza, además de las senadoras Paloma Valencia y María del Rosario Guerra.
- Cohesión
Finalmente, un asunto que es transversal a los otros cuatro ya expuestos es evitar a toda costa que el Partido se divida por las contradicciones que naturalmente se presentan entre sus militantes más radicales y los más moderados.
En el ya mencionado proceso que llevó a Duque a ganar elecciones de 2018 salió adelante el ala moderada del Partido, que no deja de ser fustigada constantemente por la otra con distintos argumentos.
Las circunstancias por las que atraviesa Uribe han servido para concitar la unidad de sus seguidores en contra de la amenaza castrochavista y concretamente, contra la posibilidad que gane los comicios de 2022.
En este sentido, observadores dentro y fuera del Centro Democrático consideran que el más indicado para unir todas las vertientes del uribismo es el exministro Zuluaga.