"Pasamos a un período con más violencia común que por conflicto" | El Nuevo Siglo
Camilo González Posso, director de Indepaz.
Cortesía
Lunes, 17 de Abril de 2023
Redacción Política

Las masacres siguen creciendo en diferentes regiones, ya son 32 en lo corrido del año, y muchos se preguntan cuándo las conversaciones del Gobierno con el Eln y otros grupos armados, además del cese al fuego, reflejarán la disminución de la violencia.

Camilo González Posso, director del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), dijo que las masacres hoy en día se atribuyen a estructuras de delincuencia común y mafiosa que se nutren de rentas como el narcotráfico, a diferencia de hace años que eran consecuencia del conflicto armado.

EL NUEVO SIGLO: ¿Qué está pasando con el flagelo de las masacres, en los últimos días se han registrado varias?

CAMILO GONZÁLEZ POSSO: Es la situación más grave que hay en cuanto a hechos de violencia extrema, porque en líderes sociales si uno mira el último año completo, no puede decirse que hay una escalada, hay una pequeña disminución. Pero en masacres la situación es tremenda, debido a que han ido creciendo año a año. Este año vamos en 32 masacres y si seguimos este ritmo podríamos llegar a las 100.

Lo que se está viendo, es que hay dinámicas de criminalidad mafiosa y de criminalidad común articulada, pequeños grupos. Todo es un enjambre de violencia común.

Hay una diferencia entre estas masacres y las que se presentaron a finales de siglo pasado y principios de este siglo, cuando según la Comisión de la Verdad y el Centro de Memoria, registraron cerca de 5 mil masacres entre 1985 y 2016. Hubo años en los cuales se presentaban 300, 400 masacres, una masacre diaria o más.

Ahora, pues no tenemos ese nivel de barbarie, pero sí han venido creciendo. Ya no son las masacres paramilitares, sino unas masacres más mafiosas.

ENS: Hay expectativa por la política de paz del Gobierno si logra reducir en el corto plazo la violencia en las regiones. ¿Podría verse esto reflejado en disminuir las masacres por iniciativas como el cese el fuego?

CGP: Hicimos una publicación de cese al fuego hasta marzo, y una de las cosas que se observa es que, de los hechos fatales, masacres y asesinato de líderes atribuidos a estos grupos criminales en la mesa, son un pequeño porcentaje. Por ejemplo, ahí decimos que de 35 líderes asesinados en lo que va de este año, a estos grupos se les asigna la responsabilidad en 3.

En tal caso, la pregunta es ¿Y los otros líderes quién los está matando si no son estos grupos directamente? Entonces son otras estructuras, algunas de bandas locales, sicarios y demás, que no solamente están articulados con grupos armados, sino que dependen de terratenientes, de mafiosos, de narcotraficantes.

Es que para matar a un líder no necesariamente van y le dicen al grupo armado vaya y mate a ese líder, sino que si hay un conflicto de tierras o un conflicto político, lo que sea, por $100 mil contratan un sicario; y otras son retaliaciones que se dan.



Lo que podríamos decir, es que estamos pasando a un periodo en el cual hay más violencia común que violencia del conflicto armado, sin negar la gravedad de la persistencia de violencias.

Se puede dar un desescalamiento de violencias en las mesas de conversación con el Gobierno, pero eso no va a afrontar el conjunto de las dinámicas de violencia ni del narcotráfico. Hay una violencia común que se alimenta de los grupos grandes, pero que tiene dinámicas también ligadas a otras estructuras criminales.

ENS: ¿Ve Indepaz una salida en este escenario tan complejo?, ¿qué se puede hacer adicional a las conversaciones del Gobierno con los grupos multicrimen?

CGP: La ventaja es que hay unos vasos comunicantes entre todas esas estructuras grandes y las pequeñas. En algunas circunstancias, en Colombia se han dado acuerdos con grandes grupos que han tenido repercusiones en disminución de violencia a todos los niveles. Eso pasó cuando les dieron golpes fuertes a los carteles del Valle y el Cartel de Medellín, a Pablo Escobar, todos los indicadores de violencia cayeron porque el tráfico de armas cae, cae el negocio de la muerte.

Entonces, es una cosa muy particular que indica que los grupos pequeños se alimentan de los grandes, pero tienen también niveles de autonomía. Pero, además, no solamente se trata de grupos, sino de otras estructuras criminales.

Es que, lo que ‘Otoniel’ decía ‘es que no soy el jefe máximo, tengo jefes por encima’. Lo mismo decía Carlos Castaño.

En conclusión, diría que desestructurar grandes estructuras, ya sea con pretensiones políticas o mafiosos de alto impacto, tiene implicaciones en disminución de violencia, pero no es automático.

Diría que tiene que haber una política aparte para darle tratamiento a las conflictividades armadas, una política criminal. Eso no puede ser solamente negociaciones de paz, tiene que existir toda una política anticrimen mucho más amplia.

ENS: En ese sentido, ¿cómo ve la política antidrogas del Gobierno que apunta a la interdicción de los cargamentos y golpear las finanzas de las organizaciones, y quitarle protagonismo a la erradicación forzada de cultivos ilícitos?

CGP: Una cosa es priorizar y otra es dejar de hacer. Cuando se dice hay que priorizar golpear los eslabones económicos, el lavado de activos, tratar el problema internacional, se está diciendo que hay unos eslabones más grandes, pero es que la cadena tiene eslabones chiquitos y eslabones grandes, si no, no es cadena.

Entonces, quiere decir, que tiene que haber políticas por cada eslabón, y en relación al tema de cultivos, no puede ser dejar hacer, dejar pasar. Tiene que haber una estrategia para separar al campesino de la producción de pasta básica y de la producción de cocaína, porque hay no solamente una trampa de pobreza, sino que hay una subordinación del pequeño con una industria criminal.

Entonces, tiene que también atenderse la sustitución, hay que ofrecer alternativas, y al mismo tiempo una política criminal diferenciada.