Off the record | El Nuevo Siglo
A varias redacciones de medios de comunicación ha llegado por estos días la revista de la Corte Constitucional, correspondiente a febrero de este año y que en su portada trae una foto del X Encuentro de la Jurisdicción Constitucional. Para la fecha del evento la presidencia del alto tribunal estaba en cabeza del magistrado Luis Ernesto Vargas y Jorge Ignacio Preteltera el vicepresidente. Ya el 4 de febrero, este último fue elegido en la cabeza del alto tribunal.
Una exmagistrada auxiliar del Consejo de Estado le dijo a un periodista de EL NUEVO SIGLO que “a los colombianos muchas veces se nos nota demasiado el provincialismo”.
Varios congresistas de La U consideran que a la colectividad le hace falta un mando único y fuerte, en lugar de la dirección colegiada que tiene hoy y en donde si bien el senador Roy Barreras ha tratado de posicionarse como el principal vocero, la imagen  mediática formada a su alrededor y el perfil  típicamente parlamentario no le alcanzan todavía para verse como el líder nacional que se busca para afrontar un desafío tan definitivo como las próximas elecciones regionales y locales.
Una alta fuente conservadora llamaba la atención esta semana respecto a las interpretaciones periodísticas de la reunión entre el ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez, y el senador Álvaro Uribe.
Diversos fueron los vicios y falencias que varias de las bancadas y analistas políticos han podido señalar de lo que fue el accidentado tránsito del proyecto de reforma al equilibrio de poderes en la plenaria del Senado. El primero y más grave, al decir de los observadores, se refiere a las infracciones que se habían cometido en materia de cumplimiento de la Ley Quinta, o Reglamento Interno del Congreso.
Un general retirado no hace mucho tiempo dijo tener la solución para acabar de una vez por todas con las desconfianzas y desencuentros entre el presidente Santos y la cúpula militar y policial alrededor del proceso de paz.
Para nadie es un secreto que el Gobierno está muy preocupado por su imagen y favorabilidad. En los pasillos de la Casa de Nariño se dice que los sondeos internos evidencian que la caída es marcada, aunque no en los niveles del paro agrario en el tercer trimestre del año pasado, cuando la imagen del presidente Santos llegó a caer hasta casi el 20 por ciento, un indicador tan drástico que incluso se pensó, entonces, que la posibilidad de reelección quedaba descartada.
La polémica sobre el uso del glifosato para las fumigaciones aéreas de los cultivos ilícitos se prendió de nuevo debido a las recientes investigaciones que señalarían que el herbicida tiene un efecto dañino sobre el medio ambiente y la salud humana.
En las toldas de la Unidad Nacional afirman que los paros de trabajadores del Estado, que empezaron la semana pasada con los educadores y podrían seguir con los funcionarios de la justicia, hacen parte de una estrategia que ya “es previsible” cada vez que se acercan elecciones en Colombia.
La campaña para los comicios regionales y locales de octubre entra ya en su recta final. Según el calendario electoral fijado por la Registraduría, el 25 de junio, en menos de dos meses, vence término para el registro del comité de grupo significativo de ciudadanos, es decir, de los aspirantes que se postularán respaldados en firmas.
En la Casa de Nariño hay total expectativa por los resultados de varias encuestas que están a punto de ser reveladas en torno del impacto en la opinión pública del ataque de las Farc en el Cauca, el rompimiento por parte de esa guerrilla de su tregua unilateral, la reacción del Gobierno a esa circunstancia y el coletazo en la marcha y nivel de apoyo al proceso de paz.
Tras la forma amable en que la Primera Dama, María Clemencia de Santos, y la esposa del expresidente Álvaro Uribe, Lina Moreno, se saludaron tras coincidir en la feria Expoartesano, en Medellín, ayer se empezó a ambientar la posibilidad de que varias organizaciones que defienden los derechos de la mujer, eleven una propuesta pública a ellas dos para que convenzan a sus maridos de que, más allá de las diferencias políticas y electorales que tienen, acepten reunirse en términos cordiales y respetuosos, con el fin