Off the record | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 13 de Noviembre de 2019
Redacción Política

No hubo enroque

 

Desde ayer, muy temprano, se había filtrado en altas esferas gubernamentales y periodísticas que Carlos Holmes Trujillo dejaría la Cancillería y pasaría a ser el nuevo titular de Defensa, en reemplazo de Guillermo Botero que se vio forzado a renunciar la semana pasada, no solo por una inminente moción de censura sino por el escándalo derivado de la muerte de ocho menores de edad en un bombardeo a disidencias de las Farc el pasado 28 de agosto, en Caquetá, noticia que solo fue revelada por Roy Barreras en la plenaria del Senado. Lo cierto es que la salida de Trujillo de la Cancillería llegó a ser considerada inminente meses atrás, pero no para reemplazar a Botero en Defensa, sino a Nancy Patricia Gutiérrez en la cartera del Interior. Es más se alcanzó a hablar de un enroque entre esos dos ministros.

 

Precampaña uribista

 

La llegada de Trujillo a la cartera de Defensa impacta, de entrada, la movida de las precandidaturas presidenciales en el Centro Democrático. No hay que olvidar que el saliente Canciller fue precandidato a finales de 2017 y compitió, mediante un mecanismo de encuestas eliminatorias, con los entonces senadores Iván Duque, Paloma Valencia y María del Rosario Guerra así como con el ex viceministro de Justicia, Rafael Nieto Loaiza. La contienda interna del uribismo la ganó Duque pero desde entonces se sabe que Trujillo, Valencia y Guerra quedaron en fila para la próxima campaña interna uribista, en la que desde ya se sabe que tendrán que competir con un peso pesado, el exministro y excandidato presidencial en 2014 (sumando más de 7 millones de votos), Óscar Iván Zuluaga. Es más, tras los resultados de las recientes elecciones regionales y locales, se dijo en toldas del Centro Democrático que a Valencia y Guerra no les fue bien en sus respectivos feudos políticos, y que ello jugaba a favor de las aspiraciones de Trujillo.

 

Remember Santos…

 

Ayer mismo varios analistas traían a colación que al saliente Canciller lo que más le convenía era llegar a la cartera de Defensa, ya que la del Interior es un “quemadero político”, no solo por las escasas mayorías de la coalición oficialista en el Congreso, sino porque, sin duda, la caída de Botero debilitó políticamente al Gobierno y envalentonó a las bancadas independientes (liberales y Cambio Radical) así como a las de oposición (verdes, Polo, Farc, Decentes, Petro y compañía). Caso distinto es la cartera de Defensa, que ya se evidenció como una buena plataforma política y electoral, precisamente en el segundo mandato de Álvaro Uribe, cuando desde ese cargo Juan Manuel Santos, acaballado en los golpes a las Farc, salió proyectado como posible sucesor de Uribe y llegó fácilmente a la Casa de Nariño en 2010.

 

Campanazo a la Vice

 

De otro lado, no se puede negar que la llegada de Trujillo a Defensa, con el antecedente del caso Santos, representa un campanazo político para las aspiraciones de la hoy vicepresidenta Marta Lucía Ramírez de cara a la campaña presidencial de 2022. De todos es sabido que la segunda a bordo aspira a que, como reza el refrán, la tercera sea la vencida, después de dos intentos (2014 y 2018) por ser la primera mujer en llegar a la Casa de Nariño. Mientras Trujillo estuvo de Canciller es claro que se la pasaba en el exterior e incluso ya era evidente que el tema venezolano lo tenía desgastado porque Maduro se atornilló más en el poder. Ahora será diferente, porque estará en el país, con foco mediático todos los días y una mayor oportunidad de afianzarse, si le va bien en orden público y seguridad, ante la opinión pública y el propio uribismo que, teniendo a Petro y Fajardo en campaña tempranera, piensa desde ya en una carta fuerte para proyectar como sucesor de Duque.