Off the Récord | El Nuevo Siglo
Foto Archivo Presidencia
Martes, 8 de Noviembre de 2016

Cada vez que se le ha preguntado al presidente Juan Manuel Santos qué hará cuando termine su segundo mandato, siempre responde que quiere dedicarse a la cátedra. Sin embargo, una persona muy cercana al Jefe de Estado le dijo a un periodista de EL NUEVO SIGLO que tras haberle sido otorgado el Premio Nobel de Paz -que recibirá oficialmente el próximo 10 de diciembre en Oslo- los planes le habrían cambiado y es muy probable que Santos termine encabezando una fundación de índole global sobre temas relacionados con la resolución de conflictos. También se asegura que desde ya se puede considerar al futuro expresidente como uno de los conferencistas más caros del país a nivel local e internacional, pues -según la fuente consultada- “nobel es nobel”.

¿El “doctor J” con futuro en la política?

En diciembre próximo el actual gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, deja su cargo luego de doce años como timonel del Emisor, con dos reelecciones a bordo. Su reemplazo, que es elegido por la Junta Directiva del Banco, debe asumir en enero próximo y el sonajero para el alto cargo es amplio. Desde ya hay quienes consideran que el “doctor  J”, como le dicen en los medios económicos, se ganó un merecido descanso pero en algunos círculos políticos su nombre ya empieza a sonar para ser tenido en cuenta por varias campañas presidenciales a partir del próximo año. A Uribe, quien incluso ha llegado a ser elegido como el mejor banquero central del continente, muchos lo ven como coordinador de la propuesta económica de más de un candidato e incluso como una sorpresiva pero viable fórmula ministerial o vicepresidencial. Falta ver si al “doctor J” le pica el bicho de la política.

El autogol de las estampillas (I)

No todas las propuestas del proyecto de reforma tributaria causan polémica. Algunas tienen mucho apoyo entre los partidos. Un ejemplo es la idea de limitar el cobro por contribución de obra pública y estampillas territoriales. Este impuesto, que es cobrado por departamentos y municipios para ser pagado por los contratistas de obras oficiales en su respectiva jurisdicción, se ha convertido en una recurrente fuente de recursos de las gobernaciones y alcaldías. Sin embargo, se abusa tanto de la figura que, al final de cuentas, tanto la Comisión de Expertos que sentó las bases de la reforma como el propio proyecto presentado por el Gobierno, concluyen que, en la práctica, se trata de una especie de autogol de los fiscos seccionales y locales.

El autogol de las estampillas (II)

Lo anterior porque debido a la multiplicidad de estampillas y las contribuciones sobre contratos de obra, los postulantes para dichas licitaciones ya optaron por incorporar de antemano el costo de estos gravámenes en las ofertas que realizan a las entidades territoriales. Esto implica, entonces, que lo que las gobernaciones y alcaldías ganan por el lado de los recaudos por este concepto, lo terminan perdiendo por la vía de tener que pagar más a las empresas contratistas por hacer determinada obra o proyecto. El Congreso es co-autor del ‘autogol’, ya que aprueba la creación de estas estampillas con destino a municipios y departamentos, en donde los concejos y las asambleas reglamentan el cobro y destinación específica, siempre que se trate de rubros de inversión social. Y no se está hablando aquí de un sobrecosto de poco alcance, ya que, según la Comisión de Expertos, “las contribuciones y estampillas pueden llegar a representar un sobrecosto de hasta 18% del valor de un contrato de obra pública en algunos departamentos”.