¿Acuerdo de paz con todas las guerrillas o nada? | El Nuevo Siglo
Jueves, 14 de Mayo de 2015

El proceso de paz con las Farc mantiene en vilo a Colombia. ¿Pero valdría la pena un acuerdo sin el ELN, la otra guerrilla del país? Un encuentro reciente entre los jefes de las dos últimas formaciones rebeldes latinoamericanas relanzó las especulaciones.

 

Fundada en la década de 1960, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que cuentan con cerca de 8.000 y 2.500 combatientes, respectivamente, no han seguido el mismo camino en su acercamiento con las autoridades.

Nacidas de una insurrección campesina de obediencia marxista, las FARC mantienen desde hace más de dos años negociaciones de paz en Cuba, mientras que el ELN, inspirado en la revolución cubana, tiene hasta el momento "contactos exploratorios" con el gobierno de Bogotá.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos reveló esta semana haber autorizado el encuentro entre los dirigentes de las dos guerrillas en La Habana, con el fin de "lograr avances en la búsqueda del fin del conflicto armado", uno de los más antiguos del planeta, con un saldo de unos 220.000 muertos, según cifras oficiales.

 

"Ese encuentro es muy importante, pues todos entienden que no puede haber un posconflicto exitoso si el ELN no se une al proceso de paz", explica a la AFP Ariel Ávia, especialista del conflicto en el seno de la fundación colombiana Paz y Reconciliación.

Colombia ya tuvo un precedente durante la década de 1990, cuando otro movimiento, la guerrilla maoísta del Ejército de Liberación Popular (EPL), se desmovilizó sola luego del fracaso de una coordinación nacional de las guerrillas para negociar con el gobierno.

"La mitad de sus miembros fueron asesinados por las rebeliones que seguían la lucha y a quienes los consideraban como traidores", recuerda Ávila.

 

- Lección de la historia -

El dirigente supremo de las FARC, Timoleón Jiménez, también parece haber tenido en cuenta la lección de la historia: después de haber recibido a su homólogo del ELN, Nicolás Rodríguez, llamó a esa organización a seguir su ejemplo.

"Nos resulta urgente y necesario que el Ejército de Liberación Nacional se vincule a los diálogos de paz", escribió en una carta abierta que no ha recibido aún respuesta.

Existe una única certeza: si el ELN abre negociaciones, lo hará separadamente. Desde La Habana, el número dos de las FARC, Iván Márquez, evocó "dos mesas y un mismo proceso" de discusión.

Según fuentes diplomáticas contactadas por la AFP, las negociaciones con el ELN podrían tener a Ecuador como sede, donde el presidente socialista Rafael Correa ya ha propuesto en varias ocasiones sus buenos oficios.

 

"El ELN no quiere sumarse a la mesa de las FARC porque estima que su proceso está demasiado rápido", indica a la AFP el politólogo Víctor de Currea, profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá.

La segunda rebelión colombiana considera así que la agenda de las negociaciones en curso en La Habana no "tiene suficientemente en cuenta los cambios estructurales", continúa este experto, autor del libro "¿Por qué negociar con el ELN?".

Esta guerrilla ha basado su combate sobre el tema de los recursos naturales, saqueados según ella por las multinacionales, multiplicando los actos de sabotaje a las infraestructuras o secuestrando a los empleados del sector.

 

Las divergencias se traducen sobre el terreno militar. Las FARC decretaron una tregua unilateral desde diciembre, mientras que el ELN ha intensificado sus actividades, incitando a Santos a ordenar el refuerzo de la ofensiva en su contra.

Reelegido en junio pasado para un segundo mandato de cuatro años, el jefe de Estado, un dirigente de centro-derecha fuertemente criticado por la oposición hostil al diálogo con las FARC, intenta conseguir la paz antes de dejar el poder.

"El gobierno tiene un afán para completar y acelerar el proceso. El problema es que piensa en el calendario electoral mientras el ELN piensa sólo en los cambios sociales", estima Currea.

 

Según él, en caso de un acuerdo con las FARC únicamente, una parte de los guerrilleros desmovilizados podrían unirse a las filas de la segunda rebelión, aún activa.