Las meliponas o angelitas están en riesgo por el deterioro de su hábitat, los agroquímicos y los actuales cambios extremos del clima que enfrenta el país.
“Ellas hacen parte fundamental de los procesos que mantienes los bosques y los sistemas alimentarios que usamos, ya que son garantes de su polinización y de la gran diversidad que tenemos en el país, pues son los bosques y ecosistemas naturales el hogar y el alimento de muchos otros animales silvestre, así como el nuestro, el de los humanos”, explica Carolina Mora Fernández, bióloga, magister en gestión de recursos naturales, directora de la Fundación La Palmita-Centro de Investigación y líder del grupo de investigaciones territoriales para el uso y conservación de la biodiversidad.D
Hice que “las meliponas son aquellas abejas que no tienen aguijón. Son la especie nativa más abundante de nuestros ecosistemas y las encontramos desde el nivel del más hasta los bosques andinos sobre los 2400 msnm”.
“Se les llama angelitas a las abejas de la especie Tetragonsica angustula, ya que se suspenden en el aire frente a la entrada del nido de manera muy característica por tiempos prolongados, mientras hacen guardia. También por su aspecto delicado y estilizado”, señala.
Relata que “las abejas sin aguijón, entre estas las angelitas, se caracterizan por ser de fácil manejo, con temperamento tranquilo, es decir, son poco defensivas. Sin embargo, existen algunas especies de abejas nativas sin aguijón que demuestran comportamientos altamente defensivos, conocidas como las enredapelo, del género Trigona, y boca de sapo, del género Melipona. Es importante resaltar que estas abejas no representan ningún peligro para los seres humanos”.
Las abejas sin aguijón tienen una distribución que va desde México hasta Argentina. Sin embargo, la abeja angelita solo se distribuye desde México hasta el sur de Brasil, siendo una de las especies más características y distribuidas del grupo de las abejas sin aguijón. “Las encontramos en todos los ecosistemas naturales y en paisajes productivos que asocian áreas conservadas, principalmente de sistemas alimentarios como café, aguacate, mango, patilla, tomate, achiote, fresas, granadilla por mencionar algunos”.
En peligro
“En general los diversos polinizadores y principalmente las abejas sin aguijón se encuentran en peligro por numerosas causas. La más preocupante es la destrucción de hábitat debido a la intensificación de las actividades agropecuarias no planificadas ampliando la frontera agrícola, las cuales vienen con uso indiscriminado y no controlado de agroquímicos como fertilizantes y plaguicidas, que conlleva la destrucción de sitios de los nidos y ausencia de plantas nativas que usan para alimentarse. Así mismo, el aumento en la presencia de abejas africanizadas o abejas melíferas (Apis mellifera), las cuales generan una mayor competencia en el medio en el que habitan originando desplazamientos de las especies nativas”, asevera la bióloga directora de La Palmita, entidad que adelanta un plan con la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM) para su conservación.
Señala que “muchas organizaciones en el país como la nuestra estamos tratando de entenderlas y conocerlas para poder protegerlas, participando y acompañando a las comunidades e instituciones públicas en la generación de conocimiento asociadas a estas abejas. Lo que ha llevado a implementar acciones de propagación de plantas nativas de las que se alimentan, fomentar sistemas alimentarios orgánicos sin agroquímico garantizar la permanencia de las abejas nativas y por supuesto aprender a manejarlas para usar su miel y productos para beneficiarnos, lo que garantiza que los humanos reconozcamos su importancia”.
Dice que “somos varias personas las que integramos el equipo de La Palmita, desde las comunidades, así como expertos locales, técnicos y profesionales, todos somos investigadores de nuestra organización, que trabajamos por conocer, usar y conservas las abejas nativas en diferentes regiones del país. Actualmente en el departamento del Huila, en alianza con la CAM, somos 25 personas trabajando en un proyecto de investigación para comprender y poder transferir lo aprendido sobre las abejas nativas”.
Para que la comunidad comprenda la importancia de las angelitas, la Fundación La Palmita cuenta con dos programas comunitarios: uno de expertos locales y otro en fortalecimiento ambiental comunitario. Ambos comparten los mismos principios: construcción colectiva de conocimiento, aporte a los procesos en los territorios, generación de capacidades y enfoque de género. Esto permite que se reconozca el conocimiento que tienen las comunidades y se genere apropiación en el uso y conservación de los recursos naturales en general.
“Hemos trabajamos con comunidades en proceso de restauración de ecosistemas estratégicos, en monitoreo comunitario de fauna silvestre, cuidado por el agua, paisajes productivos sostenibles y por supuesto en abejas nativas. En este último, que es el interés de esta entrevista, venimos fortaleciendo capacidades en meliponicultura y sus buenas prácticas en comunidades en el departamento del Huila, y junto con ellos, construcción conjunta de conocimiento de cuatro especies nativas de interés de la CAM”.
Nobles
Explica Carolina que aparte de no tener aguijón, las angelitas “se caracterizan por su ‘nobleza’, pero también porque son más pequeñas que la abeja común, y que además construyen la estructura de sus panales en una distribución horizontal o en racimos, en lugar de hacerlo en panales verticales como se conoce en la abeja melífera. La miel y el polen lo almacenan en la parte externa del nido, y no en sus mismos panales, lo cual hace su extracción más sencilla. Otra gran diferencia es que los productos de las abejas nativas, como la miel, son de mayor valor medicinal. Aún faltan muchos estudios para comprenderlo y para que el mercado lo reconozca, pues su cosecha puede tardar como mínimo seis meses, ya que depende de la floración de las plantas nativas y de los sistemas alimentarios que cultiven los cuales varían según la estacionalidad climática”.
Añade que “son las garantes de la existencia de hábitat para otras especies de fauna silvestre, su mayor contribución es para las plantas silvestres, ya que muchas de estas dependen de la polinización que hacen estas abejas para producir semillas y frutos, que a su vez permiten la permanencia de los bosques y de sistemas alimentarios sostenibles que nos brindan bienestar y alimento a nosotros”.
Dice la bióloga directora de la Fundación La Palmita que “he tratado de entender los procesos e interacciones de nosotros los humanos con la naturaleza. Desde mucho antes de estudiar biología me enamoré por comprender las mejores maneras de ser sostenible y poder garantizar recursos para todos. En 2008 inicié otra fundación, que dirigí por siete años, la cual trabajaba por el medio ambiente; luego, en 2012 inicié mi maestría en gestión de recursos naturales y como lo mencioné antes, en 2013 nace La Fundación La Palmita Centro de Investigación, por lo que tenemos 10 años de trabajo colaborativo con instituciones, academia, Estado y comunidades, para conocer, usar y conservar la biodiversidad de nuestro país”.
Asegura que su mayor satisfacción en esta labor ha sido “construir conjuntamente con las comunidades por territorios sostenibles y darme cuenta de lo comprometidos que somos cuando trabajamos en comunidad por conservar y usar sosteniblemente los recursos naturales”.