¿Qué está pasando en la Amazonia? Cada tanto, los titulares se centran en esta región que enfrenta amenazas latentes y sostenidas como la deforestación, la minería, asesinatos de líderes indígenas y campesinos y, con más fuerza en los últimos años, incendios forestales.
Entre enero y febrero de este año, más de 1.000 incendios se presentaron en Caquetá, Guaviare y Meta, tres de los 10 departamentos que abarca la Amazonia colombiana y conforman el denominado “arco de la deforestación”. Según datos del Ideam, los de 2022 fueron los peores registrados en una década durante estos meses. Además, de acuerdo con la organización Global Forest Watch, en enero se presentaron más de 1.200 alertas de incendios, comparadas con las 280 que se presentaron durante el mismo periodo de 2021 en la región amazónica colombiana.
Y aunque es usual que durante la temporada de menos lluvias -entre enero y marzo, la época del año que se caracteriza por la falta de humedad en los suelos y en los bosques se den incendios naturales en diferentes zonas en país, la mayoría de los que afectan la selva amazónica son provocados en la preparación de los terrenos para uso agrícola y en la remoción de bosques para el establecimiento de áreas de ganadería. También, un mayor número de actores con poder económico están tomando el control de los bosques y quemando amplias extensiones como una estrategia rápida y barata para apropiarse de la tierra.
Las llamas que consumieron 15.000 hectáreas de bosque amazónico solo en Guaviare no son un incidente aislado y sus comunidades lo saben mejor que nadie. Por eso, decidieron organizarse para tomar acciones encaminadas a un Monitoreo Comunitario Participativo (MCP) y de prevención de incendios forestales cada vez más robusto y fortalecido.
El Monitoreo Comunitario Participativo (MCP) Durante tres años, organizaciones comunitarias de Belén de los Andaquíes, Cartagena del Chairá (municipios de Caquetá) y Calamar (Guaviare) emprendieron un proceso para fortalecer su gobernanza y reforzar habilidades técnicas en Monitoreo Comunitario y de gestión para el manejo y uso de los recursos forestales que, para los casos de Calamar y Belén de los Andaquíes, incluyó la prevención de incendios.
Las experiencias, metodologías, aprendizajes y enseñanzas se reúnen en la cartilla Acciones Comunitarias para contrarrestar la deforestación en la Amazonia colombiana, que documenta el proceso que vivieron las comunidades, de la mano de WWF Colombia y Suiza, con el apoyo del Gobierno de Suiza y la Fundación Príncipe Albert II de Mónaco.
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La protección de los bosques inicia en lo local “El Monitoreo Comunitario Participativo (MCP) es esencial porque contribuye a superar el desconocimiento del estado de los bosques, la gran biodiversidad que albergan y cómo esto se traduce en recursos para quienes habitan el territorio. A medida que las comunidades sean integradas en los procesos, en las tomas de decisiones y en la gestión de sus ecosistemas, los municipios podrán planearse mejor y existirán alternativas de producción sostenible”, asegura Johana Herrera, Oficial de Bosques y Cambio Climático de WWF Colombia.
A través del análisis de datos, los habitantes pueden hacer un diagnóstico de los bosques y sus servicios para establecer acciones y medidas que les permitan manejar y aprovechar sosteniblemente todo lo que les proporcionan estos ecosistemas.
Verónica y Cristina López son hermanas y hacen parte del proceso de monitoreo comunitario en la vereda Palmichales, en el municipio de Cartagena del Chairá. Ambas coinciden en que “el monitoreo comunitario de recursos naturales es una experiencia muy enriquecedora, una oportunidad para conocer los recursos con los que cuentan las comunidades y lo importantes que son” -y agregan que- “en estos procesos se enseña a las personas a amar el medio ambiente y la naturaleza, además de la apropiación de su territorio”.
Una región decisiva
Las grandes extensiones de bosque natural de los municipios de Calamar y Belén de los Andaquíes, así como su cercanía con áreas protegidas como los Parques Nacionales Naturales Serranía del Chiribiquete y Alto Fragua Indi Wasi, hacen de estas, áreas estratégicas de la Amazonia donde las instituciones deben fortalecer y desarrollar mejores medidas preventivas, de monitoreo, de prevención y respuesta ante incendios forestales; y de restauración de áreas afectadas.
No hay que olvidar que la Amazonia colombiana es un territorio de una enorme trascendencia para el equilibrio de la vida en el planeta, pues ayuda a estabilizar el clima mundial y el ciclo hidrológico; además, es un sistema que sustenta la seguridad alimentaria, el agua y la energía de la región. Para mencionar un ejemplo, uno de cada cuatro colombianos depende del agua que viene de la Amazonia. Cuidarla no solo es un deber, es una responsabilidad con el futuro de la humanidad.
Ante la nueva temporada de incendios que se avecina, el llamado es inequívoco: desde ya la respuesta institucional debe centrarse en la prevención e involucrar a las comunidades locales en todo el proceso. Si bien los grandes incendios tienen causas diversas y complejas que involucran actores con gran poder y propósitos ilegales, las quemas también inician por prácticas de manejo de sistemas agropecuarios de las comunidades, y es en estos escenarios donde las acciones preventivas pueden hacer la diferencia. Es el momento de tomar medidas para no estar, una vez más, a merced de la urgencia.