Zinowiewia sebastianii, una especie de arbusto que rara vez supera los cinco metros de alto y de la cual solo se conservan 11 ejemplares, podría desaparecer del territorio colombiano.
Esta nueva especie, refundida en medio de los grandes robles que abundan en el Santuario de Flora y Fauna de Iguaque, en Villa de Leyva (Boyacá), fue descubierta para la ciencia por el profesor Fabio Antonio González, del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
Basados en el bajo número de individuos de Z. sebastianii observados dentro de un área de ocupación no mayor a los 10 km2, en bosques extremadamente fragmentados, los investigadores estiman que se trata de una especie considerada en “peligro crítico”, ya que enfrenta un alto riesgo de extinción en estado silvestre.
Por ejemplo, afirman que por estar ubicada en un área restringida, la nueva especie tiene varias amenazas ecológicas, entre ellas la permanencia de la frontera agrícola alrededor de los robles y los incendios forestales, que son muy probables en esta zona.
De hecho, en los últimos 10 años se han presentado cuatro conflagraciones que aunque no han alcanzado la zona donde habita la nueva especie, sí han amenazado zonas aledañas al Santuario de Iguaque.
Los hallazgos preliminares señalan que se trata de una especie que crece en la cordillera de la Costa, Venezuela, y así lo publicó el profesor González en el libro Villa de Leyva florece. Pero, “viéndola en detalle, me di cuenta de que algunas características no concordaban con la especie venezolana ni con especies de Centroamérica, que son las más cercanas en términos geográficos a las de Boyacá”.
Para estar seguros de que se trataba de una especie nueva, se puso en contacto con el profesor Luis Roberto Sánchez, del Departamento de Biología de la Universidad de Pamplona (Norte de Santander), especialista en la familia Celastraceae. Juntos examinaron todos los especímenes del género Zinowiewia depositado en los herbarios Nacional Colombiano de la U.N., de la Universidad de Antioquia y de la Universidad del Valle.
Después consultaron y cruzaron información con el proyecto Flora mesoamericana, la primera flora regional a gran escala escrita en español, resultado de la colaboración entre el Jardín Botánico de Missouri, el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Museo de Historia Natural de Londres y especialistas de todo el mundo.
De esta manera, se dieron cuenta de que el arbusto tenía características muy diferentes con respecto a las demás especies, y el hecho de estar aislada en la cordillera Oriental era evidencia a favor de que esa población de apenas 11 ejemplares constituía una especie nueva, nombrada por el profesor González como Zinowiewia sebastianii, en honor a su hijo Sebastián, quien durante dos décadas lo acompañó a sus excursiones por la zona de estudio.
El género Zinowiewia comprende 17 especies distribuidas desde México hasta Perú, pero en Suramérica se conocen cinco ubicadas principalmente al norte de los Andes y que se extienden hasta la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia) y a la Cordillera del Norte, o de la Costa (Venezuela).
La mayoría de las especies Zinowiewia son grandes, superan los 30 m de altura, tienen troncos gruesos que producen buena madera y poseen diminutas flores con cinco pétalos que nacen de las ramas laterales. Estas características confundieron al profesor González, quien en un primer momento pensó que se trataba de Zinowiewia australis, especie descrita de la Cordillera de la Costa que se da los 1.800 msnm.
El investigador señala que Zinowiewia australis y Zinowiewia sebastianii también difieren en el orden de ramificación y en el patrón de venación: la nueva especie cuenta con una vena central amarillenta en ambos lados.
Otros aspectos diferenciales son las zonas donde crecen, en el caso de la especie venezolana se da por debajo de los 1.900 msnm, mientras que la hallada en Villa de Leyva lo hace entre 2.740 y 2.950 msnm, es decir que también está aislada altitudinalmente.
El nuevo arbusto boyacense vive en suelos ricos en materia orgánica y con alta disponibilidad de humedad, ya que, además del riachuelo que cruza cerca de los pocos ejemplares conocidos, gran parte del día y de la noche son bosque nublados, lo que permite que las plantas (raíz, tallo y hojas) se mantengan húmedas.