En los municipios de Anapoima, Apulo y El Colegio (Cundinamarca), más exactamente en las zonas aledañas a la microcuenca Quebrada Campos, se encuentran familias dedicadas a actividades productivas, agrícolas y ganaderas. Algunos de estos procesos están afectando esta fuente hídrica y generando riesgos para la biodiversidad, los ecosistemas y sus servicios, así como el abastecimiento de agua.
Para proteger el ecosistema clave en la red hídrica de esta región y en el marco del convenio entre la Fundación Lazos de Calandaima y la Fundación Natura, en junio de 2023 firmó un nuevo acuerdo que dio vida a la segunda fase del proyecto Restaurando Campos y que va hasta abril de este año.
Su objetivo es seguir trabajando en la restauración integral de la microcuenca a través de la reforestación de las áreas priorizadas y dándole prioridad al fortalecimiento de las capacidades técnicas y tecnológicas de los productores, para que sus actividades sean más sostenibles y disminuyan el impacto ambiental.
“Este año iniciamos con la identificación de los puntos donde hay mayor vertimiento en la microcuenca, identificamos unas zonas en la parte alta, en el municipio El Colegio, y otras en la parte baja, en Anapoima. Después hicimos unas visitas a algunos productores interesados en participar del proyecto, se hizo una evaluación de criterios de selección de los predios y eso arrojó una calificación de cada uno, así pudimos seleccionar los que presentaban mayor vertimiento o contaminación”, resaltó Martha Narváez, jefe de proyecto.
Se arrancó con un piloto en diez predios seleccionados y la firma de un acta de interés de cada propietario que deja consignados los compromisos del equipo técnico y de los productores, como, por ejemplo, evaluar la finca a nivel ambiental, social, económico, productivo y administrativo y conocer la visión de finca que tiene la familia, lo que esperan ver a futuro en su predio y de esta forma seleccionar las acciones a implementar.
“Las fincas seleccionadas desarrollan actividades porcícolas, ganaderas, agricultoras y floricultoras, por lo que se pueden acordar acciones a implementar relacionadas con la modificación en infraestructura para que los vertimientos no caigan en la quebrada, aislamiento con cercas vivas, instalación de bebederos, reservorios, bancos mixtos de forraje, entre otras. Esto depende de la finca, el interés del productor y las afectaciones que genera sobre la quebrada”, aseguró Martha.
El piloto cuenta con un componente social importante, ya que se espera que los municipios vean en la producción sostenible una oportunidad de desarrollo económico mientras se conservan y cuidan los ecosistemas, y en los que las acciones sean replicables; de esta manera no solo se tendrá un impacto ambiental en aspectos como la calidad del agua y el aumento en la conectividad, sino que también se verá reflejado en las adecuaciones que mejorarían los productos y servicios que ofrecen las familias, la economía generada con la actividad productiva y por ende en la calidad de vida.
Sumado a esto se tiene contemplado un plan de seguimiento que integra visitas, monitoreos y asesorías que orienten y capaciten a las familias durante el proceso, donde el equipo técnico brinde información, acompañe y apoye las acciones. También se realizarán dos talleres, uno sobre los acuerdos y otro sobre las experiencias compartidas, para intercambiar conocimientos y reunir a las familias vinculadas.
“Nuestras acciones involucran a todos los integrantes de la familia, buscan explicarle los procesos a niños, niñas y jóvenes, que son quieren van a replicar todo esto a futuro y a darle continuidad a los procesos de la región, la idea es que el trabajo sea en familia y se involucren todos”, resaltó la jefe de proyecto.
Nicolás Uribe, director de la Fundación Lazos de Calandaima, señaló la importancia del rol de la comunidad en este proceso y agregó que “la comunidad siempre juega un papel determinante y protagónico, por ejemplo, con su compromiso al momento de brindar área de sus predios para la siembra y en el caso de las familias productoras que consientes en la necesidad de reducir el nivel de contaminación de la quebrada han decidido participar del fortalecimiento de sus prácticas productivas”.
Asimismo, Nicolás destacó el proceso con el acueducto veredal Acuapaz, que, tras ser seleccionado en una convocatoria de la CAR, sembró mil árboles en la zona de protección de la quebrada dentro del Territorio Restaurando Campos, convirtiéndose así en un caso de éxito y ejemplo del trabajo mancomunado con la comunidad, el sector privado y el público.
Es importante resaltar que el proyecto llega a más de 152 mil árboles sembrados durante los dos años de Restaurando Campos, cerca de 50.000 plántulas se encuentran en el Territorio Restaurando Campos.