Desde hace varios años, el bocachico (Prochilodus magdalenae), una de las especies con mayor importancia en la ciénaga de Zapatosa, y con un alto valor comercial en Colombia, se encuentra en estado de vulnerabilidad y amenaza de desaparición; en aras de mitigar esta situación, Elianny Pacheco Peñaranda realizó un estudio sobre la variabilidad genética y fenotípica (rasgos observables como estatura y color de ojos) de este pez para implementar mejores estrategias de protección
La ciénaga de Zapatosa es un ecosistema de gran importancia en los departamentos del Cesar y del Magdalena por su diversidad de especies de animales y vegetales, además de ser una de las principales fuentes de sostenimiento para las familias del territorio; este se encuentra en riesgo por “el escaso conocimiento biológico y genético de los peces de esta ciénaga, que trae como consecuencia malos manejos de repoblamiento que impactan las especies ícticas y el ecosistema”, señala Elianny Pacheco Peñaranda, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional (UNAL).
La investigadora, quien trabajó de la mano con expertos del Departamento de Biología de la UNA, revela que la especie está siendo afectada por la sobrepesca, el uso de métodos inadecuados de captura, la contaminación de las aguas, la sedimentación a causa de la deforestación, la introducción de especies exóticas y el drenaje de cuerpos de agua, o el tapado de los caños y quebradas que desembocan en el río.
Lo anterior ha conducido a que el tamaño de las poblaciones de estos peces disminuya, a que sea notorio un proceso paulatino de reducción de su talla, y a que la endogamia sea una característica genética de la población, es decir, que sean frecuentes y continuos los cruzamientos entre parientes cercanos.
En este contexto y con el objetivo de entender el panorama, la investigadora recopiló y analizó 223 ejemplares de bocachico en nueve sitios de la ciénaga de Zapatosa. Determinó que, en cuanto a la caracterización fenotípica, la varianza de la forma de estos peces, no está influenciada por los cambios en la fisonomía externa como coloración o tamaño entre machos y hembras, lo que se conoce como “dimorfismo sexual” o “alometría”.
Respecto a la morfometría geométrica, herramienta que permite abstraer la forma de los organismos mediante el uso de “marcas o puntos”, donde la información sobre el tamaño, la posición y la orientación se ajustan para determinar la “forma”, se logró diferenciar fenotípicamente entre varios sitios de muestreo.
“Los sitios con mayor diferenciación morfológica fueron Pelaya y Tamalameque. La medida que influyó sobre esta característica fue la altura máxima del cuerpo, la cual está relacionada con la locomoción y el uso de hábitat. Es posible que esto se atribuya al tipo de alimentación y al hábitat en el que se capturó la especie”, explica la magíster Elianny.
Respecto a la caracterización genética, en la tesis se concluye que: la “heterocigosidad”- versiones esperadas y observadas que eran heredadas de cada progenitor biológico - más alta fue la reportada para Chimichagua, y la más baja en Tamalameque y Chiriguaná.
Aunque el índice de endogamia, o apareamiento entre individuos emparentados mostró resultados diferentes para las matrices evaluadas (déficit y exceso de heterocigotos), los valores fueron muy cercanos a 0.
“Los resultados mostraron una diferenciación a nivel morfológico y no genético entre los sitios de muestreo, por lo que se infiere que las variaciones morfológicas están más asociadas al ambiente que al genotipo”, detalla la investigadora.
Los hallazgos del estudio, de acuerdo con la experta, son un acercamiento al conocimiento del estado de vulnerabilidad de la especie, y podrían ser la base para mejores programas de conservación.
Entre las recomendaciones de la magíster en Ciencias Agrarias está: realizar análisis fisicoquímicos del agua en los sitios de muestreo que aporten mayor robustez a los estudios fenotípicos y genéticos, ya que el conocimiento de estos parámetros daría una idea de factores extrínsecos a la especie que pueden influenciar a nivel morfológico o genético.
Asimismo, plantea la necesidad de muestreos espacio-temporales a lo largo de la cuenca del río Magdalena y en zonas de distribución de la especie, con el fin de evaluar de manera más precisa su estado de variabilidad y la estructuración genética; y también encontrar sitios con alta variabilidad genética, que serían de gran importancia para los programas de conservación.
“Es clave la marcación de peces mediante telemetría, así como la captura y recaptura para conocer las unidades reproductivas a partir de lugares de desove (cuando el pez suelta sus huevos), y conocer si son fieles a un sitio específico de reproducción y de alimentación”, argumenta.