El equipo de Mares y Costas de Providencia retomó las actividades de captura del pez león (Pterois volitans), una especie invasora en la Reserva de Biosfera Seaflower.
El principal objetivo de estas jornadas es controlar y mitigar la presencia de esta especie, protegiendo así los ecosistemas marinos del municipio de Providencia.
En la primera jornada de captura, se lograron retirar 22 ejemplares detrás de la isla Santa Catalina, marcando el inicio de esta importante fase del proceso. Se espera que tanto pescadores como centros de buceo se involucren activamente en la captura y consumo del pez león.
En los próximos meses, la comunidad podrá disfrutar de platos preparados con pez león en una serie de eventos donde se mostrarán las mejores capturas y degustaciones culinarias.
El pez león (Pterois volitans, Linnaeus 1758) es una de las especies invasoras más conocidas en el Atlántico. Destaca por su patrón de rayas verticales que pueden variar entre marrones, negras o rojas, combinadas con tonos claros o blancos. Sus largas aletas están equipadas con espinas venenosas, y puede llegar a medir hasta 42 cm y pesar hasta 480 gramos.
Este pez es el primer invasor marino en establecerse ampliamente en el Atlántico occidental y el Caribe, con una rápida dispersión (Whitfield et al., 2007; Schofield, 2009), lo que demuestra su increíble capacidad para colonizar nuevos sistemas costeros (Schofield, 2010).
En Colombia, el primer registro del pez león se hizo a finales de 2008, cuando buzos en la Isla de Providencia informaron a Coralina. La entidad reportó el avistamiento en la base de datos del Servicio Geológico de EE. UU. (USGS) para contribuir al mapeo de la invasión en el Gran Caribe (USGS-NAS, 2011). En diciembre de 2009, el Parque Nacional Natural Old Providence McBean Lagoon documentó oficialmente su primer registro y comenzó a sensibilizar a pescadores, al hospital local y a escuelas de buceo sobre la importancia de controlar esta especie.
El colorido del pez león le otorga un aspecto exótico y lo hace muy apreciado como especie ornamental de acuarios. Foto: Santiago Estrada, instructor de buceo en Santa Marta y fotógrafo submarino.
La llegada del pez león (Pterois volitans) al Caribe colombiano, procedente del lejano Indo-Pacífico, ha desequilibrado la cadena alimenticia de otras especies que sí son de la zona, compitiendo por su alimento, lo cual representa una problemática ambiental dada su eficaz estrategia reproductiva y porque su dieta incluye peces de gran valor ecológico y comercial como el mero y el pargo.
El Instituto de Estudios en Ciencias del Mar (Cecimar), adscrito a la Universidad Nacional (Unal) Sede Caribe, adelantó una investigación entre 2016 y 2020, a través de la bióloga marina Diana Bustos Montes, quien evaluó cómo la calidad de la dieta de este pez y su estrategia reproductiva potencian el éxito de la invasión.
Es decir, su tesis no se enfoca únicamente en el apetito voraz del pez ni en los estragos que causa en los ambientes arrecifales, sino que ahondó en su calidad reproductiva y qué tanto suma a esa condición invasora.
Desde 1985 empezaron a reportarse los primeros avistamientos en Estados Unidos, y el primer registro en Colombia se dio en San Andrés en 2008.
“Aunque existen diversas hipótesis sobre su llegada a los mares del Caribe, la más conocida es que esta se produjo por el rompimiento de un acuario a causa del huracán Andrew que afectó especialmente Las Bahamas y Florida.
“Pero la evidencia genética muestra que hubo múltiples introducciones en distintos lugares, o sea que no fue una única pareja con un código de genes específico que se escapó y llegó al Caribe”.
“Tampoco se descarta la posibilidad de que varios individuos hayan sido arrojados al mar cuando sus tenedores se percataron de lo problemático que es conservarlos, ya que no comen concentrado sino que prefieren ver a sus presas en movimiento para luego emboscarlas y comerlas vivas. Se estima que come peces y crustáceos de unas 250 especies diferentes, la mayoría roncos, pargos, loros y damiselas, familias de alta importancia ecológica y comercial”, afirma la bióloga Bustos.
Esta es la preocupación mayor: que además de la problemática de la sobrepesca, su apetito ha mermado significativamente las poblaciones de peces importantes como meros y pargos, base del sustento alimenticio y económico de la población isleña y vitales para la salud de los arrecifes coralinos y la producción de arena blanca, como los peces loros.
Crecimiento acelerado
Uno de los aspectos estudiados fue determinar qué tan rápido crece un pez león y cuál es la edad de su madurez. Para esto se analizaron cerca de 2.000 individuos durante cuatro años.
Así, se pudo establecer que puede alcanzar una longitud máxima de 48 cm en cinco años. También se comparó su índice de crecimiento con el de otras especies que podrían ser sus depredadores en el arrecife.
La doctora Bustos afirma que al pez león se lo puede comer un mero adulto, por ejemplo, pero la tasa de crecimiento de este es casi la mitad del primero, lo que se convierte en una de las desventajas de las especies nativas y lo que ha provocado el desequilibrio ambiental en el Caribe.
“Si ambos nacen en un tiempo cero, al año y medio el pez león tendrá el doble de tamaño del mero, así que en vez de ser una presa se convertirá en su depredador”, asegura la investigadora.