Generalmente es noticia por la ruptura de los diques y las consecuentes inundaciones en época de lluvias, pero a decir del profesor Isidro Álvarez, La Mojana “va más allá de ser un espacio considerado de tragedia por el agua”, que se destaca por su riqueza cultural y biodiversidad.
Se caracteriza por ser una zona de humedales productivos, con la función ambiental de regular los cauces de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge y facilitar la decantación y acumulación de sus sedimentos.
La dinámica de sus aguas y la biodiversidad de las especies de fauna y flora que ahí encuentran su hábitat, proveen seguridad alimenticia y generan ingresos a sus pobladores, recuerda María M. Aguilera Díaz, en un estudio publicado por el Banco de la República.
Integrada por 11 municipios de los departamentos de Antioquia, Bolívar, Córdoba y Sucre, trabaja para cautivar con su belleza a muchos más turistas de los que hasta ahora llegan y brindar una alternativa de sustento a sus pobladores.
Estandarte de este proyecto es la Ruta Garciamarquiana, un producto turístico-natural o de naturaleza y cultural.
“Es un proyecto pedagógico que nació en la institución educativa Nuestra Señora de las Mercedes, en el municipio de Sucre (homónimo del mismo departamento), desde la clase de ciencias sociales y educación ambiental”, dice el profesor Álvarez, quien es especialista en pedagogía de la Recreación Ecológica, filósofo e historiador, investigador de historias locales, ensayista y narrador literario; promotor cultural y de lectura; miembro de la Fundación Pata de Agua, entidad facilitadora del programa de Desarrollo y Paz de La Mojana, desde donde impulsa la “Ruta Mágica García Márquez, Sucre, la otra orilla de Macondo”.
Explica que “en 2002 fueron los primeros momentos. Se pensó en un escenario pedagógico que mezclara historia y naturaleza, motivar a la investigación sobre las historias locales y los recursos naturales. Fueron aflorando con unas investigaciones, la publicación de algunas obras y fue cuando descubrimos que dentro de esa historia local hacía presencia García Márquez”.
“Él se va a vivir al municipio de Sucre casi 12 años en 1939. Allí nacieron varios de sus hermanos y allí parieron varias de sus obras. Desde allí se comienzan a proyectar todos los escenarios reales y ficcionarios, eso hoy se conoce como el Sendero Histórico Novelado. Además tenemos otros senderos dentro de las corrientes del río, luego uno del agua y otro ecológico”, señala.
- Le puede interesar:El agujero de ozono sobre el Polo Norte crea anomalías meteorológicas
Recuerda que la idea nació de “esas ganas de tener un proyecto pedagógico en el colegio, que lo que buscaba era crear conciencia ambiental y eso es lo que nos arroja, conocimiento, conciencia y aprecio por lo que se tiene. Motiva a los jóvenes a querer lo que se tiene y a apropiarse de ese proyecto para que la naturaleza sea beneficiada. A los que nos visitan comenzamos a hacerles creer y querer porque los invitamos a un espacio de reflexión con las aguas, con lo natural, el avistamiento de aves y de flora. La naturaleza cobra importancia porque es el centro de la vida”.
“Es una búsqueda de equilibrio entre la naturaleza y hombre. El humano recibe lo que la naturaleza le provee, el disfrute del aire, los colores, el silencio, la musicalidad dentro de las aguas y caños, y la naturaleza recibe el encuentro con todo ese escenario que tiene La Mojana, que nos lleva a una reflexión sobre cómo podemos cuidarla”.
La ruta
Cuenta con las rutas culturales y ecológicas: Sendero histórico novelado, un recorrido por los espacios relacionados con la estancia y presencia de “García Márquez en Sucre. Historia de un pueblo dulce abierto al amor”; Sendero acuacultural, recorrido por la geografía del agua: “El viaje del silencio. Un encuentro espiritual y poético con el agua”, y Sendero bioecológico: un encuentro con la historia zenú y la música en el viento con el respectivo avistamiento; y comenzó a recibir sus primeros visitantes en 2005.
“Como cosa extraña fue un extranjero el primero en visitar la ruta. Venía de China en busca de la obra de García Márquez. A hoy recibimos casi 300 visitantes, no solo extranjeros sino del interior que van en busca de un escenario natural pero rico con la obra de García Márquez y toda la inmaculada obra, el escenario del agua y la espiritualidad y toda la biodiversidad que encierra la rica región de La Mojana”, señala el profesor Álvarez.
Pero desde luego que el proyecto tiene sus problemas. “Cuando los niveles sobrepasan los acostumbrados en temporada de lluvias la cosa se complica porque las calles de casco urbano en un 95% se inundan. Así no es tan fácil atender al turista porque no está contemplada esa forma de disfrute pero podríamos hacerlo figurando -guardadas las proporciones- como se hace en Venecia, Italia. Pero por ahora lo que la gente hace es empezar a salvar sus pertenencias. Eso merma la llegada de turistas y la capacidad de ingreso de las familias vinculadas a Pata de Agua y Garza Moderna, que son las que articulan todo el producto como un atractivo más del departamento y La Mojana”.
Dice el profesor Álvarez que también se busca que “no nos vean como un espacio de tragedia por las inundaciones, sino que somos una región que puede aportar a la economía nacional; es una zona con una potencialidad que está para explorar y aprovechar”.
“Por eso Pata de Agua impulsa esta alternativa económica, ojalá haya una mirada profunda y que convirtamos La Mojana en epicentro del turismo natural y cultural”, agrega.
Explica que “es un escenario de 11 municipios, más de un millón de hectáreas que están cubiertas mucho tiempo con agua, la abundancia es variada, es la zona donde llegan los patos canadienses (a los que llamo colombo-canadienses porque vienen a empollar), llegan millares, más el número de garzas o patos rosados que arriban a la zona, numerosas aves silvestres, animales anfibios como babillas, caimanes, hicoteas, hay espacios donde se ven los manatíes para contemplar e investigar, hay animales endémicos como la nutria, que las hay de dos clases. Es mucha la variedad para que el turista se deleite”.
Añade que “en cuanto a flora, La Mojana siempre es verde, tanto en verano como en invierno las ceibas, campanos y suanes, que son frondosos, que cumplen una función en el ecosistema porque son árboles esponjas, son muy llamativos pero desafortunadamente la práctica de la ganadería y la agricultura extensiva han mermado la capacidad de absorción. Si los cuidáramos, nos protegerían de tanta inundación y serían otro atractivo”.
Indica que La Mojana tiene la fortuna de estar “entre los ríos Cauca, Magdalena, San Jorge; fuimos epicentro durante varias épocas de la economía, cuando se movía por río, pero la llegada del asfalto y la carretera nos dejaron en la Colombia profunda”.
Para lograr su objetivo de que La Mojana crezca como destino turístico a través de la oferta cultural y ecológica, este hombre de 49 años, de los cuales ha dedicado 30 a la docencia y a escribir libros como “Azúcar, Sucre, Sucre, entre el mito y el agua” y “El país de las aguas. Revelaciones y voces de La Mojana en la vida y obra de Gabo”, entre otros, asegura que seguirá trabajando y motivando a los pobladores para que cada día lleguen visitantes, nacionales y extranjeros.