Perspectivas. El custodio de la reliquia del bosque Chicamocha | El Nuevo Siglo
HUGO DÍAZ es el líder regional de áreas protegidas de Corpoboyacá y quien viene trabajando con el bosque seco del Chicamocha.
/Cortesía
Domingo, 17 de Julio de 2022
Redacción Medio Ambiente

Paisajísticamente el bosque seco no cautiva, “pero si se detiene a observar las riquezas que guarda en cuanto a flora y fauna, es una maravilla de la naturaleza y por ello hay que protegerlo y conservarlo”, dice Hugo Díaz, quien desde 2012 ha venido trabajando para que esa “reliquia” enclavada en el Cañón del Chicamocha sea declarada como área protegida.

Su labor, apoyada desde la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyá), a la que lleva vinculado 15 años, rindió frutos en 2019 cuando esta área de 12.655 hectáreas ubicada entre los municipios de Soatá, Tipacoque y Boavita, fue establecida como Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI).

Recordó en su concepto el Instituto Humboldt que “los ecosistemas de bosque seco son los de menor representación del Sistema de Áreas Protegidas (Sinap)” y adujo que “en Boyacá son de gran importancia estratégica por ser corredor biológico y punto de conexión ecosistémico entre la vertiente oriental y occidental de la cordillera oriental”.

Recalcó que “el área propuesta debe ser intervenida urgentemente mediante estrategias de conservación, pues se requiere revertir el proceso de deterioro típico de los enclaves secos del país”.

Justamente, una de las razones que llevaron a este biólogo de la UPTC a enfocarse en el bosque seco del Chicamocha fue la necesidad de recuperarlo y mantenerlo.

“Los bosques secos están bajamente representados. Se encuentran en diferentes departamentos (Norte de Santander, Santander, Boyacá y en otros). En el país se han visto muy afectados por cobertura vegetal o biodiversidad y cerca del 70 o 75% se han perdido”, dice Hugo, quien desde el colegio mostró su inclinación por las ciencias naturales y el medio ambiente.

Señala que la declaratoria como DRMI “es algo importante para darle un manejo, no es de conservación estricta, es de uso múltiple, es una de las visiones para empezar a trabajar las actividades productivas, pero cuidando el ecosistema. De los 9 millones de hectáreas que tiene el país, solo el 0,4% estaba dentro de áreas protegidas”.

Explica que “en los bosques secos hay especies que solo se encuentran en esa área, que son endémicas, como la ceiba barrigona (que se creía solo estaba en Santander), un cactus, melocactus pescaderenses, que también está dentro del Distrito. Son un aporte de garantía ecosistémica para la región”.

Añade que el del Chicamocha es especial porque “no es un bosque seco que esté entre los 0 y los 1.000 metros, sino que está dentro del cañón y la diversidad de flora y fauna es muy importante y variada”.

“Otra especie es la de un colibrí que se llamada amazilia duchicastaña, que es endémico; hay halcones, cernícalos que están en peligro crítico; tiene un área densa de aves que requieren cuidado; especies como zorro perruno, murciélagos, armadillos, zarigüeyas, ardillas. Para muchos cuando uno llega a esos bosques, paisajísticamente no es que sea atractivo pero es muy importante, y lo que contienen son maravillas”, indica.



Alternativas

“Tenemos el desierto que es algo similar al de La Tatacoa. Boyacá cuenta con un enclave de montañas, que hace que se generen muchos microhábitats para las especies”, explica Hugo.

Añade que “la visión de la Corporación es buscar nuevas alternativas para el departamento, aviturismo (avistamiento de aves), turismo contemplativo, senderismo y se ha venido trabajando la CAS, porque el bosque colinda con Capitanejo. Allá tienen la intención de declarar área protegida para generar corredores estratégicos, que sean un todo”.

Recuerda que el proceso para la declaratoria de la zona como DRMI incluyó la realización de 14 consultas con la comunidad, socialización donde se convocaba a todos los actores, luego el trabajo con las veredas y la socialización final. “Como Corporación garantizamos las convocatorias, socialización, perifoneo, volantes, convocatoria radial”.

Sin embargo, el trabajo no estuvo exento de críticas y campaña de desinformación. “Se empezó una situación social que generó desinformación sobre el Distrito. Decían que con la declaratoria se les iba a expropiar las tierras. No es cierto, sino que restringe algunos usos. Hubo marchas porque ‘no les iba a dejar tener las cabras’. Lo que se contemplaba era mirar las prácticas y emprender la reconversión agropecuaria”.

“Al final esa desinformación hizo que la comunidad se movilizara. Se les explicó que el Distrito no restringe sino que es un proceso de conservación que tiene unos objetivos, uno de ellos era proteger el capital de la comunicad, que les permita proveerse de alimentos con un enfoque de sostenibilidad”, reitera.

Añade que “hay veredas de Soatá que una no tiene agua y la otra tiene piscinas, debemos mirar cómo hacer para que ambas disfruten del agua. Allí hay desarrollo de urbanización rural y eso no lo permite la norma. Para que haya vivienda campestre debe haber un polígono que lo establece el municipio, no se permite parcelizar la tierra. Venden predios de 1.000 metros, por norma no podrían construir ni siquiera vivienda campesina, menos vivienda campestre, eso genera conflicto”.

Otro paso

Ahora se está en el siguiente paso y es la formulación del Plan de Manejo para contratar lo que viene, predio a predio, concertar cuál es la mejor manera de ordenar el territorio ambiental y económicamente.

“Lo que viene es la zonificación, concertación del uso de la tierra y trabajo con las comunidades, qué proyectos se necesitan para cumplir los objetivos de conservación. Alcaldías, Gobernación y Corporación deber apoyar los proyectos de conservación, restaurar áreas de nacimientos de agua, las que presentan gran desertificación, y hay que tener en cuenta que las cabras se comen hasta las raíces, entonces cómo hacer pilotos de recuperación de los suelos, nuevos renglones económicos; es una figura muy flexible a nivel económico pero también restringe áreas en las que no se puede hacer minería”, explica.

Agrega que “se pueden hacer acuerdos de conservación, ordenar el predio para que se deje una zona para producir y de esa manera fortalecerlo desde el tema ambiental. Pensar en alternativas como ecoturismo, pero que las comunidades aprendan cómo proteger las zonas. El reto es cómo nos asociamos, no tenemos esa cultura. Soatá tiene unos paisajes muy bonitos que vale la pena conocer”.

Insiste en que “Corpoboyacá nunca ha llegado a quitarles las cabras o a expropiarlos. Las áreas protegidas son a perpetuidad”.

Hugo indica que “en este momento estamos en etapa contractual, que se haga todo lo que dice la ley para el manejo, pero lo ideal es que la contratación sea este año. Cuando lleguemos al plan de manejo habrá otro proceso de participación con la comunidad, resolverles dudas, convocarla para que la gente llegue, conozca de primera mano lo que se va a hacer, pero si no lo hacen es muy difícil. Esta es una gran oportunidad para que el Distrito apalanque los proyectos productivos, de reserva, que la gente pueda disfrutar el paisaje”.