Pese a lo vivido en la avalancha de abril de 2017, un evento catastrófico que dejó cientos de muertos y muchos heridos en el municipio de Mocoa, algunos habitantes insisten en repoblar estas sensibles zonas ubicadas en lo que se conoce como la “ronda hídrica” de los ríos, por lo que constantemente se enfrentan a entidades estatales que buscan evitarlo, sin mucho éxito.
“Inicialmente los ríos Sangoyaco y Taruca se utilizaban para transporte, caza, pesca y actividades recreativas. Sin embargo, cuando el municipio de Mocoa se expandió hacia la zona norte de la cabecera, los habitantes tomaron estas dos fuentes hídricas como vertedero de agua residual, haciendo que todo el panorama de recreación o actividad pesquera cambiara y se convirtiera en el sistema de alcantarillado del municipio”.
Así lo afirma Soendra Mildred Cardona Betancourt, magíster en Estudios Amazónicos del Instituto Amazónico de Investigaciones Imani, de la Universidad Nacional (UNAL) Sede Amazonia, quien en su investigación evidencia el deterioro de estas fuentes hídricas, especialmente por influencias antrópicas.
Al inicio de su estudio la magíster Cardona lideraba un grupo de investigación en el Instituto Tecnológico del Putumayo, con el cual inició la toma de muestras de los ríos y la realización de cálculos hidroclimáticos sobre los niveles del agua y la precipitación, e instalaron zonas de monitoreo en las que los estudiantes documentaron los datos reportados diariamente y durante 4 meses.
“Cuando estábamos dentro de la investigación notamos que la parte social era uno de los componentes más fuertes, por lo que decidimos incluir a la comunidad, pero no aquella que le daba la espalda al río, sino la que estaba asentada sobre él, parte de ella desde 1948”.
Con la comunidad realizaron una cartografía social que permitió hacer mapas parlantes, que son instrumentos técnicos metodológicos que permiten organizar y comunicar las decisiones del medio comunal a través de la diagramación de escenarios. Con ellos, la comunidad manifestó cómo estuvieron, cómo están y cómo esperan ver los dos ríos.
Los habitantes manifestaron que antes de la avalancha de 2017 en varias ocasiones hubo grandes crecidas que cambiaron la dinámica de los ríos Sangoyaco y Taruca. Sin embargo, los investigadores no esperaban que esa avalancha ocurriera en medio de la investigación.
“En cuanto a las características de los ríos, también logramos hacer análisis físicos, químicos e hidrobiológicos de las aguas, que después se llevaron al laboratorio, donde pudimos conocer su geografía y topografía. Sin embargo, cuando pasó la avalancha, todo había cambiado, todas las propiedades del río que conocíamos se habían alterado, y nos encontramos con ríos completamente diferentes a los de la investigación”, señala.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que estaban frente a ríos que podían degradar su materia orgánica con facilidad, en parte porque nacen de la montaña, pero también porque en su recorrido reciben aguas residuales, en especial el Sangoyaco, el más contaminado, con presencia de organismos macroinvertebrados./Foto UNAL