Argentina: un paladín de la libre empresa al poder | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Noviembre de 2015

“UN DÍA que va a cambiar nuestras vidas”. Ese fue el premonitorio anuncio que hizo el líder opositor de derecha, Mauricio Macri al momento de depositar su voto y que, sin duda, resume no sólo la histórica jornada del balotaje presidencial registrado ayer en Argentina, sino también su futuro político y la materialización del “Cambiemos” que fue avalado por  13 millones de ciudadanos.

Podría decirse que la buena estrella de vida le brilló a Macri desde antes de nacer. Rico de cuna, educado en los mejores colegios, graduado ingeniero en una universidad privada (U. Católica) y especializado en la estadounidense Universidad de Columbia, le perseguía la sombra de su padre, el italiano nacionalizado argentino Franco Macri, uno de los empresarios más influyentes y astutos.

Así, nunca ejerció su profesión y optó por seguir los pasos de su progenitor. Desempeño la gerencia del holding familiar de construcciones y servicios, demostrando no sólo éxitos, sino perfilando liderazgo y gran poder de convocatoria.  De allí su postulación y triunfo, en 1995, en las elecciones internas por la presidencia del Boca Junior, el  club de fútbol de más hinchas en el país austral, donde volvió a demostrar buena gestión y que estaba para grandes cosas.

Fue entonces cuando Macri, el padre, en una especie de visión dijo en un círculo íntimo familiar: “siempre he pensado que mi hijo debía dedicarse a dirigente deportivo y a la política. Se que va a ser exitoso".

"Yo quería ser el 9 de Boca", confesó una vez el hoy presidente electo de argentina.  Comandó la etapa más ganadora de la historia de los “xenexies” con 17 títulos, 11 de ellos internacionales. Además, convirtió a Boca en el único club en entrar en la Bolsa de Comercio. Y fueron precisamente esos éxitos lo que lo llevaron a lanzarse a la política.

Tras la peor crisis económica y política en 2001, al colapsar el modelo de tipo de cambio fijo y endeudamiento sin freno, creció la ola kirchnerista, liderada por el hoy fallecido Néstor Kirchner, esposo de Cristina, la mandataria saliente. Fue entonces cuando Macri decidió fundar un partido de derecha. Pocos creían en él. Era el símbolo de la antipolítica.

Entonces perdió una elección a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires (capital), pero no se rindió. Logró ser elegido diputado. En la cámara baja, volvió a ser subestimado. Se quedaba dormido en la banca. "Si no te dormís por aburrimiento, no sos normal", se defendió.

Sin embargo, fiel a sus convicciones y metas,  impuso una voluntad férrea.  Ello le permitió ganar  las elecciones a alcalde y logró la reelección en Buenos Aires (la capital, bastión histórico antiperonista), marcando no sólo un punto de inflexión en la política bonarense, sino convirtiéndose ello en un inigualable viento de cola para su aspiración presidencial, derrotero que anoche alcanzó, aliado con la Unión Cívica Radical (socialdemócrata).

Y fue una victoria clara, ya que sacó una ventaja de más de seis puntos porcentuales sobre el hasta hace pocos meses archifavorito, el  peronista moderado Daniel Scioli, quien contaba con el apoyo de la centroizquierdista mandataria saliente Cristina Kirchner, y quien se había impuesto, por 3% en la primera vuelta presidencial registrada el pasado 25 de octubre.

Macri supo rápidamente capitalizar el descontento opositor a 12 años del kirchnerismo en el poder. Así, siempre en ascenso forzó el inédito balotaje presidencial de ayer, al que llegó en la cresta de la ola: un siete por ciento de ventaja en la intención de voto. El veredicto de las urnas le dio el triunfo por cuatro puntos.

Y de esta forma hace historia ya que nunca antes un representante de lo que llaman "establishment', (surgido de la alta sociedad, adalid del libre mercado e hijo del dueño de un imperio de negocios), logra la presidencia del país por votos. Antecesores lo hicieron pero por fraudes o golpes de Estado.

También porque se convertirá en  el primer jefe de Estado desde que se instituyó el voto (en 1916) que no pertenece ni al partido peronista ni al radical socialdemócrata, las dos grandes fuerzas populares en 100 años de vida política en Argentina.

 "Estamos ante la primera administración de tipo moderno. Lidera una coalición antiperonista que va a gobernar sin sectores internos que cuestionen la economía de mercado. Es inédito", dijo el politólogo Sergio Berensztein, de la consultora Poliarquía.

El 10 de diciembre, Mauricio Macri se convertirá en el inquilino de la Casa Rosada, a la que entrará con su actual pareja, la empresaria textil Alejandra Awada (41 años con quien tiene una hija de tres años. También lo acompañarán los tres hijos de su primer matrimonio.

Ese día se pasará la página de más de una década de kirchnerismo y se comenzará a escribir una nueva historia para el país austral. Y Macri deberá, con gestión,  hacer honor al  nombre de su triunfal movimiento políticos “Cambiemos”.

Lo dijo exultante al celebrar su triunfo “Es un cambio de época. Un tiempo que no puede detenerse en revanchas o ajustes de cuentas. Construir una Argentina con pobreza cero, derrotar al narcotráfico y mejorar la calidad democrática".

Ese es su reto y la esperanza de los argentinos: un nuevo país. Y fue por ello que resaltó al cierre de su victorioso discurso  que “el cambio es aquí, ahora y juntos”.