“DECEPCIONADO” por la decisión de la Corte Suprema de Justicia de bloquear la vacunación obligatoria anticovid en las empresas de más de 100 empleados se declaró el presidente de Estados Joe Biden, quién simultáneamente se enfrenta a una difícil votación de su prometida reforma electoral en el Congreso.
En primer lugar, la Corte Suprema de Estados Unidos tumbó la decisión del presidente Joe Biden de imponer la vacunación anticovid en las empresas de más de 100 empleados, lo que representa un duro golpe a los esfuerzos del líder demócrata.
Pero en contraste, la alta corte validó la obligación de vacunación para los empleados de instituciones sanitarias que dependen de fondos federales.
Los seis jueces conservadores de la corte votaron contra la iniciativa anunciada por Biden en septiembre para que la vacunación o los test de covid semanales fueran obligatorios en grandes empresas. Mientras que los tres liberales opinaron en el sentido contrario.
En tanto, en el caso de los empleados sanitarios la obligatoriedad de vacunarse fue aprobada en una votación 5-4, en la que los jueces conservadores John Roberts y Brett Kavanaugh votaron junto a los tres liberales.
“Estoy decepcionado de que la Corte Suprema haya decidido bloquear unos requisitos de sentido común, que pueden salvar vidas", que estaban dirigidos a "empleados de grandes empresas, basados directamente en la ciencia y la ley", declaró el presidente en un comunicado.
Tras este duro revés, el mandatario estadounidense se enfrentaría a otro: el rechazo del Congreso a su prometida gran reforma electoral, de la que ha dicho busca proteger la ley de acceso al voto.
Biden reconoció que "no está seguro" de lograr que se adopte esa gran reforma electoral, aunque mantuvo su confianza. "Espero que lo consigamos, pero no estoy seguro", afirmó sobre este proyecto esencial de su presidencia, después de reunirse en el Capitolio con senadores demócratas, una de las cuales ya dijo que no votará a favor de modificar una regla del Senado que se necesita cambiar para poder adoptar la reforma por mayoría simple.
El intento desesperado del presidente Joe Biden parecía abocado al fracaso por la oposición no solo de los republicanos, sino de miembros de su propio partido, el demócrata.
Antes de su visita al Congreso para intentar convencer a sus copartidarios, Biden conoció la posición de la senadora demócrata Kyrsten Sinema, quien pronunció un discurso en el que explicó que, aunque respaldaba los proyectos de ley sobre el acceso al voto, no estaba de acuerdo en cambiar la regla, conocida como filibusterismo.
Sinema dijo que pasar por alto el filibusterismo, que requiere una mayoría de 60 votos de 100 y, por lo tanto, cierto apoyo republicano para un proyecto de ley demócrata profundizaría la "espiral infernal de división". "Para proteger nuestra democracia (...) no se puede lograr a través de un solo partido", dijo.
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Biden argumenta que los proyectos de ley nacionales sobre el derecho al voto son vitales para preservar la democracia estadounidense contra los intentos republicanos de excluir a los votantes negros y otros predominantemente demócratas a través de una serie de leyes promulgadas recientemente a nivel local.
Cuando falta una semana para que cumpla un año en el cargo, el índice de popularidad de Biden entre la opinión pública es inferior al 40% y los republicanos están bien posicionados para quitar el control del Congreso a los demócratas en las elecciones de mitad de mandato que se celebrarán en noviembre.
"Lo que está en juego no es nada menos que nuestra democracia", dijo Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y aliada clave de Biden.
Irónicamente, en un momento de divisiones implacables entre republicanos y demócratas, los republicanos no son el mayor problema de Biden.
Los demócratas controlan el Senado por solo un voto y eso no es suficiente, según las reglas actuales, para aprobar la mayoría de las leyes.
El filibusterismo ha permitido a los republicanos entorpecer el trabajo de los demócratas en el Senado durante los últimos 12 meses.
Esta vez Biden pide a su partido que cree una excepción al obstruccionismo, que permita cambiar la regla temporalmente y votar los proyectos de ley electorales por mayoría simple, pasando por alto a los republicanos.