Cirugía histórica del discurso de Petro desde el balcón | El Nuevo Siglo
Para Flórez Petro genera confusión con un discurso radical, pero a la hora de la verdad con medidas muy moderadas.
Alejandro Avendaño - El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Febrero de 2023
Redacción Política

EL NUEVO SIGLO: ¿Conoce usted en la historia de Colombia a algún presidente que, en su carácter de primer mandatario, hubiera llamado a la población a levantarse y no arrodillarse?

JUAN CARLOS FLÓREZ: Uno de los mandatarios que convocó a la plaza fue el dictador Rojas Pinilla, que en una ceremonia  en la Plaza de Bolívar recibió, con la gente de rodillas, un juramento de lealtad de la ciudadanía y de las Fuerzas Militares, de lo que llamaban, en la época de la dictadura, los estamentos.

ENS: El presidente Petro en su discurso de esta semana, en el balcón de la Casa de Nariño, hizo alusión a la forma en que se suspendió la Revolución en Marcha de 1938 ¿Usted qué opina?

JCF: Hay que recordar que el problema fundamental de López Pumarejo no solo fue que Eduardo Santos pusiera lo que llamaron los periódicos de aquella época “la pausa”. El problema de López radicó en que la coalición para apoyar las reformas era muy pequeña, incluso dentro del propio Partido Liberal. Buena parte de los senadores y representantes liberales, no solo los del conservatismo, sino los de su propio partido, eran representantes de los intereses de la tierra; muchos de ellos era hacendados en las provincias en Bolívar, en el Cauca, para citar dos lugares de Colombia con grandes extensiones de tierra. Entonces ya antes de Eduardo Santos, López Pumarejo tenía perdida la partida porque su grupo político, el Partido Liberal, no contenía tantos elementos reformistas como requerían. Tengo la sensación de que Petro cita a López y el fracaso de sus reformas, así llamadas por este presidente liberal, porque siente que nuevamente su coalición reformista es muy débil, porque no se sostiene sobre principios ideológicos, excepto por el grupo político propio del Pacto Histórico, sino que la coalición se sostiene sobre el tradicional reparto de puestos y contratos que caracterizan la política colombiana. Entonces él sabe que esas coaliciones son muy deleznables, que son muy efímeras, que se las lleva el viento.

ENS: ¿Usted ve alguna similitud entre el frente popular que apoyaba a López Pumarejo y lo que hoy pretende el presidente Petro en las calles?

JCF: Hay una lejana similitud en la medida en que la mayoría de los sindicatos y las organizaciones de izquierda respaldan a Petro. En su momento López Pumarejo, hay que recordarlo, tenía un Partido Liberal más grande y el peso de los sindicatos y de figuras como María Cano estaba más bien relacionado con las nuevas ideas para la época, al igual que Petro, y en eso sí hay similitud; tanto López Pumarejo como Petro eran muy hábiles para recoger las ideas de la época. Aunque López no fue un izquierdista, estaban de moda las luchas sociales, las reivindicaciones por la tierra; quiso montarse en ese caballo, pero el caballo era muy débil. En el caso de Petro, él ya tiene esta suerte, pero como las decisiones finalmente las toma la misma casta política, de toda la vida en el Congreso, esa es su debilidad y también se puede asustar la clase media y los grandes intereses del país. Y entonces la casta política va a reversar sus reformas.

Si no moviliza lo suficientemente a la gente suya en las calles, entonces la casta política le va a subir el costo de transacción y ya sabemos qué resultados tiene eso: se dispara la corrupción.  Recuerde usted, cuando llega el uribismo de regreso al poder con Duque, que intentaron someter a dieta a la casta política en el primer año y eso no funcionó y yo creo que Petro, que mira con mucha atención, porque quiere emular a los líderes de la izquierda latinoamericana, debe ver con enorme preocupación lo que le aconteció a Lula da Silva hace unos años, cuando tuvo que transar con la casta política y eso volvió completamente corrupto a su propio partido, terminó con la caída de su sucesora y con él mismo en la cárcel.

ENS: En 1948 el país era subdesarrollado y pequeño ¿Usted qué considera que hubiera ocurrido si no se produce el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, todavía sin autoría conocida? ¿Cuáles eran sus posibilidades de ser presidente?

JCF: Tenía posibilidades en cuanto a que había ganado en la calle de las grandes ciudades, la calle de Bogotá, la calle de Barranquilla, para mencionar dos grandes ciudades que ponían muchos votos; eran de Gaitán, pero seguía teniendo el problema de que el establecimiento liberal no era partidario de Gaitán, de manera que tampoco era que tuviera la autopista abierta para llegar inmediatamente a la presidencia, porque además en el clima de radicalización que se había generado en el país, no solamente se le oponía a Gaitán el liderazgo conservador, sino también un porcentaje no despreciable de su propio partido. Recordemos que el Partido Liberal a lo largo de su historia ha sido de propietarios que también tienen miedo de las convulsiones políticas, de manera que yo lo que señalaría es que, incluso gobernando, Gaitán se hubiera enfrentado al mismo problema de López Pumarejo, que era la debilidad de la Alianza reformista en Colombia.



ENS: ¿Encuentra usted alguna coincidencia entre la marcha del silencio que citó Gaitán en la Plaza de Bolívar y lo que ha pretendido el presidente Petro?

JCF: No, ninguna, por dos razones: porque la marcha a Gaitán expresaba el temor de una parte del Partido Liberal a que la contienda que se había desatado en las regiones implicase un continuo exterminio físico sobre sus líderes. Había un movimiento masivo a favor de la supervivencia del Partido Liberal en la antesala de los que serían tal vez los dos años más violentos de la historia de Colombia. En segundo lugar, porque Gaitán tenía en esos momentos el prestigio de quien aún no ha gobernado; en Bogotá lo había hecho no por muy largo tiempo, pero nacionalmente no había gobernado.  Lo que hizo el presidente Petro, me parece a mí, fue una teatralización limitada de la movilización popular porque no quiso convocar a la Plaza de Bolívar, sino a un sitio mucho más pequeño, de manera que fue como más un mensaje que el deseo de una movilización masiva. Yo lo veo como un mensaje a dos sectores: a la casta política para decirles: “si ustedes me muñequean bastante y me suben demasiado el costo de transacción a corrupción, yo voy a movilizar a la calle”. Y el otro a los grandes grupos empresariales y financieros del país ligados con los fondos de pensiones, la gallina de los huevos de oro de la economía colombiana, para decirle: “yo quiero realizar una reforma, y si ustedes no me aceptan una reducción de poder de ustedes a través de los fondos de pensiones voy a movilizar a la calle”. Mientras que Gaitán puso todo en la movilización y el pueblo de Bogotá así lo entendió, que debía salir a manifestarse en un último intento por evitar el desangre que se venía pierna arriba en Colombia. Creo que la puesta en escena de Petro era muy calculada y hasta el día de hoy sus seguidores siguen sin entenderla ¿por qué no nos llevó a la Plaza de Bolívar? Y sus eventuales contradictores en la casta política y en los grandes grupos económicos tampoco terminan de entender.

ENS: Siendo el M-19, del que el presidente Petro fue integrante, una consecuencia del supuesto fraude contra el general Rojas Pinilla ¿Qué cree usted que hubiera ocurrido si se hubiera confirmado el triunfo del general?

JCF: Pues hubiera sido un gobierno que hubiera ensayado algunas medidas populistas en alianza con sectores de la clase política tradicional en las regiones, buena parte de las listas al Congreso de Rojas Pinilla estaban conformadas por disidentes, en su mayoría conservadores y algunos liberales, de manera que Rojas Pinilla no hubiese tocado ninguna cosa de fondo; él mismo era un gran propietario de tierras, le gustaba acumular tierras. Ya era un hombre muy afectado en su salud, de manera que hubiera sido el ocaso del general en el gobierno. Él en el fondo era timorato, comparado con otros dictadores de América Latina. Por ejemplo, cuando es derrocado en el 55 Perón, hay bombardeos sobre Buenos Aires y hay enfrentamientos militares en la capital argentina. Yo creo que no hubiera pasado nada; recordemos que Rojas Pinilla no dio el golpe, a él lo pusieron. Rojas no tenía madera de estadista ni de revolucionario.

ENS: Habiendo sido el presidente Petro miembro del M-19 y, por tanto, con ciertos perfiles anapistas ¿Cree que va en esa dirección de crear un movimiento al estilo peronista, como pretendió Rojas Pinilla?

JCF: No lo creo. Petro es un hombre que lleva más de 30 años en la política colombiana, y si uno se fija en las primeras acciones de su Gobierno lo que ha buscado es llegar a algunos acuerdos con los jefes máximos. El de la oposición es Uribe, con un sector que tiene un poder desestabilizador en las regiones muy grande, político y económico. De manera que yo lo que creo es que el desafío que tiene Petro es que llegó con un discurso radical, pero no está haciendo un gobierno tan radical como el que les gustaría a sus seguidores, a los movimientos indígenas, a algunos sectores políticos, a la juventud que se movilizó por él en las calles. Entonces Petro tiene un discurso en ocasiones radical para para mantener vivo ese respaldo político que necesita para las elecciones de octubre y necesita para dejar un sucesor o crear una coalición de gobierno que le suceda.

ENS: El M-19 se desmovilizó poco antes de la Constituyente de 1991 y fue un gran protagonista de la asamblea. El presidente Petro suele considerar, sin embargo, que la gran traición del M-19 fue no haber apoyado la revocatoria del Congreso que planteaba Álvaro Gómez, con posibilidad de que los mismos constituyentes pudieran lanzarse para desarrollar por leyes la nueva Constitución ¿Cómo vio usted ese episodio?

JCF: Yo creo que Álvaro Gómez tenía razón porque la Constituyente era como una gigantesca ley estatutaria que necesitaba desarrollos en todos los campos y el gran ausente del salón de convenciones fue la Carta Jurídica. Personalmente recuerdo una anécdota cuando un grupo de jóvenes le preguntamos, a uno de los constituyentes más prestigiosos, por qué razón no estaban presentes las grandes castas políticas en la Asamblea Constituyente, con excepciones, y entonces se quedó callado un momento y nos dijo: “muchachos, porque aquí no hay contratos”. Entonces esa circunstancia es cierta lo que proponía Gómez también tenía una debilidad inmensa sin una coalición de reformas era imposible mantener el espíritu de la Constitución del 91, eso significaba había que salir a pelearle los votos a las grandes maquinarias por los pueblos, las ciudades y los campos de Colombia y hasta el momento ninguna fuerza política ha logrado convertirse en mayoría definitiva sobre la carta política o las diversas castas políticas regionales.  

ENS: Ahora, el presidente Petro busca presionar al Congreso citando a lo que llamó una “multitud consciente”. ¿Cree que el Parlamento se dejará presionar? ¿En qué terminará esta situación?

JCF: La casta política colombiana es la más antigua de América Latina y esa casta política tiene una experiencia muy larga de mantener el poder en sus manos. A uno puede que no le guste la casta política, pero es un riesgo inmenso menospreciar su habilidad gigantesca para permanecer en el poder, de manera que puede funcionar frente a algunas leyes una movilización y en algunas regiones la casta política es sensible también a la opinión pública, pero como único instrumento de negociación es insuficiente; eso es lo que demuestra la historia de Colombia. En eso sí tenía toda la razón Álvaro Gómez porque el clientelismo resultó en la más grande gangrena que ha destruido el cuerpo de la democracia colombiana.

ENS: Por lo pronto los medios hacen cábalas en torno a quiénes salieron más a marchar, si el gobiernismo o la oposición ¿Cree usted que se afianzará este fenómeno a lo largo de los días?

JCF: Ocurre que Petro sigue manteniendo una capacidad que ha tenido en los últimos años y es el hombre que pone la agenda. Y en estos momentos no tenemos un programa positivo de la oposición; el programa de la oposición es un no a las propuestas que hace Petro, de manera que es muy importante tener presente con todas las dificultades que tiene por delante hasta el momento que no hay un liderazgo político que se contraponga al de Petro. Hoy Uribe está en una suerte de retiro táctico. Y solo aparece en pequeños escenarios y seguramente actuando también desde la sombra. Y no hay ningún político de magnitud para que sea un retador y aglutine a su alrededor a distintas fuerzas para contraponerse a Petro.

ENS: Después del discurso desde el balcón, en el cual el presidente se manifestó abiertamente rupturista, ¿cómo visualizaría usted al presidente Petro en el entorno latinoamericano?

JCF: Simplemente que el que pega primero pega dos veces. Pegó y lo que está haciendo es un proceso de ablandamientos de los contrarios, pero en el fondo Petro sabe que necesita llegar a algún tipo de transacción. No lo ha mencionado, pero recordemos que en ese discurso Petro lo que señala es que quiere desmontar el modelo neoliberal. Y el modelo que Petro llama neoliberal ha sido sostenido en Colombia por una coalición muy grande de partidos políticos, de grupo empresariales, de opinadores de sectores sociales, de manera que el presidente tendría que montar una coalición muy amplia para lograr desmontar en todos los campos ese modelo neoliberal. Entonces siendo Petro un político muy sagaz, pues no en vano es el primer hombre de izquierdas que llega a la presidencia, yo no lo veo pensando que solo la tensión va a darle resultados. Yo creo que él está en un proceso de tira y afloje y sabe que este es el momento en que tiene que apretar porque ha de garantizar las mejores condiciones para la negociación durísima que se viene y uno de los asuntos de fondo es la reforma del sistema privado de pensiones.