Xi Jinping, con paso firme a inédito tercer mandato | El Nuevo Siglo
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Viernes, 3 de Marzo de 2023
Redacción internacional con AFP

LOS ‘SUPERPODERES’ que el octubre pasado le otorgó el Partido Comunista en su centenario congreso fueron el blindaje para que Xi Jinping apaciguara el creciente descontento por su draconiana política cero covid y las repercusiones que el mismo tuvo en su economía.

Rozando su primera década en el poder, con un proyecto político tan contundente que amén de tener un enfoque profundo y personal sobre lo que debe ser la China moderna, el presidente se encamina a su tercer mandato, el que le será oficializado por la Asamblea Popular de China una vez concluya su cónclave anual que arranca este domingo.

En la antesala de su cumpleaños No. 70 y tras lograr que el pleno del congreso comunista adoptara una “resolución” sobre su visión, misión y estrategia para un país moderno sin abandonar un ápice las centenarias orientaciones políticas, Xi Jinping erige como el líder chino del siglo XXI y equiparable solo con Mao Zedong, el fundador de esa República Popular.

Con el gigante asiático con fuerte penetración en la economía global e indiscutible peso geopolítico, impulsando de paso la idea compartida con Rusia de un ‘nuevo orden mundial’, Xi Jinping implementa su plan de la modernización china, la que justifica con la frase: “ella ofrece a la humanidad una nueva opción para modernizarse”.

Desde que años atrás alcanzó el poderoso cargo de secretario general del Partido creó un ‘culto’ a su liderazgo y personalidad, con la que preside desde el 2013 el gigante asiático y se apresta a seguir como mínimo cinco años más.

Tras modificar la Constitución, implementar ambiciosas reformas tanto políticas como económicas que le permitieron concentrar el mando, rodearse de un equipo tan preparado como fiel, Jinping logró reescribir la historia del centenario partido comunista, tal cual lo reconocen expertos sinólogos. Así, con miles de ‘ideogramas’, una cátedra política que se imparte desde los primeros años de escuela y un posicionamiento de su liderazgo en la escena internacional, el presidente chino avanza con firmeza en su estrategia: “el desarrollo del socialismo con características chinas para una nueva era y su consolidación como potencia”.

Así, tras la semana de deliberaciones de la Asamblea Popular de China, en la que también se trazará la hoja de ruta económica se aprobará el tercer mandato presidencial inédito para Xi Jinping, cerrando el ciclo iniciado meses atrás cuando fue reelegido para otros cinco años como líder del Partido Comunista y de las Fuerzas Armadas, las dos posiciones de poder más importantes en la política de ese país.

Desde entonces, el dirigente enfrentó desafíos inesperados con protestas contra la política de cero covid y su subsecuente abandono que provocó numerosas muertes.

Estas cuestiones quedarán seguramente de lado en este cónclave, evento cuidadosamente coreografiado que también nombrará a Li Qiang, exjefe del partido en Shanghái y aliado de Xi, como nuevo primer ministro.

Se espera que la sesión plenaria dure alrededor de diez días y culmine con el cerrado espaldarazo de los 3.000 delegados que se reunirán en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín a Jinping.

Algunos académicos como Alfred Muluan Wu, profesor de la Universidad de Singapur consideran que aunque "es probable que la opinión pública no vea a Xi con buenos ojos por el impacto de su política cero covid”, es indiscutible que el mandatario todavía goza de una posición "bastante fuerte" en la cumbre del partido, “que lo hace virtualmente incuestionable”.

China mantuvo hasta diciembre una de las políticas anticovid más estrictas del mundo, con test masivos y largos confinamientos que perturbaron el crecimiento económico y la vida social.

El malestar estalló en noviembre con las manifestaciones públicas más extensas en décadas. La política sanitaria se desmanteló poco después, provocando un estallido de contagios y muertes que las autoridades apenas comunicaron oficialmente.

En vez de amenazar el poder de Xi, las protestas del año pasado "le dieron precisamente lo que estaba buscando", dijo Christopher Johnson, presidente de China Strategies Group.

"Si abandonar el cero covid iba bien, podía (...) decir que escuchó a la gente. Si iba mal, podía culpar a los manifestantes y las 'fuerzas foráneas hostiles' que su jefe de seguridad sugirió públicamente que estaban detrás de ellos", escribió en un artículo en la revista Foreign Affairs la semana pasada.

Steve Tsang, director del SOAS China Institute de la Universidad de Londres, dijo que Xi tiene la oportunidad de alardear de su respuesta a la presión. "Actuó con decisión cuando las protestas incluían llamados a que él y el Partido Comunista se fueran. Las sofocó y eliminó su causa básica", dijo.

El país todavía se recupera del brote y de tres años en que las empresas, los empleos y la educación quedaron subyugados a la exigencia del gobierno de acabar con el virus a cualquier precio.

 

¿Y la economía?

La Asamblea Popular tendrá también como eje la economía que, como reseñamos fue impactada por la dura política contra el coronavirus.

Así, es altamente probable que por la desaceleración mundial, la crisis inmobiliaria y las tensiones geopolíticas, China fije para 2023 uno de los objetivos de crecimiento más bajos desde hace décadas, según señalaron varios expertos a la AFP.

El objetivo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) debe presentarse en principio este domingo en el discurso del primer ministro saliente, Li Keqiang, con la que se inaugura la Asamblea.

La segunda economía mundial, duramente afectada por las restricciones anticovid en vigor durante casi tres años, registró un crecimiento de solo 3% en 2022, uno de los peores en 40 años. Para este se prevé prudencia. Un consenso de economistas pronostica un objetivo del 5,3%, uno de los más bajos en décadas. El año pasado, Pekín se fijó un 5,5%.

Incluso si las restricciones sanitarias terminaron en diciembre, la recuperación económica china puede sufrir por la mala salud del mercado inmobiliario. El sector representa junto a la construcción un cuarto del PIB nacional y desempeñó un papel clave en la recuperación pospandémica en 2020. Pero luego se debilitó.

Numerosos promotores luchan por sobrevivir tras un endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito por parte de Pekín y una caída de las ventas inmobiliarias.

Además, numerosos compradores rechazaron pagar sus mensualidades el año pasado, hartos de los retrasos en la entrega de sus viviendas.

"Las ventas, las obras iniciadas y los precios están todos a la baja", indica Harry Murphy Cruise, economista en Moody's.

"Las quiebras de promotores inmobiliarios a finales de 2021 dejaron más de un millón de casas prevendidas inacabadas, lo que asusta a los consumidores y los lleva a dar la espalda al mercado", añade.

El contexto internacional no ayuda. Numerosos economistas temen una ralentización mundial en un contexto de aumento de precios y de incremento de las tasas de interés por parte de los bancos centrales para frenar la inflación.

"Vemos contenedores vacíos apilarse en los puertos chinos", afirmó Gene Ma, director del departamento de investigación sobre China del Instituto de Finanzas Internacionales, agregando que "la demanda de exportaciones disminuye rápidamente debido a la debilidad del crecimiento mundial y al desplazamiento de las cadenas de suministro", dice.

Según los expertos, el consumo será un factor importante en la recuperación de la economía china.

En un informe reciente, Jing Liu, economista en jefe sobre China para HSBC Global Research, apunta a "señales de un repunte de la confianza de los consumidores" y "una actividad económica más fuerte que sostiene el mercado laboral".

Gene Ma comparte su optimismo y señala que su Instituto de Finanzas Internacionales espera un aumento del consumo de los hogares, de -0,2% el año pasado al +9% este año.

"Sabiendo que el consumo de los hogares representa alrededor del 40% del PIB, solo esto puede hacer progresar el PIB en 3,5 puntos", augura.

 

Tensión con Occidente

Las tensiones geopolíticas pesan también en las perspectivas de crecimiento chino y máxime con la posibilidad -aunque remota- de una eventual implicación de Pekín para respaldar a Rusia en la guerra en Ucrania.

Por ahora, el gobierno de Jinping funge como mediador y presentó un plan de paz de doce puntos, en el que insiste en que la única salida al conflicto es el diálogo serio y comprometido.

El cónclave se realiza en medio también del enfriamiento de la relación del gigante asiático con los países occidentales y no sólo por su rechazo a condenar la invasión militar de Putin a Ucrania, así como por las constantes advertencias norteamericanas sobre una posible entrega de armamento a Rusia, sino por los supuestos globos ‘espía’ detectados y derribados sobre cielo norteamericano.

También, los señalamientos de dos agencias norteamericanas, el Departamento de Energía y el FBI en el sentido de que el covid se ‘habría fugado de un laboratorio chino” han generado malestar en Pekín, que insiste es una campaña de difamación de Estados Unidos.

Ubicándose muy por encima de todas estas situaciones y con un norte claro, Xi Jinping camina a su reelección: ahí está y ahí se queda, por lo menos cinco años más. /