LA invasión rusa de Ucrania, desencadenada hace casi un mes, irrumpió rápidamente en el tablero de ajedrez del sector espacial civil, frenando brutalmente la cooperación entre Moscú y las potencias occidentales que surgió tras el fin de la Guerra Fría.
Hace una semana y en represalia a las sanciones de la Unión Europea (UE), la agencia espacial rusa Roscosmos decidió suspender sus lanzamientos de Soyuz desde Kourou, en Guayana francesa, y de repatriar a su equipo de un centenar de ingenieros y técnicos.
Otra víctima colateral del conflicto es la misión ruso-europea ExoMars, que ayer fue suspendida por la Agencia Espacial Europea (ESA), al igual que el lanzamiento de dos satélites destinados a la constelación europea de localización Galileo, de la misión científica Euclid y de la misión europea-japonesa de observación de la tierra EarthCARE.
De esta forma, la Agencia abrió la búsqueda de alternativas para llevar a cabo otras cuatro misiones.
ExoMars tenía previsto lanzar en septiembre un rover con destino Marte, con ayuda de una lanzadera y una estructura de aterrizaje rusas. Inicialmente previsto en 2020, por la pandemia fue aplazada para este septiembre.
Los lanzamientos de misiones de la ESA dependían hasta ahora del uso de la lanzadera rusa Soyuz desde el puerto espacial europeo de Kurú, en la Guyana Francesa.
El rover, bautizado Rosalind Franklin, debía ser transportado por una nave Soyuz desde Baikonur en Kazajistán y llegar a Marte gracias a la plataforma de aterrizaje "Kazachok", también rusa.
El responsable de la agencia espacial rusa (Roscosmos), Dmitri Rogozin, dijo que esta decisión es “un hecho muy amargo para todos los entusiastas del espacio”, aunque quiso mostrarse confiado al señalar que “tardaremos algunos años (...) pero podremos llevar a cabo solos esta misión de investigación desde el nuevo sitio de lanzamiento del cosmódromo de Vostochni", aseguró.
Con esta suspensión de la Agencia Espacial Europea, compuesta por 22 estados, se cierra -de momento- la ventana para explorar el planeta rojo.
"Es algo doloroso para la ciencia y los científicos que han creado vínculos a lo largo de estos años, y han invertido años de trabajo", reaccionó Isabelle Sourbès-Verger, directora de investigación de políticas espaciales en el centro francés de investigación científica (CNRS).
ExoMars, una misión capital para la búsqueda de vida extraterrestre, simbolizaba también el éxito de una asociación entre la Europa espacial y Rusia, iniciada en 1996, explicó a la AFP Sourbès-Verger.
"Darle un lugar a Rusia"
"Tras el derrumbe del bloque del Este y la dislocación de la URSS, los Estados europeos y Estados Unidos buscaron naturalmente dar un lugar a los rusos" en el sector espacial, recuerda un analista del sector, que pidió el anonimato.
En efecto, no podían dejarse de lado la experiencia y los conocimientos de una potencia espacial tan emblemática. La experiencia del vuelo tripulado a la estación Mir permitió el desarrollo de la Estación Espacial Internacional (ISS), la mayor colaboración espacial hasta ahora entre el bloque occidental y Rusia.
La idea, prosigue el experto, era también construir una cooperación espacial civil como "medio para acercar a las naciones".
En aquel momento, algunos científicos e industriales rusos propusieron que su país se convirtiera en miembro de la ESA, relata Isabelle Sourbès-Verger. "No era posible absorber un sector tan grande, pero Europa buscó de inmediato lo que podía hacer junto a Rusia".
En el plano comercial, desde 2011, la francesa Arianespace colaboró con la agencia rusa Roscosmos para explotar el cohete ruso Soyuz, desde Kourou y Baikonur.
Pero a lo largo de los años, las relaciones se volvieron más tensas, en especial tras la anexión de Crimea en 2014. Ahora, la invasión de Ucrania ha dado por terminada, de momento, esas relaciones.
Roscosmos anunció que se iba a concentrar en la construcción de satélites militares, poniendo fin a las experiencias científicas conjuntas en la ISS con Alemania, que también rompió su colaboración con Moscú, igual que lo hiciera el francés CNRS.
La NASA ha asegurado por su lado que Estados Unidos y Rusia siguen trabajando juntos "pacíficamente" en la ISS, donde los equipos "siempre se hablan". Pero agregó que busca soluciones para mantener la Estación en órbita sin la ayuda de Rusia.
Del lado ruso, el creciente aislamiento del país corre el riesgo de agravar aún más el "déficit presupuestario que padece la ciencia" en Rusia, destaca la investigadora.
En días pasados, unos 7.000 científicos rusos criticaron públicamente la guerra, que sabotea según ellos las ambiciones de su país para ser una "gran nación científica".