José Galat | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Marzo de 2019

Conocí a este ilustre personaje hace 30 años, estrechamos amistad hace 25 y nos distanciamos hace 3. Lo conocí muy bien, emprendimos apasionantes aventuras, tanto de fe como cultural, política, empresarial, académica y comunicacional. Fuimos amigos muy cercanos compartiendo éxitos y fracasos, soñamos con un mundo mejor, dándole a Colombia toda nuestra entrega. Viajamos juntos por muchas ciudades y rincones del país, por tierra, aire, mares y ríos, también por numerosos países en varios continentes, tomando experiencias para aplicarlas a la nación que nos vio nacer.

Emprendimos empresas, hicimos ambos el canal Teleamiga, evangelizamos miles y miles de personas en Colombia, Latinoamérica, Estados Unidos y Cuba. Yo proponía y ejecutaba, el siempre apoyaba mis iniciativas y yo hacia lo mismo con las de el. Jesucristo, la Santísima Virgen, la religión católica y la santa iglesia siempre fueron la consigna, la política nuestro compromiso. Todo lo hicimos con el convencimiento de hacer el bien a la humanidad.

Hace unos 5 años nuestra amistad comenzó a deteriorarse a raíz de personas que lo influenciaron contra mi y como una de sus características era la de ser irreductiblemente influenciable, tal como le sucedió con muchos de quienes fueron sus amigos mas cercanos, él tomaba curso a lo recibido y sin comprobar decidía como buen árabe que era, asumiendo posiciones inflexibles, sin importar la autentica verdad.

Así actuó conmigo por no estar de acuerdo con esa absurda posición que tomó atacando a la iglesia y al Papa, aun cuando traté por todos los medios de disuadirlo de esa insensata idea.  Me tocaba decidir si lo apoyaba a el o a la iglesia, me decidí por la iglesia. José nunca me lo perdonó acusándome de traición y ensañándose contra mí sin compasión.

El día de su muerte, la cual se veía venir por su avanzada edad y mal estado de salud, contrario a lo que yo había pensado, sentí profundo dolor y en mi corazón lo perdoné. Había pensado no ir a su funeral, pero decidí que si lo haría y con mi corazón en paz, le pedí al Señor por su alma acompañándolo en su última misa ya en el ataúd.  

José fue un hombre valido, gran intelectual, excelente académico y por mucho tiempo un soldado de la iglesia hasta que se rebeló equivocadamente y así lamentablemente murió, separado de la iglesia, renegado, desvió esa gran obra evangelizadora y constructiva que fue Teleamiga, fundamentalizándola sin que esa fuera jamás nuestra idea original.

Terco, apasionado, astuto y audaz, vivió entre amigos y enemigos que se forjaba sin necesidad, ejerció el poder de la Universidad La Gran Colombia con férrea voluntad por 38 años, deja gente que lo amaba y otros que no lo querían. Vivió 90 años aunque él siempre creyó ser inmortal, pero la realidad le asomó un lunes a las 8 de la mañana. No pudo ser presidente de Colombia como fuera su sueño y frustración. Murió convencido de sus ideas.

José Galat una leyenda que se apagó, la Universidad asume nueva dirección y ¿Teleamiga?

¡Dios bendiga su alma y le de un descanso en paz, ese es mi sincero deseo a quien fuera un amigo por un cuarto de siglo!

arangodiego@hotmail.com