Dos años después de la victoria del Liverpool sobre el Tottenham, Inglaterra acapara de nuevo la final de la Liga de Campeones, pero el duelo entre Manchester City y Chelsea, arquetipos de clubes que han crecido gracias a sus ricos propietarios, incomodará a algunos 'puristas'.
Poco después del drama del nacimiento y caída exprés de la Superliga europea, proyecto de competición semicerrada puesto en marcha por los clubes más poderosos del continente, dos de los doce promotores se encontrarán en la final de la competición a la que 'traicionaban'.
De hecho, no es sorprendente. Más allá del Bayern Múnich-PSG, final del año pasado entre dos equipos que estaban en un principio fuera del proyecto, todas las finales desde 2014 han sido protagonizadas por clubes que apostaron por la Superliga.
Tras dos días de locura después del anuncio del nacimiento de la competición, City y Chelsea fueron los primeros en pedir disculpas y bajarse del barco.
En Estambul, el 29 de mayo, el City intentará llevar la primera 'Orejona' a sus vitrinas. Tras tres eliminaciones consecutivas en cuartos, el proyecto sostenido por Emiratos Árabes Unidos desde hace 13 años tendrá ese día su primera bola de partido para entrar definitivamente en la realeza europea.
Abramovich, el pionero
Capaz de ganar a la UEFA un pulso en los tribunales sobre el 'fair play financiero', el City no parecía perder el sueño cuando anunciaba hace un mes pérdidas de 147 millones de euros (177 millones de dólares) como consecuencia principalmente de la pandemia de covid-19.
Su técnico Pep Guardiola tiene a su disposición la plantilla más cara del mundo, con un valor acumulado que supera los 1.000 millones de euros (1.200 millones de dólares), según los cálculos del Observatorio del Fútbol (CIES) en octubre.
El Chelsea tampoco ha tenido problemas a la hora de sacar la chequera desde 2003 y la llegada del millonario ruso Roman Abramovich.
Pionero como propietario extranjero en la Premier League, Abramovich gastó 250 millones de euros (300 millones de dólares) para reforzar a su equipo esta temporada.
La contrapartida de este compromiso, a pesar de que le retiraron su visa las autoridades británicas, lo que le impide asistir a los partidos en Stamford Bridge desde hace casi tres años, es que exige resultados inmediatos.
La importancia de la formación
La falta de resultados provocaron la destitución de Frank Lampard a principios de este año y la llegada providencial de Thomas Tuchel, que ha llevado al equipo a la final de la Copa de Inglaterra -eliminando al City (1-0) en semifinales- y tiene buenas opciones de finalizar la Premier entre los cuatro primeros y clasificar para la Champions.
Ausente de cuartos de la gran competición desde 2014, el Chelsea une a sus fichajes estelares su buena camada de jóvenes de la formación, con Reece James, Tammy Abraham o Mason Mount, autor el miércoles del segundo gol que terminó con las esperanzas del Real Madrid.
En el City, la aportación de la cantera se llama Phil Foden, en el club desde los cuatro años, con un gran crecimiento esta temporada.
A pesar de estas apuestas por la formación, muchos ven a estos clubes únicamente como compradores compulsivos impulsados por sus ricos propietarios, contrarios al fútbol tradicional.
A la fiesta de la Champions puede seguirle la de la Europa League. Este jueves, en la vuelta de semifinales, el Manchester United eliminó a la Roma y en ese torneo también puede haber por lo tanto un campeón inglés.
El pleno de equipos de la Premier League en las finales europeas no pudo darse, sin embargo, ya que el Villarreal eliminó al Arsenal este jueves en su semifinal y será el equipo español el que desafíe al United en el duelo decisivo del 26 de este mes en Gdansk (Polonia).