LA alerta temprana que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, entregó a sus homólogos de las Américas al cierre de la Cumbre en Los Ángeles, en el sentido de que “el riesgo de una tercera guerra mundial es muy grande”, aunque es una posibilidad contemplada por gobernantes y expertos, todos la ven muy lejana.
La invasión militar a Ucrania, que contra todo pronóstico este viernes cumple cuatro meses, ha cuestionado desde la impensable decisión del presidente Vladimir Putin rusa y el rol del Consejo de Seguridad hasta la dependencia energética de la Unión Europea a los recursos rusos, la eficacia del Derecho Internacional pos Segunda Guerra Mundial e, inclusive, si con el pasar de los días el mundo se “habituó” a tal conflicto bélico.
Ucrania mantiene su férrea resistencia, impensable inicialmente para Rusia, gracias a la ayuda militar y financiera que le están brindando estados de Occidente. Y todo indica que esa guerra europea se enmarcará allí, con pocas probabilidades de que escale ya que todos los países se han cuidado en volverse beligerantes.
De esta forma, según explica a EL NUEVO SIGLO, el profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, Enrique Alberto Prieto, el escenario de una Tercera Guerra Mundial es altamente improbable.
ENS: Joe Biden dijo esta semana: “es grande el riesgo de una Tercera Guerra Mundial". ¿Qué tan elevado es ese riesgo?
EPR: No creo y creo que es exagerado plantearlo así. Hay varias razones que no nos van a llevar a una Tercera Guerra Mundial. La primera de ellas es que la situación económica en el mundo es desastrosa y ningún país va a poder aguantar una guerra. Eso cuesta mucha plata. Así que no creo que la economía lo permita.
Un segundo aspecto está relacionado con la capacidad militar que tienen los estados hoy. El nivel de destrucción que tenemos a nivel de armamento es tal, que las consecuencias serían casi apocalípticas y ningún gobierno estaría dispuesto a asumirlas.
Y, en tercer lugar, el mundo hoy es muy disperso y está muy fragmentado para pensar tanto en bloques como en consolidación de alianzas.
No hay que dejar de lado que tanto en la Primera como en la Segunda Guerra los conflictos fueron de carácter mundial porque había colonias. India peleó a favor de Inglaterra y Alemania estaba tratando de tomar el control de las colonias africanas. Pero ese no es el caso hoy, cuando los países tienen otras necesidades. No es un escenario que se deba descartar por completo, pero yo realmente lo veo muy lejano.
ENS: Lo que se está viendo es una guerra entre estados. ¿Uno podría decir que el mundo se acostumbró a vivir en guerra?
EPR: Cuando uno analiza todas las estadísticas al respecto, pese a todos los conflictos actuales, esta es una de las épocas en las que hemos vivido más paz en términos de pérdidas de personas por enfrentamientos armados, ya sean domésticos o internacionales. Al mirar atrás estamos mucho mejor.
Por el contrario, yo lo que veo es que hay una mayor sensibilización frente a los conflictos gracias a los medios masivos de comunicación y a la tecnología. Cuando estalló el conflicto en el Golfo Pérsico, en 1990, CNN lo transmitió, pero, por ejemplo, ¿cuánta gente en Colombia tenía acceso a ese canal? Muy pocos. Actualmente todo está interconectado.
No creo que el mundo se haya acostumbrado como tal a vivir con la guerra como una presencia incómoda. Somos animales, somos conflictivos, pero lo que ha sido la segunda mitad del Siglo XX y lo que llevamos del Siglo XXI ha sido una de las épocas, por lo menos desde que hay registros, en las que hemos vivido más en paz a nivel mundial.
Lo que sí es cierto es que hay otros problemas que están acaparan la atención, sobre todo de carácter económico. Hace poco socializaron los resultados de una encuesta que hicieron en Europa, y la gente está más preocupada por los costos de vida que por la misma guerra europea.
La FED subió los intereses, el Banco de Inglaterra acaba de hacer lo mismo, los costos de vida están afectando la capacidad de alimentación y hay problemas en las cadenas de suministros. No creo que la guerra se haya vuelto ‘normal’ para las personas sino que, en todo el mundo, están viviendo problemas más cercanos y preocupantes.
- Le puede interesar: Ecuador: estado de excepción en tres provincias por paro
Tiempos y aprendizajes
ENS: Se están por cumplir cuatro meses de la guerra en Europa. ¿Es mucho más de lo que Rusia, Ucrania y el mundo tenía presupuestado?
EPR: Definitivamente. Esto era una guerra asimétrica en todos los sentidos: en capacidad de personal, armamento y como lo dijo el mismo Kremlin inicialmente, estaba pensada para que durará tres días. Era entrada por salida.
Ya estamos por cumplir cuatro meses y cada día que no pierde Ucrania es ganancia para ese país. Cada día que Kiev resiste y no es vencido, está ganando porque el conflicto ha sido completamente asimétrico. Ahora, ¿qué ha logrado balancear la guerra? El apoyo armamentístico de Occidente.
ENS: Desde el ámbito internacional, ¿cuál es el balance de estos cuatro meses?
EPR: Hay varios. Uno podría analizarlo desde el derecho internacional, desde la gobernanza internacional y hay un tercero que es desde las relaciones diplomáticas.
Desde el derecho internacional, este conflicto armado ha puesto en duda la eficacia del derecho internacional pos Segunda Guerra Mundial. Después de ese conflicto bélico lo que cambió fue que el uso de la fuerza contra otros se convirtió en algo completamente ilegal.
Hubo eventos como el del 2014 en donde Rusia apoyó fuerzas paramilitares en zonas prorrusas, pero nunca una invasión de este nivel. Esto no se veía hacía décadas y menos en Europa. Así que estos cuatro meses generaron unas inquietudes respecto a la eficacia del Derecho internacional público, específicamente de lo que es el derecho internacional relacionado con el uso de la fuerza.
Con respecto a la gobernanza internacional, después de la Segunda Guerra Mundial el bloque ganador, liderado por el primer ministro británico, Winston Churchill, buscó crear una estructura internacional tanto política como económica para evitar que se repitieran conflictos de la magnitud tanto de esa como su predecesora, la Primera Guerra. Ahí se crearon las Naciones Unidas como una opción mejorada de lo que se había estipulado bajo el tratado de Versalles en 1919, la Liga de Naciones, y que falló estrepitosamente.
En ese marco político se creó el Consejo de Seguridad que tiene el monopolio del uso de la fuerza. Después de 1945 en el Derecho Internacional el uso de la fuerza es legal con dos excepciones a esa regla: la legítima defensa y que ese uso de la fuerza lo autorice el Consejo.
Esa estructura está fallando porque Rusia es uno de los cinco miembros permanentes (tiene derecho al veto) y no ha podido cumplir con su función de mantener la paz y la seguridad. Estos cuatro meses han puesto un signo de interrogación sobre esta estructura, y si hay que repensarla.
Y con relación a las relaciones diplomáticas, la diplomacia se ha materializado en un apoyo efectivo a nivel de armamento y logística. Eso es lo que le ha permitido a Ucrania resistir. De lo contrario no podría haberlo hecho.