El escenario actual de la literatura venezolana podría catalogarse como heroico. En el vecino país, aunque hay menos librerías, pocos escritores, bajo poder adquisitivo, cambios en el consumismo, poca capacidad de inversión para editar los textos, la literatura sigue latiendo.
Desde el siglo XIX en Venezuela se ha generado una ‘fábrica’ de novelas dignas de reconocimiento nacional e internacional. Desde el gran escritor Andrés Bello hasta nuestros días el mundo de las letras ha crecido como ‘un océano’. Prueba de ello son las brillantes plumas de pensadores como Rómulo Gallegos, Teresa de la Parra, Miguel Otero Silva, Arturo Uslar Pietri y Rafael Cadenas, entre otros nombres que le han dado la vuelta al mundo.
Según la editora y ensayista venezolana Violeta Rojo y el crítico literario Carlos Sandoval, quienes se resisten a abandonar su tierra natal, con el tiempo en Venezuela se han ido cerrado editoriales y librerías, por lo que ha mermado la venta de libros nuevos y, por consiguiente, no hay quien los produzca. No obstante, todavía se escribe, se publica y se vende, tanto dentro como fuera del país.
En resumen, en Venezuela se hace literatura ‘con las uñas’, las pocas editoriales que sobreviven compran los insumos a un alto costo o simplemente se han lanzado a la esfera digital, como Itaca, W.L. Tochman, El Perro y la Rana y Monteavila, entre otras, que siguen imprimiendo y colocando el producto en la web.
Transformación literaria
No hay que olvidar que la llegada de la revolución bolivariana trastocó absolutamente todo el sistema, incluyendo el campo literario. La política, la persecución, la tortura, la alteración del entorno social y el tema económico, entre otros, son los enfoques que han surgido y que aparecen en los registros de gran parte de los autores nacionales de estos últimos cinco años.
Es entendible que la diáspora ha tomado fuerza en el estilo literario venezolano, más por sus autores que desde cualquier parte del mundo exponen sus ideas bajo una mirada doliente y resiliente.
De acuerdo con el escritor venezolano Rafael Victorino Muñoz, en los últimos cuatro años en su país hubo un vacío literario, puesto que, debido a la migración de miles de personas por la situación política-social que atraviesa Venezuela por cuenta del chavismo (ahora madurismo), no se realizaban las ferias del libro, ni concursos que antes motivaban a los escritores.
“El sistema de producción de libros ha cambiado mucho por varios factores. La primera es que ya no hay promoción, difusión, concursos, implementos y tampoco apoyos. Muchos escritores nos hemos visto obligados a soltar la pluma y hacer otras labores como la docencia”, resaltó vía telefónica el escritor.
No obstante, la letra no ha muerto en Venezuela. En los últimos dos años el Estado se ha propuesto reactivar las bienales de literatura y la feria del libro. Incluso, se ha creado la fundación ‘Qué Leer’ para incentivar ese hábito que también se ha ido perdiendo.
“Venezuela es un país acostumbrado a leer novelas, poesía e historia”, refiere en una entrevista a un medio de comunicación Melissa Nahmens, fundadora del proyecto ‘Qué Leer’, el cual entrega literatura de forma gratuita cada año.
Hay quienes afirman que la literatura en Venezuela es muy escueta. Para la periodista y generadora de contenidos Maidolis Ramones, la demanda actual son los libros de autoayuda.
“Historias de gran peso, descripción y narración muy poco se produce. Escribir un libro cuesta mucho dinero y a veces no vale la pena porque se ha desvalorizado el campo de las letras”, manifestó Ramones desde su tierra natal, Yaracuy.
Más allá de las fronteras
Del otro lado de la moneda están aquellos escritores que salieron de Venezuela buscando un mejor futuro y que, pese a la situación que viven, no han dejado el mundo de las letras. También se las han tenido que ingeniar para que sus escritos sean leídos, ya sea impreso o en la plataforma online.
En palabras de la poeta y narradora caraqueña, Abend van Dalen, “la fuga de escritores venezolanos cambia cómo escribimos y somos leídos”. Se refiere a la desconexión entre la literatura dentro y fuera de su país, puesto que no es lo mismo escribir con la misma tenacidad lejos de la tierra natal.
Abend van Dalen actualmente enseña y escribe desde Houston (EE.UU.) y al igual que ella, otros escritores han logrado explotar su espíritu literario, como es el caso de la abogada María Milagro Salazar, quien salió de Venezuela hacia Colombia en el año 2018 y a partir de su experiencia como migrante plasmó en un texto literario todo lo vivido.
Entonces, se puede decir que la literatura venezolana sigue brillando en todas las latitudes, tanto así que ha trascendido las fronteras. Por dar varios ejemplos, se ha destacado la narrativa del escritor Rodrigo Blanco Calderón con The Night en la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, o al poeta Rafael Cadenas, quien ganó el Premio Reina Sofía en 2018, sin dejar de nombrar a Yolanda Pantin, quien ganó el Casa de América en el 2017.
Y lo más reciente, el año pasado la obra “Hemos llegado a Berlín”, del escritor venezolano Fanuel Hanán Díaz ganó el premio nacional de Literatura Infantil Pedrito Botero, concurso en el que participaron más de 400 escritores colombianos y extranjeros residentes en el país, y que fue organizado por la Secretaría de Cultura de Medellín, la Biblioteca Pública Piloto y los Eventos del Libro de Medellín.
Está claro que hay una amplia diferencia entre hacer literatura dentro y fuera de Venezuela. En ambos escenarios es una lucha por lograr el reconocimiento nacional e internacional y lo cierto es que dentro del país la situación es más complicada.
El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, de la Unesco, revela que, en Venezuela, por primera vez desde 2013, las solicitudes de ISBN, que es un número que se asigna a cada nuevo libro, dejaron de caer en 2020. En los últimos siete años, la variación había sido negativa. Es decir que en el año 2020 se entregaron 2.186 ISBN, un aumento de 17,9% en comparación con 2019.
Aunque el número suene alto, la realidad es que sigue siendo bajo. En Colombia en 2020 se otorgaron 20.378 ISBN. En México, 20.925. La industria del libro en Venezuela ha sufrido las consecuencias de la crisis.
¿Qué pasa con las editoriales?
También hay que hablar de las editoriales en Venezuela. Con el pasar del tiempo la mayoría han desaparecido o han bajado su producción por la falta de insumos. El último informe del citado Centro Regional revela que, en el año 2019, Venezuela contaba con 263 editoriales comerciales, 293 universitarias y 368 editoriales públicas, haciendo contraste con México, que cuenta con 14.468 editoriales comerciales y 5.667 universitarias. Colombia con 7.135 y 4.663, respectivamente. La diferencia lo dice todo.
Asimismo, según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, desde 2014 hasta 2019 el número de autores ha descendido en el país y pasó de 481 a 290. Sin embargo, en medio de este torbellino de desventajas, la lucha por mantener la llama literaria se mantiene, ya sea fuera o dentro de Venezuela.