Gloria, 'in excelsis' | El Nuevo Siglo
Foto Hernán Díaz. Cortesía de Rafael Moure
Domingo, 11 de Julio de 2021
Emilio Sanmiguel

El libro es lo que parece, una biografía de Gloria Valencia de Castaño. Pero una vez leído con cuidado, no es lo que parece.

No se trata solamente de que la hija y la nieta -María del Pilar Castaño Valencia y María López Castaño- de la Primera dama de la televisión, hayan decidido hacerle un homenaje con motivo de los diez años de su muerte, que ocurrió en su casona de la calle 85 la noche del 24 de marzo de 2011. Aunque también de eso se trata.

En resumen, recorre la vida de la niña de Ibagué, que una noche de 1939, como tantas otras, se bajó del tren en la Estación de la Sabana para iniciar, por decisión de su padre, Clímaco Botero, con la anuencia de la madre, Mercedes Valencia, una nueva vida.

No pienso cometer el disparate de revelar aquí las cosas íntimamente personales que el libro revela. Que revela, aunque, qué valentía, de Gloria, de Pilar y de María, porque ahí jamás hubo secretos.

Con Gloria hubo siempre una especie de historia oficial: que era una muchacha preciosa de ojos azules que, como tambor mayor del Liceo Nacional Femenino de Bogotá, traía deslumbrados a los jóvenes de su tiempo, entre ellos un abogado a punto de graduarse, Álvaro Castaño Castillo. Pero la divina era inalcanzable.



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Que Álvaro luego, sin buscarlo, se la encontró en los archivos de la Policía donde ella trabajaba, que fiel a su naturaleza de seductor hizo lo habido y por haber para conquistarla. Que finalmente, un poco contra corriente, se casaron el 14 de junio de 1947 en San Diego, pleno centro de Bogotá, en una ceremonia tan poco pretenciosa que Gloria vistió un sastre negro y en el último momento el novio se trepó al magnolio de la iglesia para arrancar un par de flores que fueron el bouquet de la muchacha. Que luego, con un grupo de intelectuales fundaron el 15 de septiembre de 1950 la HJCK, una emisora privada dedicada a la difusión de la cultura. Que cuando se fundó la televisión, en 1954, por una conjunción de talento innato y perseverancia terminó convertida en una estrella, seguramente fue la mujer más famosa de su tiempo que a lo largo de su vida recibió todos los reconocimientos y los homenajes que un ser humano puede recibir en este país.

Es probable que nadie, a lo largo de toda la trayectoria de esa mujer se haya detenido a reflexionar, primero, que de verdad hizo lo que hizo por su tesón y su talento. Que jamás se permitió ser protagonista de ningún escándalo de esos que alimentan el día a día de las estrellas fugaces del espectáculo. Que no tuvo rivales. Que a la hora de la verdad era una mujer reservada, alejada tanto como pudo de los reflectores: ser Primera Dama era su trabajo en el set pero, en la vida real era una mujer de familia, de la casa de su madre Mercedes frente al Parque Nacional, de su casa de la 85, de sus hermanos, de sus hijos Rodrigo y María del Pilar y de sus cinco nietos: María, Manuela, Juan Ruy, Bárbara y Alejandro… por supuesto del coqueto del Álvaro, que nunca dejó ni serlo ni de quererla.

La “otra” casa

No voy a presumir de “íntimo” de Gloria Valencia -sí podría de una amistad cómplice e inolvidable con Álvaro- muy pocas personas en este mundo podrían presumir de serlo. Pero, por esas paradojas de la vida la traté con inusual frecuencia.

Con María Teresa del Castillo, por décadas presentamos un programa, El mundo de la música en el mundo -Gloria lo bautizó así- que por irreverente le generaba tremendos dolores de cabeza al pobre Álvaro, luego, en solitario, otro programa, Boulevard Saint-Michel -bautizado en compinchería con Pilar- programas que se grababan los sábados en la mañana. Cuando Gloria y Álvaro no andaban en El totumo, su finca del Carmen de Apicalá, como la HJCK era la extensión de su casa y estaba apenas a un par de cuadras, bien llegaba el uno o el otro, no muy frecuentemente los dos. La HJCK era su casa, Gloria se comportaba, no como la dueña de la empresa, sino como la anfitriona: no era la estrella que todos en Colombia habíamos admirado en la televisión, era una conversadora divertida que contaba en esa especie de intimidad las cosas más increíbles del mundo, como cuando con María terminó en metida en un local de piercings:

­-Eso es tremendo, Gloria…

-Alucinante, ¡yo por poco me hago poner un piercing!

Multifacética Gloria Valencia, elegante, sin pretensiones y divertida “entre casa”.

Una lección de vida

Dije al principio que el libro, sin tapujos revela la vida de Gloria Valencia. Sin tapujos. Porque cuenta lo que no era secreto, pero casi nadie sabía de esa mujer tan famosa. De esa ibaguereña que nunca se acostumbró del todo al frío de Bogotá. De quien jamás gozó de buena salud. De quien cuidó con celo su matrimonio. De quien fue discreta y no hizo de la belleza un arma. Madre, esposa y abuela por encima de todo.

Pero, sobre todo se trata de una mujer trabajadora, de una feminista que nunca presumió de serlo. De la mujer que con estilo y sin trapisondas llegó a la cumbre. Su lectura tendría que ser obligada. El relato de Pilar y María atrapa como un sortilegio. No me extraña.

Es la vida de una muchacha talentosa que cuando se inició en la televisión, sin un solo ensayo miró a la cámara, confesó a los televidentes que estaba asustadísima, inmediatamente miró a su entrevistado que era el poeta León de Greiff, le pidió que desocupara sus bolsillos y empezó su carrera meteórica.