Museo de Bogotá, una labor más allá de los muros | El Nuevo Siglo
Luis Carlos Manjarrés, el nuevo gerente del centro cultural, cuenta con una amplia experiencia en el desarrollo de proyectos museológicos colaborativos.
Foto Felipe Lozano - Museo de Bogotá
Domingo, 11 de Julio de 2021
Redacción Cultura

Una conexión con la comunidad más allá de sus muros es la misión que se propone el Museo de Bogotá, que recientemente eligió al gestor cultural Luis Carlos Manjarrés como su nuevo gerente, quien cuenta con 10 años en el sector.

Manjarrés tiene una amplia experiencia en el desarrollo de proyectos museológicos colaborativos y en la gestión de proyectos curatoriales, pedagógicos y comunicativos. Su trayectoria profesional y pasión por los museos llevaron a que el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte lo eligieran para este cargo en el Museo de Bogotá.

El nuevo gerente de una de las instituciones más importantes de Bogotá, ubicada en el corazón de la capital, habló con EL NUEVO SIGLO sobre los retos que asumirá con este nombramiento y el panorama que enfrenta el centro cultural en época de pandemia.

EL NUEVO SIGLO: Ahora que llega a la gerencia del Museo de Bogotá, ¿cuáles serán sus enfoques y planes para esta institución?

LUIS CARLOS MANJARRÉS: Con el equipo en esta nueva etapa del museo estamos trabajando mucho frente a ¿cuál es la ciudad que soñamos? y ¿cuál es el museo que requiere esa ciudad que soñamos? Por eso, estamos trabajando por hacer una renovación en varios sentidos del museo.

El propósito de nosotros es continuar con la implementación de dos dimensiones más, es decir, tenemos una dimensión física, pero ahora está la territorial y la digital. En esta última hemos implementado distintas formas en las cuales el museo participa en los debates de ciudad. Entre ellas están tres proyectos digitales expositivos No es la peste, Imágenes de manifestación y Bogotarot.

Un ejemplo es Imágenes de manifestación, una exposición principal que nos ayudó a acercarnos a la movilización social, haciendo unas relecturas de las manifestaciones y de la protesta en la historia y el presente.

Frente al proceso territorial el museo responde a las necesidades que tiene y las demás localidades fuera de La Candelaria. Un ejemplo de ello es el Portafolio de Estímulos de Proyectos Museográficos para vivir juntos, que reconoce el quehacer museográfico y expositivo que existe en las localidades, especial en esta ocasión que premiaron cuatro proyectos en Suba, Usme, Bosa y Kenedy.

Estamos muy interesados en fortalecer el concepto de patrimonios integrados, que nos conecte con este asunto de entre lo rural y lo urbano, con centro – periferia, pero sobre todo que nos permita reconocer cuáles son esas narrativas y aprendizajes desde esas localidades para el resto de ciudad.

El museo es una plataforma de articulación de voces y luchas; y desde luego de esos procesos colaborativos y comunitarios artísticos, económicos, medioambientales y demás. Esperamos que Ciudad Bolívar, a través del TransMiCable y de todas las alianzas que estamos haciendo de grafiti, arte y circo, sea un centro cultural y turístico esencial para la ciudad.

ENS: ¿Cuál es la salud del Museo de Bogotá, luego de una racha tan difícil para la cultura?

LCM: La salud del museo, como muchas de las instituciones del país, está en reestruturación por decirlo de alguna manera. El museo está saludable financieramente, gracias a que tenemos el apoyo de los presupuestos distritales. Sin embargo, la dinámica de la pandemia debilitó la relación con las comunidades.

Si bien se fortalecen estas relaciones con lo digital, estamos haciendo un esfuerzo grandísimo por volver a integrar o formar una comunidad cuidadora alrededor de los espacios físicos. En Ciudad Bolívar este proceso estaba muy fuerte porque contamos con el apoyo de la Mesa Local de Memoria y de muchas organizaciones por la dinámica de la localidad. Pero en La Candelaria tenemos que crear un trabajo con la comunidad para que las personas se sientan parte del espacio. Eso es como uno de los retos más grandes en infraestructura.

El museo tiene dos exposiciones en este momento que son muy importantes y tienen un grado investigativo necesario para la ciudad, una exposición que reflexiona sobre los adentros, de cómo son las casas de 17 personas en la ciudad y tenemos la exposición de larga duración, que es una exposición que se inauguró en 2019 y que cuenta mucho de la memoria y de la historia de la ciudad.

ENS: ¿A qué le apostará esta institución en el segundo semestre del año?

LCM: Para el segundo semestre del año es la inauguración en Ciudad Bolívar del Museo de la Ciudad Autoconstruida, el proyecto bandera para este año que estamos muy contentos de anunciar. Resulta que cuando se hizo el proceso de los equipamientos culturales alrededor del TransMiCable, que va desde el Portal Tunal hasta una de las montañas de Ciudad Bolívar, el mirador Paraíso, se empezó a construir este museo que da cuenta de procesos de memoria en esta localidad.

Ese proyecto además nos va a permitir reconocer el 75% de la Bogotá rural que tenemos, porque la capital también tiene una colección importante de una ruralidad. Además, el nuevo Museo de la Ciudad Autoconstruida llevará un mensaje muy potente para la ciudad porque es el primer centro cultural con vocación de memoria y con apoyo distrital en el sur de la ciudad. Es empezar a reconocer que hay patrimonios de todo tipo, patrimonios culturales, medioambientales y sociales que existen en esta localidad.

Este tiempo será de mucha actividad de producción, mucho trabajo comunitario y de conexión. Este semestre consistirá en la consolidación para que el museo salga más allá de sus paredes y se relacione con las comunidades.

ENS: ¿Cómo ha sido definir la programación en esta época de reactivación, pero con la pandemia latente?

LCM: Eso es bastante interesante porque nosotros hemos dicho desde el Museo de Bogotá que este espacio, es la casa de todos los bogotanos y un laboratorio perfecto para aprender a convivir en medio de la pandemia.

Vale la pena mencionar que vengo de ser el anterior curador de territorialización del museo, es decir, me encargaba de las curadurías de los proyectos que quedaban fuera de las sedes de La Candelaria, entonces realmente mi proceso en asumir la gerencia implica darle continuidad a unos lineamientos estratégicos que nos hacen reflexionar sobre cómo vivir juntos, cómo superar las dificultades, y sobre todo cómo vivir sin miedo. Entonces, aunque entendemos que la pandemia está y que nos exige unos protocolos, estos no deben limitar la potencia del encuentro, de la unión y de lo colectivo, que es lo único que nos posibilitaría salir juntos de este contexto.

Si bien las cifras de visitas en las sedes físicas han mermado, tenemos números significativos, pues podemos llegar a tener de 600 a 800 visitantes en un día.

ENS: Este año se cumplen 52 años de fundación del Museo de Bogotá, ¿cómo se va a conmemorar esta fecha?

LCM: A nosotros nos interesa poner el pasado al servicio del presente y queremos hacer una reflexión frente a las distintas formas de celebrar y conmemorar en Bogotá, para lo cual tendremos recorridos y talleres. Nosotros diseñamos cinco líneas temáticas que refuerzan lo que somos, un museo que escucha múltiples voces, que construye y crea. A partir de esas categorías hemos creado una programación artística que incluye talleres de cerámica, recorridos urbanos por la ciudad, maratones de edición de artículos de Wikipedia, hasta actividades en las sedes del Museo de Bogotá.

ENS: Ha construido una amplia hoja de vida en el mundo cultural, ¿qué representa para su carrera continuar por este camino ahora en este espacio?

LCM: Es un reconocimiento no solo a mí, sino a los proyectos en los cuales he participado. Llevo 10 años trabajando en museos, con la convicción de que todos los museos son potenciales espacios de derechos humanos, que tienen que ser activistas y que no pueden ser neutrales, que son espacios de confluencia y una amalgama para el encuentro. Entonces siento que también llegar a la gerencia del Museo de Bogotá consiste en que la institucionalidad se dé cuenta de la necesidad de tender puentes con la sociedad. Toda mi experiencia tiene que ver con procesos comunitarios y eso es lo que voy a seguir haciendo en el Museo de Bogotá. Es un reconocimiento y una oportunidad para todos.