El palacio en Venecia de la emperatriz de Austria, conocida simplemente como Sissi, famosa por sus caprichos y vida melancólica, volverá a abrir sus puertas al público el 14 de julio después de décadas de abandono.
Tanto en los amplios salones como en el diminuto tocador de Isabel de Austria, el visitante se sumerge en la vida de la emperatriz, que fue reina también de Hungría, Bohemia y Lombardía-Venecia.
Sissi, entronizada por el cine en la década de 1950, tuvo en realidad una vida triste, era depresiva, con anorexia y, pese a su belleza, vivió en la melancolía hasta su trágica muerte en 1898, a los 60 años, mientras paseaba por el lago Leman de Ginebra y un anarquista italiano, Luigi Lucheni, fingió tropezarse con ella y le clavó un estilete en el corazón.
“Particularmente conmovedor resulta su tocador, con sus flores favoritas, que eran lirios del valle y acianos, (...) fabricado completamente para ella”, contó a la AFP Jérôme Zieseniss, presidente del Comité francés para la salvaguardia de Venecia, la organización que financió la obra gracias a generosas donaciones.
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“Ella fue la noble que más tiempo vivió en este palacio (...) Recibía pocos invitados, le solían enviar fotos de mujeres jóvenes de toda Europa que querían compararse con ella y ver si eran tan hermosas”, aseguró.
Andrea Bellieni, director del Museo Correr y administrador del palacio, ilustró la difícil personalidad de Sissi, "compleja e introvertida, que no le gustaba la vida pública y aparentemente le gustaba salir por la noche en góndola", fiel a la leyenda de que nunca encontró su sitio en la rígida corte de Viena.
Ubicado entre la Plaza de San Marcos y la desembocadura del Gran Canal, en el corazón de la Serenissima, el palacio tiene 27 habitaciones, que requirieron 22 años de labores y siete millones de euros (casi lo mismo en dólares) para su restauración.