Perspectivas. Los “jaguares del río” están en peligro | El Nuevo Siglo
FERNANDO TRUJILLO, desde la Fundación Omacha trabaja por la conservación del delfín rosado.
/Fotos Fernando Trujillo-Fundación Omacha
Sábado, 6 de Agosto de 2022
Redacción Medio Ambiente

A pesar de que el hombre no es su principal depredador debido a que su carne no se consume y en el pasado solo era utilizada como cebo para atrapar a un pez carroñero, el gracioso y llamativo delfín rosado se encuentra en la categoría de En peligro y hay quienes consideran que al cabo de unos 50 años podría extinguirse.

Su llamativo color lo ha convertido en atractivo turístico y sobre él se han escrito hasta fábulas en el Amazonas, departamento por el que recorre las aguas del río que lleva su mismo nombre, así como por el Orinoco.

Esta criatura, cuyo nombre científico es Inia geoffrensis, es amistosa, social y curiosa por naturaleza. Es las más inteligente de todas las especies de delfines de río.

También conocido como boto, tonina o delfín del Amazonas, es el más popular de las cinco especies de delfines que habitan en los ríos debido a su inusual color, además de ser la más grande.

Son llamados los “jaguares del agua” debido a que son los depredadores “tope”, puesto que allí son los que controlan todas las poblaciones de peces.

“Actualmente los delfines del Amazonas están en la categoría de En peligro. Durante varios años estuvieron como Datos deficientes, pero en los últimos cuatro años hicimos un análisis nuevo de cuáles son las amenazas que enfrentan estos animales y nos dimos cuenta de que son muy grandes y por eso pasaron a la categoría de En Peligro. Esto ha hecho que los gobiernos de Colombia, Brasil, Perú y Ecuador se comprometan con los delfines ante la Comisión Internacional Ballenera para establecer un plan de conservación regional. Actualmente soy el coordinador de ese plan”, dice Fernando Trujillo, director de la Fundación Omacha, quien dedica buena parte de su tiempo a trabajar por la especie.

Así mismo, ante el riesgo en que se encuentra, se estableció “una iniciativa que se llama Suramericana de Delfines de Río (Sardi), que tiene representación en todos los países, Brasil, Ecuador, Perú, Brasil, Venezuela y Colombia, y hemos venido trabajando de manera coordinada, haciendo expediciones científicas por más o menos 54 mil kilómetros de ríos en la región, en donde ya hemos venido estimando la abundancia de esta especie y en algunos casos ya hemos establecido tendencias poblacionales y detectado que las poblaciones están, desafortunadamente, disminuyendo”, cuenta Trujillo.

Añade que “se creó una base de datos que es pública con más de 55 mil registros de delfines, se está trabajando el análisis de mercurio, se implantó un programa de marcación satelital desde hace cuatro años. Y se han marcado cerca de 50 delfines en diferentes países, de ellos 21 en Colombia. En un mes marcaremos con National Geographie y Omacha otros seis. Esto nos ha permitido que los mismos delfines nos cuenten cuáles son esas áreas importantes de conservación para ellos. Con alegría hemos visto que, por ejemplo, el sitio Ramsar de Tarapoto es uno de los importantes; es un área sala cuna en donde tienen sus crías y especialmente las madres y sus crías permanecen por largo tiempo allí”.



El trabajo

Relata Trujillo que “desde la Fundación Omacha hacemos parte de la iniciativa Suramericana de Conservación de Delfines y estamos trabajando en varios frentes, en varias regiones geográficas. Uno de los aportes concretos desde la Fundación Omacha, en colaboración con WWF, es la designación de sitios Ramsar, que son áreas de conservación pensadas en ecosistemas de ríos, lagunas, y se logró concretar el de Tarapoto en el Trapecio Amazónico colombiano; la Estrella Fluvial de Inírida y el río Bita en el Vichada, que es el más grande que tiene el país, con 824 mil hectáreas”.

Explica que “hemos venido posicionando a los delfines rosados como embajadores de la conservación de los ríos. Y a través de actividades pedagógicas y educativas hemos venido acercando a los colombianos con estas especies. Contamos con un plan nacional de maestros acuáticos, se han hecho varios regionales con Corporinoquia y Cormacarena para protegerlos, trabajamos acuerdos de pesca con comunidades indígenas en el Amazonas y posicionamos a los delfines como atractivos turísticos. Para esto hemos hecho alianzas con el SENA, Corpoamazonia, Cormacarena, Corporinoquia y realizado talleres para formar intérpretes locales”.

Pero lo más importante es que, dice el director de la Fundación Omacha, “esta actividad de observación de delfines rosados se ha vuelto una alternativa económica muy importante en la región. En la Amazonía antes de la pandemia del covid-19 se estimaba que se generaban 8,3 millones de turistas que iban a observar delfines”.

¿A qué se debe su color?

“El color rosado de estos delfines es básicamente como una estrategia de regulación de temperatura. Cuando empiezan a perseguir peces o andar en remolinos la sangre empieza a fluir copiosamente a los vasos sanguíneos de la piel y se ponen muy rosados para intercambiar la temperatura con el medio exterior. Lo mismo que nos pasa a nosotros cuando jugamos baloncesto, cuando corremos, nos ponemos rojos, es una estrategia de regulación de temperatura”, señala Trujillo.  

Indica que afortunadamente en Colombia no se consume la carne del delfín rosado. “No tenemos muchos registros de esto pero la amenaza es que quedan atrapados en redes de pesca de monofilamentos y se ahogan, especialmente las crías. En el pasado se usaban como carnada para capturar un pez carroñero en el Amazonas, esto ya no ocurre acá pero en otros países como Perú, Bolivia y Venezuela sí está pasando”.

Sin embargo, “enfrentan problemas por la contaminación severa de mercurio. Hemos encontrado delfines con niveles de mercurio altísimos porque consumen peces que vienen de áreas de minería ilegal donde hay vertimiento de mercurio”.

¿Cuál es su función dentro de los ecosistemas?

“Los delfines son los jaguares del agua. Son los depredadores tope ahí y son los que controlan todas las poblaciones de peces”.

Fábulas

¿Y qué se dice en el Amazonas? Cuentan que el delfín rosado fue un joven guerrero indígena. Pero uno de los dioses le envidió sus atributos masculinos y decidió transformarlo en delfín y con esto condenarlo a vivir en los ríos y lagos de la Amazonía.

Además, se comenta que en junio, mes de fiestas, danzas, fuegos y música, cuando los indígenas celebran los natalicios de sus santos y los hombres están ocupados divirtiéndose, los delfines rosados salen del río para seducir a las mujeres jóvenes.

También se asegura que los machos golpean el agua de la superficie con ramas y juncos, o enarbolan tortugas vivas como si fueran trofeos, para atraer a las hembras. Además, los machos se atacan ferozmente unos a otros, pueden arrancarse trozos de hocico y de aletas.