Para cualquier sistema económico de cualquier país, insertarse de manera exitosa en los circuitos del mercado mundial implica exportar bienes que tengan mayor valor agregado. No es lo mismo vender, por ejemplo, el café en cereza o uva, que ya un café procesado o incluso poder ofrecer la bebida directamente a los consumidores finales.
Otro ejemplo lo podemos encontrar con el cacao. Mientras países latinoamericanos lo exportan en estado casi “natural”, en Suiza es en donde se le da el valor agregado y por tanto comercial de los chocolates. Nótese que en estos lugares de procesamiento no se tiene que lidiar con los aspectos de la producción agrícola, tales como dependencia del clima, manejo de la cosecha, enfrentar el hecho de que los productos agropecuarios pueden no ser consumibles después de un determinado tiempo.
Los bienes tecnológicos son los que por lo general presentan mayores posibilidades de tener esos valores agregados al poder ser parte de las denominadas tecnologías de punta. Este es el caso de la industria de satélites, telecomunicaciones, biotecnología en general, e ingeniería genética en particular.
Es en ese contexto en donde se ubica la importancia estratégica de Taiwán en el comercio mundial: se trata del mayor productor del mundo -cerca del 65%- de semiconductores, de chips para computadores y medios de comunicación. Esto lo lleva a cabo mediante la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). El segundo lugar en la producción de semiconductores y chips lo ocupa lejanamente Corea del Sur con un 18% de la oferta mundial.
El dato anterior explicaría mucho de lo apetecible que es tener control -por parte de las grandes potencias- de esta pequeña isla de 36,000 kilómetros cuadrados y casi 23 millones de habitantes. Tanto China como Estados Unidos ganarían posiciones por demás estratégicas en el contexto global, mediante la posesión de este tipo de manufactura tecnológica. Fuera de toda duda, se trata de componentes vitales para toda producción de bienes tecnológicos contemporáneos.
Al ejercer control de esta industria, los institutos de investigación de las grandes potencias se ahorrarían años de esfuerzo en investigación básica y aplicada. Tendrían a su alcance las posibilidades de mecanismos de mejora que a su vez redundarían en mayores innovaciones y más sofisticados productos.
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Lo que es más evidente hoy en día es la disputa política y militar. En especial a raíz de la visita de quien encabeza la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi (1940-) China se ha declarado ofendida. La potencia oriental considera a Taiwán como una provincia en rebeldía y aspiraría a establecer (como lo hizo con Hong Kong) un sistema que permita eficiencia y eficacia en lo económico, bajo el control político de Pekín.
Estados Unidos por su parte, no ahorra esfuerzos en probar su lealtad hacia la isla. Buena parte de las razones se enraízan en el desarrollo tecnológico. En este sentido, otro punto a destacar es cómo las relaciones diplomáticas con “las dos Chinas” se establecen de manera excluyente. Es decir, que quien mantiene nexos con Taiwán, no los tiene con la potencia dirigida desde Pekín.
De esa cuenta, son muy pocos los países latinoamericanos con los cuales Taiwán tiene embajadas. Sobresalen, las naciones centroamericanas de Guatemala, Honduras y Belice, así como países caribeños y Paraguay. Un dato curioso, no tiene el reconocimiento formal de Washington. No obstante, Estados Unidos, se ha comprometido con la seguridad de la isla.
Para los países latinoamericanos, los nexos firmes con Estados Unidos implican por lo general, relaciones estrechas tanto con Taiwán como con Israel. En estas relaciones tiene un factor esencial el hecho de que la potencia norteamericana constituye el “mercado natural” para las exportaciones de Centroamérica y el Caribe.
Es decir, Estados Unidos es el lugar de demanda fundamental de las exportaciones, el lugar donde se venden los productos. De allí, por ejemplo, que las exportaciones de México, en un 87% tengan por destino al país del norte. De esa cuenta, las naciones de las sub-regiones mencionadas tienen menor diversificación de sus mercados, tanto para exportaciones como para importaciones. Por lo general, las balanzas comerciales para estas naciones latinoamericanas son deficitarias, lo que favorece aumentos en los endeudamientos externos.
Teniendo presente los desenlaces por demás trágicos que tienen lugar en Ucrania, Taiwán no desea, a todas luces, exponerse a represalias y a ser un escenario de disputa para los grandes poderes militares. Sin embargo, los riesgos están presentes y se han exacerbados con movimientos militares en el mar al oriente de China.
Aun cuando no se presenten enfrentamientos directos, el clima de hostilidades se presta para que incluso un error de cálculo pueda desencadenar un enfrentamiento que nadie desea, un evento que pueda prender una locomotora bélica de inciertos resultados.