“Monumento a la Fantasía”: lugar para volver a soñar como niño | El Nuevo Siglo
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Sábado, 17 de Agosto de 2019

En una casa que parece sacada de un cuento de hadas, ubicada en la Calle Real de El Caballero, en Cartagena, se encuentra la colección de muñecas y carros de Socorro Gómez de París, piezas que esconden cientos de historias remontadas del siglo XX y XXI en el “Museo Un Momento de Fantasía”, “un lugar para volver a soñar como niño”.

Legado de amor, así define Gómez su colección, creada para apoyar a los niños con enfermedades cardiacas, de riñón y violentados sexualmente de la fundación La Casa del Niño, pero también para reflexionar sobre la niñez de la nueva era.

“Entras y estás en otro mundo porque es que al niño y al adulto de hoy le falta eso: soñar, amar, ser tierno, ya no hay eso. Ahora todo es distinto, pienso que hay que volver arrullar un muñeco, cambiarle el pañal, darle el biberón, abrazarlo, peinarle el pelo a la muñeca grande, tantas cosas que la niña ya no hace, la niña vive agarrada a la tablet y al celular”, le dijo a EL NUEVO SIGLO la directora y fundadora del Museo Un Momento de Fantasía.

En medio de la ciudad amurallada, este lugar reúne más de 1.000 piezas de colección, ya que aproximadamente hay 500 muñecas y más de 650 carros, para apostar, dice su directora, para que los niños “nunca dejen de soñar”.

Todas las piezas tienen secretos e historias por contar, que provienen de Europa y distintos países alrededor del mundo. Se componen de madera, papel maché, cera, chinas, biscuit o porcelana, trapo, celuloide, plástico y vinilos.

Décadas de historia

Desde la muñeca de su bisabuela, pasando por la de su abuela y hasta por la que le regalaron al nacer, Socorro ha coleccionado cada una de ellas. Todas han marcado un legado de recuerdos con sus historias a lo largo de su vida, en sus viajes y experiencias.

La colección de muñecas que exhibe el museo pertenece a las fábricas y jugueterías más prestigiosas del mundo como León Casimur Bru, Francois Jumeau, Jumeau Bebe, Jules Nicolas Steiner, Kammer & Reinhardt, Schmitt Et Fils, Francois Gaultier, en Francia, Armaend Marseille, Los Hermanos Heubach, Simon & Halbig, Kammer y Reinhardt, Kestner E Co y Bahr e Proschild, en Alemania.  

“En el museo van a encontrar las muñecas que yo amo. Además casi todas las piezas que encontrarán allí contienen una característica muy especial, de acuerdo a su origen. Tienen una razón y un por qué, poseen su historia. Los carritos también tienen un valor sentimental muy especial además de ser un gran atractivo”, afirmó.

Pero entre tantas historias, la de la muñeca que robaba sus miradas en el consultorio de su pediatra a sus pocos años, es la que ahora ocupa el centro de la colección. Aquella que admiraba y soñaba con tenerla, su obsesión era tan grande que fingía sentirse mal para ir a verla todos los días, “yo era feliz enfermándome para ir a mirarla”, recuerda con nostalgia.

Más que arte, un homenaje

El museo iba a ser parte de la restauración de la Catedral de Santa Marta, pero una tarde Socorro visitó la fundación, La Casa del Niño, en Cartagena, donde se conmovió por la situación que vivían las familias de los niños con cáncer y, otras enfermedades, lo que le hizo recordar la muerte de su hija menor, quien padecía de un tumor.

Fue así como en memoria de su hija y de los niños con cáncer de la Fundación, Socorro Gómez fundó el Museo Un Momento de Fantasía. Al principio solo se exhibían las muñecas, lo que hizo que su directora sintiera que faltaba algo más.

“El museo estaba cojo, era para las niñas y los niños no tenían distracción, entonces se ha hecho una sala de carritos con la colección que tenía mi hermano fallecido, Fernando Gómez Martínez, un apasionado, como yo, de los carros. Ahora sé que él está feliz con la exposición de sus carros en el museo”, mencionó.

El museo ha sido creado con el fin de otorgar todas sus ganancias a una obra social para Cartagena y Bolívar. La Casa del Niño,  del Hospital Infantil Napoleón Franco Pareja, es la fundación que será beneficiada, la cual cuenta con 28 especialidades pediátricas y desde hace 79 años trabajo por el bienestar de los niños y adolescentes de la Costa Caribe.

“Lo espero todo con esta exposición, pero ante todo que el mundo vuelva los ojos hacia La Casa del Niño, que vea una institución que ha permanecido 80 años en silencio y cinco familias la han sostenido. Tiene que conocerse esa institución porque es muy cierto el dicho que dice que lo que no se conoce no se ama. Una de mis expectativas es que todos de la mano trabajemos por ellos”, comentó.

Sin duda, es una exposición fuera de lo común y única en su género, pero con un solo objetivo y es el de volver a ser el niño de épocas atrás, que tan solo se divertía y soñaba con un juguete, un carro o una muñeca.

“Al momento de visitar el museo, el adulto se preguntará qué ha hecho con su vida y con todas las oportunidades que ha tenido… debería salir de la exposición con el alma grande, cambiada y la convicción de ver el mundo con amor y ternura”, concluyó.