Este jueves fue el aniversario número 106 del sismo que más destrucción ha generado en Bogotá, por lo que surgió la duda de que si ¿Podrían ocurrir terremotos en la capital?.
Ante esta inquietud, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) indicó que si bien no es posible predecir los sismos, la ciencia sí permite saber que donde un sismo ha ocurrido o tenido efectos en superficie, esto puede volver a pasar.
De acuerdo con el instituto, "en la historia sísmica de Bogotá de la que tenemos registro, ninguno de los sismos que han afectado a la ciudad ha tenido epicentro allí. Por eso no es correcto decir que en la capital han ocurrido terremotos; hemos sufrido los efectos de sismos ocurridos en otros lugares y es probable que en algún momento vuelva a pasar".
El SGC agregó que es importante tener cuenta que la historia sísmica de cada territorio es fundamental, porque puede dar pistas para estar preparados y mitigar los efectos de un sismo de magnitud considerable en caso de que ocurra.
En la corteza terrestre hay zonas de fractura que son generadoras de sismos y que son conocidas como sistemas de fallas activas. En Colombia, estas zonas se ubican especialmente en las regiones Andina, Pacífico, Caribe y en el Borde Llanero-Amazónico.
Una vez estas fracturas se dan, se convierten en áreas potenciales para transportar ondas sísmicas en el futuro, lo que explica que desde la ciencia podamos saber que donde hubo un sismo o este tuvo efectos, es probable que vuelva a ocurrir. Esto es muy diferente a predecir la ocurrencia de un sismo, pues, científicamente no es posible predecir la localización, magnitud o fecha en las que sucedería.
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En el caso de Bogotá, el registro histórico que tiene en el SGC da cuenta de la ocurrencia de siete sismos importantes en los últimos 379 años que han tenido efectos significativos en la ciudad (ninguno de ellos con epicentro allí), y el más destructivo de todos se dio hace 106 años:
18 de octubre de 1743 (magnitud deducida de 6,2): colapsaron las iglesias de Fómeque y Fosca, y se presentaron daños severos en las de Cota, Chía, Une, Ubaque, Chipaque y Choachí. Una persona falleció en un deslizamiento que se dio en el municipio de Quetame. En Bogotá hubo daños en casas e iglesias como las de Monserrate, Guadalupe, Santa Clara y Santa Inés.
12 de julio de 1785 (magnitud deducida de 7,1): en Bogotá, 9 personas perdieron la vida (7 debido a las ruinas de la iglesia de Santo Domingo y 2 en la Capilla del Sagrario). Además, colapsaron la Ermita de Guadalupe y la Iglesia de Engativá, y se presentaron daños severos en otras iglesias como las de Santo Domingo, San Francisco, Las Cruces, Santa Inés, San Carlos, Las Nieves, Veracruz y San Diego. Las iglesias de Fosca, Facatativá, Cajicá, Cota, Chía, Pasca, Bojacá, Soacha y Cáqueza se vieron notablemente averiadas, siendo necesario reedificar algunas de ellas.
El sismo del 31 de agosto de 1917, según las investigaciones en sismicidad histórica realizadas por el Servicio Geológico Colombiano, ha sido el sismo que más destrucción ha generado en la ciudad (pese a que el epicentro no fue allí). De hecho, su ocurrencia evidenció la necesidad de monitorear la actividad sísmica del país, por lo que en 1923 comenzó a operar el primer sismógrafo de Colombia, ubicado en el Colegio Mayor de San Bartolomé (centro de Bogotá).
En resumen, si bien la sismicidad histórica de Bogotá muestra que sí es probable que en algún momento ocurra un sismo de magnitud considerable que tenga efectos en la capital del país, definitivamente no es posible saber dónde ni cuándo ocurriría.
Por su ubicación geográfica, Colombia es un país en el que se pueden presentar hasta 2.500 sismos al mes. Incluso, hay un lugar en donde prácticamente ocurren sismos todos los días y representa el 60% de la sismicidad ocurrida en Colombia: el Nido Sísmico de Bucaramanga, ubicado en el departamento de Santander, debajo del municipio de Los Santos.