Desde que meses atrás la Corte Suprema, aduciendo irregularidades procesales, le anuló la condena por corrupción al exmandatario izquierdista Luis Inácio Lula da Silva lidera la intención de voto para la presidencial de este domingo, pero no parece viable que logre hacerse al poder en primera vuelta.
Con una ventaja que oscila entre los nueve y los doce puntos porcentuales, según la firma encuestadora, pero que en el más reciente promedio de las mismas (septiembre 26) la ubica en ocho, Lula y su Partido de los Trabajadores multiplican esfuerzos para vencer la abstención, que en la pasada presidencial rondó el 20%, pese a que la elección es obligatoria.
En palabras del líder izquierdista “Precisamos conversar con las personas que están indecisas o que piensan no ir a votar".
La razón es que según los sondeos obtendría entre el 44% y el 47% de la votación, pero requiere para evitar un balotaje hacerse este domingo a 50% más un voto de los votos válidos, es decir descontando los nulos o en blanco.
El rival a vencer es el actual presidente, es el conservador Jair Bolsonaro, que alcanzaría entre el 33% y el 36% de los apoyos, lo que forzaría la definición por el Palacio de Planalto (sede de gobierno) en una segunda jornada el 30 de octubre.
Como se sabe, Lula da Silva (76 años) cumplió un período en prisión y su imagen continúa salpicada por el escándalo de corrupción Lava Jato, la operación iniciada en marzo de 2014 por la Policía Federal y bautizada así porque fue en una serie de lavaderos de autos donde se realizaban maniobras de blanqueo de dinero. Condenado por ese delito en uno de los cuatro procesos judiciales que tenía en su contra, fue dejado en libertad al determinar la Corte que hubo fallas procesales, lo que de inmediato lo inhabilitó para volver al ruedo político y postularse a la presidencia.
Para esta primera vuelta, el mandatario izquierdista espera beneficiarse del llamado “voto útil”, es decir de los seguidores de los otros nueve candidatos en liza, pero especialmente de dos que consolidan un porcentaje que, aunque pequeño, es ‘gigante’ para restar apoyo a Bolsonaro. Ellos son el centro izquierdista Ciro Gómez, tercero en las encuestas con el 7%, a quien hace pocos días un grupo de políticos e intelectuales latinoamericanos pidieron en una carta abierta que desistiera de su aspiración para facilitar la victoria de Lula, y la centrista Simone Tebet (5%).
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Bolsonaro, un excapitán del Ejército y exdiputado de 67 años, enfrentó durante tres años de su mandato la pandemia del covid-19, lo que de suyo aumentó la pobreza y el desempleo al igual que en la mayoría del mundo. De su inicial escepticismo pasó rápidamente no sólo a adoptar las medidas sanitarias establecidas sino a aumentar las ayudas sociales para los más vulnerables. Así, aumentó el llamado Auxilio Brasil a 400 reales mensuales (USD77) durante dicha emergencia sanitaria y lo reajustó este año a 600 reales (USD 115).
El expresidente izquierdista ha hecho de ese programa su caballito de batalla electoral, prometiendo que lo ampliará, ya que entregará otros 150 reales UUSD 28) por cada hijo menor de seis años.
Con renovado discurso populista, Lula da Silva quien califica a Bolsonaro de "idiota", sostiene que volverá al poder para "arreglar el país" y anticipa que presentará una reforma tributaria “para que los pobres paguen menos y los ricos paguen más", al igual que mejorará el salario mínimo (actualmente en 1.212 reales, USD 236) para restaurar el poder adquisitivo de los brasileños frente a la elevada inflación.
Por su parte el actual mandatario, que al igual que la reciente triunfadora en Italia, Giorgia Meloni, tiene como lema “Dios, patria y familia”, promete que eximirá del impuesto a la renta a quienes ganen hasta cinco salarios mínimos, mejorar la infraestructura en las regiones menos desarrolladas, ampliar el proceso de privatizaciones, pero sobre todo generar empleos, especialmente para jóvenes y mujeres, al tiempo que cita la "libertad económica" como promotora del bienestar social.
Bolsonaro ha contestado los constantes ataques de su rival del Partido de los Trabajadores calificándolo de “ladrón”, en referencia a su implicación en Lava Jato, en esta campaña de “alto voltaje” verbal, termómetro de esta elección, la más polarizada en décadas.
Con el respaldo de influyentes sectores como el evangélico, empresarial y agropecuario, el actual presidente del gigante sudamericano enfrenta resistencias en el electorado femenino y entre los más pobres, donde cala el mensaje populista de su retador. Sin embargo, sostiene que la mayoría de los brasileños están con él y recordó que el pasado 7 de septiembre pudo apreciarse con las multitudinarias concentraciones de apoyo que tuvieron lugar en Brasilia y en la playa de Copacabana (Río de Janeiro) donde gigantescas mareas verdeamarillas expresaron su rechazo a un posible regreso de la izquierda.
Empresarios con Bolsonaro
Los empresarios brasileños reafirmaron su apoyo al presidente Bolsonaro y expresaron recelo por un retorno del izquierdista Lula da Silva.
El mandatario concentra 62% de la intención de voto del empresariado, lejos del 24% de Lula, según un sondeo del Instituto Datafolha divulgado la semana anterior. Valoran especialmente el avance en la agenda neoliberal del gobierno de Bolsonaro, quien prometió en 2018 achicar el Estado.
Liderada por el ministro de Economía, Paulo Guedes, esa política se refleja en privatizaciones como la de la compañía eléctrica Eletrobras, y numerosas concesiones, como la otorgada en saneamiento a la empresa Aguas do Rio.
Los empresarios apreciaron además la reforma del sistema de pensiones y el impulso de una reforma tributaria, pendiente en el Congreso.
"Prefiero una agenda liberal, porque la iniciativa privada es la que genera empleos e impulsa la economía", sostiene, sin revelar su voto, Joao Cox, miembro de consejos directivos de varias compañías, como Embraer.
Los pequeños empresarios valoran por su parte que Bolsonaro se opusiera a los cierres por el covid, que cobró la vida de 685.000 personas en el país, según Daniela Campello, especialista en ciencia política de la Fundación Getulio Vargas.
El repunte económico pospandemia también juega a favor del presidente en este sector. La mayor economía latinoamericana creció 4,6% en 2021 tras caer en 2020 y el mercado proyecta una expansión de 2,65% este año.
El empresariado, además, ve con recelo la alternativa a Bolsonaro: un 70% rechaza al expresidente Lula (2003-2010), según Datafolha.
Las preocupaciones aluden a "un mayor intervencionismo económico y su compromiso con los trabajadores", incluso con promesas de revisar la reforma que flexibilizó algunos derechos laborales en 2017, analiza Campello.
Por sectores, el agronegocio sigue siendo el gran bastión bolsonarista. En el festejo del día de la Independencia, el 7 de septiembre, una columna de tractores participó en el tradicional desfile militar en Brasilia.
De hecho, el principal donante particular de la campaña de Bolsonaro (un millón de reales, USD 195.000) es el productor de granos Oscar Cervi.
El sector, que aporta casi 28% del PIB, destaca avances en infraestructura logística y un buen desempeño pese a la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, dice Luiz Carlos Correa Carvalho, presidente de la Asociación Brasileña del Agronegocio.
Y es clave la postura de Bolsonaro contra los reclamos indígenas en la disputa legal sobre tierras agrícolas, en manos del Supremo Tribunal Federal (STF).
Lula "dejó claro que apoya la invasión de tierras y hasta tildó al agro de 'derechista y fascista', por lo que el productor lo considera una amenaza", indica Correa Carvalho.
Otro temor del agro es que Lula decida imponer "impuestos a las exportaciones", siguiendo el modelo del gobierno de Argentina, añade un consultor bajo anonimato.
Entre estas dos agendas programáticas diametralmente opuestas, los 150 millones de brasileños que tienen derecho de sufragio este domingo ya que es el voto es obligatorio -salvo para los mayores de 70 y opcional para quienes tienen entre 16 y 18 años- deben definir presidente.
También elegirán a 513 miembros de la Cámara de Diputados y 27 de los 81 escaños que conforman el Senado, al igual que el control de los 27 territorios que conforman Brasil, tanto a nivel de órganos legislativos como de gobernadores. /Redacción internacional con agencias