Con 46 años de edad cumplidos, Iván Duque es el expresidente colombiano más joven. El 7 de agosto pasado entregó el poder al actual mandatario Gustavo Petro y ese día una de las mayores incógnitas era cuál sería su futuro político inmediato y qué postura asumiría ante el nuevo gobierno, siendo claro que se encontraban en orillas políticas e ideológicas contradictorias.
Al cumplirse 100 días de gestión de Petro resulta claro que su antecesor, si bien se ha pronunciado a través de trinos y algunas entrevistas a medios internacionales, ha tratado de mantener una postura de cautela ante la gestión de la entrante administración, salvo réplicas muy puntuales, no tanto al Presidente como sí a varias de sus políticas o a las acusaciones de ministros y voceros del Ejecutivo contra las ejecutorias del mandato 2018-2022.
De hecho, Duque se ha dedicado más a tareas internacionales. Como se sabe, es “miembro distinguido” del tanque de pensamiento estadounidense The Wilson Center, que lo escogió en agosto pasado dada su trayectoria en temas globales como la defensa democrática, cambio climático y la migración continental. Ya en septiembre anunció que trabajaría también como Fellow (titular académico) del programa de Liderazgo Transformacional de la Escuela Blavatnick de Gobierno, en la Universidad de Oxford.
A ello se suma que el Centro Adam Smith para la Libertad Económica, de la Universidad de la Florida, lo designó como Senior Leadership Fellow, un programa sobre defensa de la democracia, crisis climática y migratoria, y libertad empresarial.
El combate al calentamiento global ha concentrado buena parte de su tiempo como expresidente. No solo participó semanas atrás en el foro global “Concordia por la Amazonía”, sino que días atrás fue panelista invitado a la COP27 que se desarrolla en Egipto, en donde habló sobre la iniciativa de Mercados de Carbono de África y el programa “Créditos de biodiversidad", que promueve inversiones hacia compromisos globales de preservación y cuidado del medio ambiente. Allí también participó en el evento “30x30 para el clima, la naturaleza y la gente”, donde compartió con varios líderes mundiales…
A nivel nacional, como se dijo, muchos medios han querido entrevistarlo pero ha respondido que, por ahora, no piensa hablar. Solo lo hizo con uno en el marco de la COP-27. Tampoco se le ha visto en alguno de los cónclaves del Centro Democrático (partido del cual, se supone, es uno de sus jefes naturales) ni se ha tenido noticia de reuniones suyas con el expresidente Álvaro Uribe.
Réplicas puntuales
Como se indicó, en sus pronunciamientos en redes sociales o en periódicos y cadenas internacionales de noticias ha evitado entrar en confrontación directa con Petro o sus ministros, aunque sí se ha criticado, a nivel general, temas como la reanudación de relaciones políticas entre Colombia y el régimen venezolano de Nicolás Maduro, a quien continúa tachando de dictatorial y violador de los derechos humanos. También rechazó cualquier flexibilización con el gobierno autoritario de Ortega en Nicaragua.
Igual ha tomado distancia de las políticas de “paz total” de Petro. No solo validó las condenas a “vándalos y terroristas que se trataron de esconder bajo ‘la protesta social’”, sino que advirtió que “el principio de No Repetición es para que los reincidentes en el terrorismo reciban sanciones drásticas y ejemplarizantes, además de la persecución del Estado. Premiar a las disidencias de las Farc y a Iván Márquez con ‘Paz Total’ sería un monumento a la impunidad”.
En uno de sus pronunciamientos más puntuales, advirtió sobre los efectos de la reforma tributaria impulsada por Petro y aprobada por el Congreso, señalando que produce menos inversión y fuga de capitales, lo que da como resultado devaluación, inflación y pobreza.
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Duque también ha defendido la política de transición energética que inició su gobierno pero frente a las propuestas de Petro, en torno a un rápido marchitamiento de la industria petrolera, replicó que Colombia ni el mundo pueden prescindir por ahora del crudo. Recalcó que acabar ese sector en nuestro país afectaría la principal fuente de ingresos sin tener cómo sustituirlos. Llamó a un equilibrio entre energía y medioambiente así como a no ideologizar las políticas de hidrocarburos…
Y, por último pero no menos importante, Duque ha dedicado varios de sus afirmaciones en estos 100 días a defender la gestión de su gobierno en materia económica, social, política, institucional, de paz y orden público, así como a replicar -o darle vitrina a las afirmaciones de sus exfuncionarios al respecto- las críticas de los voceros del gobierno petrista sobre las ejecutorias y decisiones de la anterior administración.
Juego político
Está claro, en todo caso, que Duque bien pudo situarse desde el primer día como el principal líder de la oposición a Petro. De hecho, este sí lo hizo así desde la misma noche del 17 de junio de 2018, cuando perdió la Casa de Nariño por más de dos millones de votos ante el candidato de la coalición encabezada por el Centro Democrático.
Por el contrario, es claro que el expresidente no ha querido ser el principal contrapeso del gobierno de izquierda, ni estar todos los días en la primera plana de la contienda política interna. La defensa de su gestión y los pronunciamientos puntuales sobre la inconveniencia de algunas de las políticas y decisiones de la administración de izquierda se pueden considerar reacciones naturales. Pedirle a Duque y sus exministros un silencio sepulcral en estos 100 días era imposible, más aun siendo claro que la elección presidencial evidenció un país muy polarizado entre los afectos a Petro y sus contradictores.
Igual, que Duque haya tomado alguna distancia del Centro Democrático resulta, en cierta medida, lógico, no solo por la actitud crítica de muchos de sus congresistas y excongresistas contra su gestión (al punto de echarle la culpa de la llegada de la izquierda al poder), sino porque, al decir de los analistas, el expresidente sí estaría interesado en tener un rol protagónico en la política colombiana, pero soltando amarras de ese uribismo radical y derechista.
Incluso, ante los rumores de que el petrismo podría maniobrar para abrir la compuerta a la reelección presidencial inmediata, hay quienes consideran que el exmandatario sería una carta fuerte a jugar por parte de sectores de centro y centroderecha. Es claro que no salió tan desgastado como otros de sus antecesores de la Casa de Nariño y, además, jugaría a su favor que la oposición hoy está acéfala, ya que el excandidato Rodolfo Hernández no asumió su vocería, el propio Uribe se encuentra muy desgastado política y electoralmente, en tanto que otros excandidatos y exprecandidatos antipetristas se han ido difuminando con el paso de los últimos meses.
Para algunos de sus exministros, la gestión e imagen de Duque se irá solidificando a medida que el gobierno Petro se continúe desgastando por el clima de incertidumbre sobre sus políticas y el rumbo que quiere darle al país. Sus críticos, por el contrario, señalan que el expresidente tiene que fijar su futuro en cargos internacionales, ya que a nivel interno, dentro o fuera del uribismo, la tendría muy difícil para liderar una nueva opción política.
Lo cierto es que un expresidente con apenas 46 años es claro que no se va a jubilar en materia política ni electoral. Faltan 11 meses para los comicios regionales y locales pero, por ahora, no se sabe si jugará activamente. Duque sabe que tiene margen de maniobra amplio y que este gobierno apenas si completa 100 días y falta mucho camino por recorrer. Él, como el resto del país, intuyen que la izquierda podría moverse para tratar de quedarse en el poder con Petro o alguno de los suyos en 2026. Y es allí en donde liderazgos probados y curtidos en las crisis, como el suyo, podrían tener una nueva oportunidad o serán determinantes para abanderar bloques que lleven a un nuevo cambio colombiano.