Por Óscar Munevar
Enviado Especial EL NUEVO SIGLO
Para nadie es un secreto que el más popular de los deportes es el fútbol y para quienes gustamos de él la mayor satisfacción es poder asistir a un mundial. Pero si has tenido la oportunidad de ir a diez eso, sin duda, es de lo más grande que te puede brindar la vida.
Mi primera experiencia fue en 1986. El director de Deportes de Caracol, Hernán Peláez, me llamó a su oficina y dijo: “Nos vamos para México al mundial”. La cadena era dueña exclusiva de esos derechos y mi felicidad fue total. No me la podía creer.
Ese torneo lo debió organizar Colombia pero el gobierno de entonces declinó. Ya en México, el calor de los manitos y el ambiente eran increíbles, pese al terremoto sufrido cuatro meses antes. Nuestro país no asistía, teníamos un fútbol “de entre casa”, no exportábamos jugadores y simplemente éramos espectadores. Aún así vivíamos pegados de Brasil, con el equipazo que llevó. Argentina, a la postre campeón, con Maradona y su ‘mano de Dios’ ante Inglaterra, y con Bilardo, que había sido técnico de Colombia en el 82, tuvieron una fiesta inolvidable…
Una fortuna al pasar por ciudad de México fue poder visitar al nobel Gabriel García Márquez en su casa.
EL NUEVO SIGLO desde esa época nos invitó. Éramos sus columnistas. De ahí en adelante esa unión se ha mantenido. Llevamos diez mundiales con sus lectores, contándoles el día a día de esta decena de torneos.
Llegaría Italia 90, otro sueño mundialista, con el incentivo de que Colombia estaría presente con una extraordinaria selección encabezada por René Higuita, Andrés Escobar, Leonel Álvarez, Carlos Valderrama y Freddy Rincón. Colombia enfrentó en primera fase a Yugoslavia, Emiratos Árabes y Alemania (que se coronaría campeón). Pasamos a los octavos pero perdimos con Camerún, un 23 junio, por 2-1, con gol de Roger Milla. No podremos olvidar el empate 1-1 con los teutones, con el golazo de Rincón. Nos fuimos de ese mundial con una gran decepción, sabedores de que pudimos dar más.
Durante el mes que estuvimos en este país aprendimos que el idioma no era la gran barrera, que los espaguetis se comían fríos, que el paniní era el plato preferido de los latinos, que el vino era bueno si lo conseguíamos español o francés, y que los taxistas, como en muchas partes del mundo, nos veían la cara de tercermundistas y nos querían cobrar más de la cuenta.
Fue un reto periodístico. Experimentamos por primera vez la magia del celular. Compartimos con las grandes figuras del futbol mundial. Dictábamos las columnas para este Diario a través de teléfonos en los hoteles, celulares o desde casetas telefónicas en Roma.
Recuerdo que en un lujoso hotel de esa ciudad se presentaron, por primera vez, los tres tenores (Plácido Domingo, Luciano Pavarotti y José Carreras). Por esas casualidades de la vida pudimos verlos. Tremendo espectáculo. El mundial fue impresionante. Treinta días en un solo sitio. Estábamos al lado del Rey Pelé, el invitado de honor.
Nuestro “sueño americano” fue en 1994. La selección Colombia era el gran equipo y lo daban incluso como candidato a imponerse en el mundial de Estados Unidos. En todos los rincones hablaban bellezas del conjunto que dirigían Maturana y ‘Bolillo’. En las salas de prensa no caminábamos, levitábamos los periodistas colombianos. Los colegas nos llamaban a hablar de Higuita, Escobar, Valderrama y Asprilla… Pero ese sueño no duró mucho. Le ganamos a Suiza pero perdimos con Estados Unidos 2-1 y Rumania nos hundió. Acabó la felicidad y empezó la tristeza, sobre todo porque al regresar al país, además de la eliminación, estaba el luto por el asesinato de Andrés Escobar en Medellín.
Ese mundial de Estados Unidos pasó a la historia por hechos como la rápida eliminación de Colombia y la deportación de Diego Armando Maradona por consumo de estupefacientes. El torneo como espectáculo fue todo un éxito pero en lo deportivo dejó mucho que desear.
El torneo galo
Partimos cuatro años más tarde a Francia. En 1998 los “galos” nos abrieron las puertas y brindaron todas las comodidades del mundo. Hicieron un fabuloso mundial y, de nuevo, estuvo Colombia. En primera fase perdimos con Rumania, Inglaterra nos ganó 2-0 y apenas le ganamos por la mínima diferencia a Túnez.
La mejor comida, los mejores museos, la torre Eiffel, la ciudad luz… Todo se lo contamos a nuestros lectores. Fue una fiesta que llevó miles de aficionados a los estadios y, por primera vez, Caracol radio compartió con RCN radio transmisión de partidos. No fue un buen mundial para nuestro país. Al final, el local ganó el campeonato y Brasil se quedó con las ganas del quinto.
En el verano de 2002 armamos maletas y nos fuimos a Corea. No sabíamos decir “buenos días” y contratamos a un supuesto traductor, pero nos mandaron fue a un conductor. Cuando llegamos a Seúl, un hombre con cara de karateca nos estaba esperando con un letrero en la mano que decía “Nuevo Siglo”. Supusimos que era el traductor y que después de muchas horas volveríamos a hablar español. Pero no, el hombre no entendía inglés ni español… Incluso nos fuimos a acreditar en Seúl, pero estábamos inscritos en otra ciudad. Tomamos otra vez el carro y vuele, a siete horas de camino, a Buzan. Era eso o no asistir al partido inaugural… Todos los días teníamos que ir de ciudad en ciudad para presenciar los partidos. Inchon, Daegu, Gwangju y Suwon Jeonju, cada sede era una sorpresa. Sus calles, sus gentes, su comida… Se habían preparado para atender a los visitantes de forma tal que no hubiera queja. Vimos a Brasil coronarse campeón por quinta ocasión. Fue el último título para un equipo americano y ya llevamos 20 años sin esa alegría.
Cuatro años más tarde el destino fue Alemania. Un buen mundial, con Italia campeón, un equipo que llegó callado, muy maduro y con jugadores prontos a colgar los guayos. A la postre vencieron a un encopetado equipo francés en la disputa del título en Berlín. Fue en ese partido cuando sacaron de casillas a Zinedine Zidane, que terminó expulsado.
Alemania preparó ciudades como Hamburgo, Hannover, Dortmund, Sttuggar, Múnich, Leipzig y Núremberg para el certamen. Los ingleses y locales hacían las delicias del público. Eran verdaderos ejércitos de fanáticos enfurecidos vivando sus selecciones.
El plato preferido era la salchicha. Se conseguía en todo lugar y con una se podía quedar bien almorzado. Había cerveza a toda hora en los estadios pero nadie se salió de casillas pese a que el equipo anfitrión no llegó a la final. La noche en que quedaros eliminados Múnich se silenció y parecía que nadie vivía en esa ciudad… Ya después se volvió a prender la fiesta.
En la vecindad
Tras el torneo de Sudáfrica (2010), que ganó España a Holanda, el máximo torneo volvió a América. Como si fuéramos niños salimos cuatro años más tarde para Brasil 2014. Se supone que sería el desquite de los “cariocas”. Todos recordaban el mundial del 58, cuando cayó ante Uruguay en el Maracaná.
Colombia era una fiesta total pues volvía a un torneo orbital bajo las órdenes de José Pekerman, para unos un gran técnico, para otros un charlatán. La selección consiguió la mejor de sus presentaciones. Nadie puede borrar de su memoria el gol de James Rodríguez a Uruguay para clasificar a cuartos, en donde Brasil nos eliminó, pero luego cayó goleado por Alemania, que le ganó la final a la Argentina de Messi. El 10 colombiano fue el goleador del torneo y el Real Madrid puso sus ojos en el cucuteño.
Un cuatrienio después nos esperaba Rusia 2018. Se temía por las condiciones allí, pero sorprendió todo. Grandes anfitriones, un país abierto al mundo, con todo al servicio del futbol y una organización casi perfecta. Diría que, después de los alemanes, los rusos se pasaron en atenciones, buenos modales, respeto y cariño.
El fútbol con los partidos de Colombia fue un corre-corre. Íbamos de una ciudad a otra y el sufrimiento fue mucho. Perdimos con Japón 1-0, vencimos a Polonia 3-0 y casi no le ganamos a Senegal. Se clasificó a octavos y vino Inglaterra. Duro encuentro, empatamos en el último minuto con el histórico gol de Mina. El marcador no se movió en el alargue y ya en los tiros desde el punto de penal fallamos… Podríamos haber hecho más, pero no fuimos contundentes.
Ahora arranca Catar 2022. Colombia no clasificó pero nosotros estamos allí, de nuevo tras el balón… Será el décimo mundial y esperamos que vengan otros más.