LA CAMPAÑA presidencial sufrió esta semana varios remezones que cambian de manera sustancial el rumbo de la contienda proselitista.
Faltando menos de cuatro meses para las consultas interpartidistas que deben realizarse el 13 de marzo (mismo día de las elecciones parlamentarias) y menos de seis para la primera vuelta presidencial, es evidente que la precampaña que se venía desarrollando a lo largo de este año ya se puede dar por terminada e inició la campaña definitiva por la sucesión de Iván Duque.
Sin duda alguna, el hecho más importante hace referencia al surgimiento de una nueva coalición que si bien se venía cocinando desde hace varios meses esta semana tomó cuerpo definitivo y, por ende, obliga a barajar de nuevo frente al escenario político y electoral que se había configurado en los primeros once meses de este año.
La iniciativa de varios exalcaldes y exgobernadores para plantearle al país una opción presidencial se empezó a concretar el lunes pasado tras la reunión de los exmandatarios Enrique Peñalosa (Bogotá), Federico Gutiérrez (Medellín) y Alejandro Char (Barranquilla). Tras ese cónclave en la capital del Atlántico, este último oficializó el lanzamiento de su precandidatura y anunció que conformaría un bloque político con los dos primeros, que hace varios meses ya son aspirantes y están en el proceso de recolección de firmas para sustentar sus postulaciones. Todo ello con el fin de competir en una consulta interpartidista de marzo para escoger el candidato único de esta coalición a la Casa de Nariño.
Pero el tema no paró ahí: desde el mismo lunes se anunciaba que habría más ingresos a esta nueva coalición, lo que se vino a oficializar este viernes, cuando se informó que también entraban David Barguil, candidato único del Partido Conservador; Dilian Francisca Toro, directora única del Partido de La U -pero que no ha oficializado una eventual aspiración-; y el exministro Juan Carlos Echeverry, candidato presidencial independiente.
Estos seis dirigentes no solo anunciaron que competirán entre ellos en la consulta de marzo para escoger el candidato único de la coalición bautizada como “Equipo por Colombia”, sino que de inmediato empezaron a puntualizar las bases de su propuesta política, al tiempo que ratificaron que se trata de una opción electoral fuerte, con un alto componente de representación regional y, sobre todo, la sumatoria de unas trayectorias que han sido bien calificadas en su paso por gobernaciones y alcaldías.
Hay tres elementos de esta nueva coalición que indicarían su potencial fortaleza y, sobre todo, ponen de presente la razón por la que su lanzamiento significa un remezón, el más duro hasta el momento, en la campaña presidencial.
En primer lugar, están los exalcaldes más recientes de las tres ciudades de mayor peso electoral en el país: Bogotá, Medellín y Barranquilla.
En segundo término, también se configuran aquí apuestas serias por el voto regional. La casa Char es una de las más fuertes en materia electoral en la Costa Caribe. De igual manera, el cordobés Barguil es uno de los senadores con más alta votación de la región y tiene una amplia exposición mediática por temas que ha abanderado, especialmente los relativos a los derechos de los usuarios financieros y la cruzada para liquidar a Electricaribe por su mal servicio.
Con Gutiérrez, entre tanto, se está buscando impactar al electorado antioqueño, sobre todo al que vota marcadamente por lo paisa, pero también al elector uribista así como al antifajardista y el antipetrista. El exalcalde de Medellín se ha venido fortaleciendo en las encuestas electorales, incluso por encima del propio Fajardo y de los precandidatos del Centro Democrático.
Toro, como se sabe, no solo viene de ser la gobernadora del Valle sino que su grupo es el más fuerte en materia electoral allí, al punto que mantiene el control de la administración departamental y prima en la votación parlamentaria regional.
Peñalosa no necesita mayor presentación. Dos veces alcalde de la capital del país, es uno de los dirigentes de mayor dimensión nacional de este bloque. Años atrás fue candidato al Congreso y precandidato presidencial. Varias veces ha sonado como eventual ministro y, sin duda, es un referente, con partidarios y críticos, de la modernización urbanística y el énfasis en determinadas políticas gubernamentales.
Por último, Echeverry si bien es el más novato en estas lides proselitistas, es reconocido como uno de los mejores economistas del país, con una amplia trayectoria en altos cargos, como la cartera de Hacienda o la presidencia de Ecopetrol, dos asuntos de primer orden en el temario de campaña.
Ajedrez partidista
Sin embargo, el tercer elemento de esta coalición puede terminar siendo el más importante: los potenciales electorales en juego.
Para nadie es un secreto que la casa Char, que hoy domina la alcaldía de Barranquilla y la gobernación del Atlántico, tiene ramificaciones electorales en toda la Costa norte. También es sabido que este es uno de los bloques más fuertes al interior de Cambio Radical, el partido del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, que si bien es cierto ha reiterado que no está interesado en lanzarse para 2022 es claro que tendrá un protagonismo en la contienda, toda vez que su bancada en Senado y Cámara es una de las más fuertes.
No se sabe, por ahora, si Vargas Lleras entrará a esta coalición, pero lo cierto es que los parlamentarios de la línea Char están desplegados en todos los ocho departamentos recogiendo firmas para sustentar la aspiración presidencial del exalcalde que, como todos los candidatos de movimientos significativos de ciudadanos, tiene hasta el 17 de diciembre para entregar como mínimo 580 mil respaldos válidos a la Registraduría.
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Por su parte, Barguil es la carta de los conservadores, un partido con más de dos millones de votos para el Senado en 2018, con 35 parlamentarios en ambas cámaras legislativas y cuya última candidata presidencial ese año fue la hoy vicepresidenta y canciller Marta Lucía Ramírez, quien en la consulta interpartidista con Iván Duque y Alejandro Ordóñez sumó 1,5 millones de votos.
Barguil tiene la ventaja de que es respaldado por toda la bancada e incluso su llegada al “Equipo por Colombia” fue avalada de inmediato por el senador Efraín Cepeda, cabeza de lista a la cámara alta en marzo próximo.
Aunque ayer al cierre de esta edición el Directorio Nacional del partido no se había pronunciado oficialmente sobre la entrada de Barguil a esta coalición, por cuanto se pensaba que los conservadores harían llave de nuevo con el uribismo, lo cierto es que no pocos analistas sostienen que los azules apostarán el todo por el todo al bloque de “Equipo por Colombia”, no solo porque le ven futuro político, sino porque, sin duda, son unos de los competidores más fuertes dentro del mismo.
También es claro que existen algunos vasos comunicantes entre Peñalosa y Cambio Radical. Se recuerda que años atrás Vargas Lleras apoyó una de las candidaturas del exalcalde y en las últimas semanas se venía especulando que podría contemplar la posibilidad de respaldar su aspiración presidencial, sin que a hoy haya nada oficial al respecto.
La U, que también se acercó a dos millones de votos en las parlamentarias de 2018 para Senado, es un partido fuerte que podría sumar mucho a esta coalición si finalmente la colectividad y la bancada deciden respaldar la movida de Toro.
Algunas fuentes de este partido le dijeron a un periodista de EL NUEVO SIGLO que aunque hay algunas voces discordantes, la mayoría considera que hacer parte de este nuevo bloque es lo que más les conviene dado el escenario político y el poco eco que han tenido hasta el momento los candidatos uribistas.
No hay que olvidar que tanto La U como los conservadores hacen parte hoy de la coalición gubernamental que respalda Duque, junto al Centro Democrático, pero esa alianza parece que no se va a replicar de cara a la nueva contienda por la sucesión en la Casa de Nariño.
Otro dato clave aquí es que hay unos sectores del uribismo antioqueño que ven con buenos ojos a Gutiérrez, lo que ha sido clave para explicar por qué este gana en las encuestas de esa región a Petro y al propio Fajardo, que se supone juega de local.
Por último, es evidente que con nombres como los de Echeverry, Peñalosa o el propio Gutiérrez se apuesta no solo al componente regional sino también a impactar el voto de opinión, así como a esa amplia franja de personas que todavía no sabe por quién votar. Prueba de ello es que hace tres semanas se dio a conocer una encuesta en donde queda claro que 7 de cada 10 consultados se encuentra indeciso o votaría en blanco.
Efecto dominó
El lanzamiento oficial de esta coalición es innegable que produce de inmediato repercusiones en el resto del escenario de campaña. De entrada pone a pensar al Centro Democrático, pues todos los cálculos proselitistas partían de la base que la coalición de centro-derecha sería encabezada por la dupla uribismo-conservadores, tal como ocurrió en 2018.
Aunque mañana se dará a conocer, tras varios foros de los precandidatos y las encuestas externas e internas de la últimas dos semanas, quién será el aspirante oficial de ese partido, es evidente que el ajedrez cambió, no solo por la decisión de Barguil y compañía sino porque en “Equipo por Colombia” la mayoría de los aspirantes considera que esta coalición debe ser alternativa a la uribista, fajardista y a la petrista.
De hecho, Peñalosa fue claro esta semana en que no se está planteando la posibilidad de recibir al Centro Democrático, en tanto que Echeverry fue más allá y dijo, utilizando una metáfora deportiva, que unirse al uribismo sería como si a Millonarios llegará Santa Fe.
Es más, el viernes después de conocerse el lanzamiento de esta coalición de exalcaldes y exgobernadores, voces de peso dentro del Centro Democrático, como la del senador Ernesto Macías, propusieron que quien sea elegido mañana como candidato uribista entre a “Equipo por Colombia” para asegurar un bloque político fuerte que gane la presidencia.
Aunque en todos los círculos políticos se asegura que el exministro y excandidato Óscar Iván Zuluaga será el ganador del tiquete presidencial, salvó una sorpresa por parte María Fernanda Cabal, es claro que hasta el momento los aspirantes uribistas poco suman en las encuestas y se encuentran por debajo no solo de Petro, que lleva una amplia ventaja en la delantera, sino de nombres como los de Gutiérrez, el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández y el propio Fajardo. Este es un asunto que, obviamente, pone a pensar al partido de gobierno en torno a si en realidad son una opción viable para atajar a Petro.
Hay sectores del Centro Democrático que consideran que lo importante es evitar que la izquierda se tome el poder en agosto de 2022 y que ese objetivo es más importante que el de mantener a uno de los suyos como titular de la Casa de Nariño. Este es un dilema que cada vez es más visible en esas toldas, donde el expresidente Álvaro Uribe, medianamente neutralizado por sus problemas judiciales, todavía no ha tomado ninguna postura en cuanto a qué debe hacer su partido ante el surgimiento de esta otra coalición.
La otra orilla
Como se dijo, los hechos de esta semana, en especial la oficialización del “Equipo por Colombia”, van a producir un efecto dominó en la campaña. De entrada, esta nueva alternativa sobre el tablero pone más presión a la Coalición de la Esperanza, que viene de tumbo en tumbo desde hace varias semanas, no solo por la división -ya oficializada- de la Alianza Verde, sino por el tire y afloje frente a una alianza con el candidato presidencial independiente Alejandro Gaviria.
Como se sabe, en este frente se produjeron en esta semana dos hechos determinantes. De un lado, el precandidato verde Carlos Amaya mutó como precandidato de la Coalición de la Esperanza, en tanto que otro precandidato verde, el exgobernador Camilo Romero, se unió a la coalición del Pacto Histórico, es decir al bloque de Petro.
De otra parte, se produjo un rompimiento definitivo entre Alejandro Gaviria y el oficialismo liberal en cabeza del expresidente César Gaviria, quien llevaba varios meses tratando de convencer al exministro de que fuera el aspirante oficial de las toldas rojas. Incluso, cuando este se lanzó como independiente los liberales no se apartaron y, por el contrario, empezaron a ayudarle a recoger firmas con miras a respaldar su nombre.
Esta estrategia del exmandatario no funcionó debido a que los precandidatos de la Coalición de la Esperanza (Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo y Jorge Enrique Robledo) le dijeron a Alejandro Gaviria que estaban dispuestos a una alianza para consolidar una opción de “centro político”, pero siempre y cuando no incluyera directa ni indirectamente al oficialismo liberal de César Gaviria.
Al final, en medio de confusas circunstancias esta semana, rompieron relaciones los dos Gavirias y el exministro de salud aceptó ir a un cónclave con la coalición fajardista, que será el próximo fin de semana.
Ahora bien, más allá si se da la unión entre esta coalición fajardista y Gaviria es claro que “Equipo por Colombia” entra a competirles de forma directa no solo por el voto del llamado “centro político” sino por el de opinión. También apunta a los sectores que quieren que el país salga de la desgastada polarización entre petrismo y uribismo.
De hecho hay analistas políticos que consideran que Fajardo y compañía están obligados a tomar decisiones urgentes y de fondo, no solo por su sostenida caída en las encuestas en los últimos meses sino porque todo el desgaste con los verdes y el rifirrafe con los Gaviria han deteriorado su imagen como propuesta de nueva política ajena a los vicios tradicionales.
De hecho, no sería de extrañar que César Gaviria, peleado como está ahora con el uribismo y el fajardismo, también apunte el liberalismo a “Equipo por Colombia”.
Movida petrista
Este nuevo panorama de campaña también obliga a la coalición del Pacto Histórico a ajustar su estrategia. Esta semana este bloque político tuvo dos puntos altos, como la llegada de Camilo Romero y la renuncia del senador Alexander López como candidato presidencial del Polo, con el consecuente respaldo a Petro.
Es evidente que un escenario de polarización con la llave uribista-conservadora es lo que más le conviene a Petro, ya que por esa vía se le quita espacio a otras coaliciones, especialmente a la fajardista y se podría atajar el lento pero progresivo repunte de algunas candidaturas por firmas.
Sin embargo, esta estrategia se ve amenazada si “Equipo por Colombia”, que tiene potencial político y electoral, se empieza a fortalecer, dejando en un segundo plano el pulso del petrismo y el uribismo y suma, realmente, todos esos componentes de poderío regional de los exalcaldes y exgobernadores en Bogotá, Antioquia, Valle y la Costa Norte.
Es innegable que varios de los nombres de esta nueva coalición son conocidos antipetristas o tienen fuerte influencia en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, en donde hoy hay mandatarios de izquierda cuyas gestiones han estado en medio de la continua polémica y polarización.
Así las cosas, Petro debería estar ahora más interesado en ampliar la esfera de apoyos políticos a su candidatura en la centro-izquierda, lo que redimensiona la importancia de un nuevo intento de acercamiento con la Coalición de la Esperanza. Todo esto porque en el escenario asoma un nuevo competidor que afecta la estrategia que se tenía planificada en torno a repetir el tú a tú con el uribismo.
Como se ve, la semana que termina marca un punto de inflexión en la contienda por la sucesión de Duque. La nueva coalición que irrumpió en el ajedrez obliga, como dicen los tahúres, a barajar y repartir de nuevo.