En el fútbol de todo el mundo ha hecho carrera buscar la solución más fácil para intentar superar los problemas más graves y, por ello, generalmente, cuando sobrevienen las crisis el ‘descabezado’ es el técnico, mientras directivos y jugadores pasan de ‘agache’.
Prueba fehaciente de ello es lo que acaba de ocurrir con la salida de Carlos Queiroz, quien al frente de la Selección Colombia tuvo un rendimiento del 53%, una gestión evidentemente desdibujada por los recientes y catastróficos resultados ante Uruguay (0-3) y Ecuador (6-1). Al final, el técnico portugués terminó siendo el único ‘crucificado’.
Hasta ahora ninguno de los directivos ha salido a asumir su responsabilidad en la debacle en esos dos partidos de eliminatorias. Mucho menos alguno de los jugadores, salvo el comunicado semanas atrás de James Rodríguez para desvirtuar peleas en el vestuario y otros presuntos actos de rebeldía.
Ahora, hay que tener en cuenta que la crisis del fútbol colombiano no pasa únicamente por la debacle en las eliminatorias para el Mundial de Catar 2022, sino que va más allá e incluye a los clubes que disputan el rentado y cuyos resultados internacionales son paupérrimos.
En la Copa Libertadores desde hace tres o cuatro años no se tiene una figuración importante y esta temporada recordó a los años en que los clubes criollos eran ‘invitados de piedra’ en el torneo.
No menos desilusionante es el desempeño de los elencos que disputaron la Copa Suramericana, en la que a duras penas sobrevive el Junior. Deportivo Cali, por otro lado, sufrió una de las peores humillaciones históricas al ser goleado 1-5 en su estadio por Vélez Sarsfield el pasado martes.
¿Cómo recomponer el andar del fútbol colombiano?
1. ¿Solución? Como bien dijo el referente del balompié nacional, Carlos Valderrama, las derrotas en Barranquilla y Quito son “saca-técnicos” y por muy bueno que haya sido el trabajo de Queiroz hasta entonces, su continuidad era insostenible. Sin embargo, hay que buscar las causas de esas catástrofes, que no pasaron solo por las erráticas decisiones del técnico portugués, sino por errores de los jugadores dentro y fuera de la cancha y los desatinos de los directivos.
2. Disciplina. Uno de los factores para tener en cuenta es el comportamiento dentro y fuera de la cancha de los jugadores, tanto en sus clubes como en la Selección. Según los rumores -hasta ahora no confirmados oficialmente- al interior del combinado patrio hubo actos de indisciplina que desdicen de su condición de profesionales de alta competencia. Faltó apoyo de los directivos al entrenador, quien supuestamente les reclamó con dureza su indecisión. Ahora bien, el presidente de la Federación, Ramón Jesurún, aseguró que no ocurrió nada anormal en el seno del combinado patrio en estos últimos dos partidos y que lo que se dice son solo chismes ¿Será verdad?
3. Humildad. Aunque esto no es nuevo y siempre sucederá, los egos o el vedetismo por parte de algunos jugadores siempre acarrean problemas. En esta ocasión se dice que uno de los reclamos a Queiroz fue por su favoritismo con James Rodríguez. Sin embargo, si de preferencias se va a hablar, no hay que olvidar que José Pekerman siempre las tuvo por el 10 y nunca nadie protestó. Tampoco hay que olvidar que años atrás Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez también tenía trato especial con algunos jugadores y ello no significó la ruptura del grupo. Ahora bien, es claro que cuando los jugadores llegan a la Selección, todos son iguales, no deben posar de estrellas ni menospreciar a sus compañeros. Acá no opera eso de que “yo gano más que usted” o “yo juego en el mejor equipo de Italia y usted en uno de media tabla de Inglaterra”, solo por citar algunos ejemplos.
4. Reconocer culpas. Ido el técnico, que era la solución más sencilla aunque costosa, ahora es el momento de reconocer culpas. Volviendo a lo dicho por el ‘Pibe’ Valderrama, “si los directivos tuvieran pantalones, hubieran sacado a Queiroz el día del 6-1”, pero además hubieran hecho un acto de contrición y aceptado públicamente su responsabilidad en la cadena de errores que se cometieron, empezando por no haberle advertido el portugués lo que representaba jugar a las 3:30 p.m. en Barranquilla y viajar dos días antes del otro partido a Quito, cuando quienes saben recomiendan que lo mejor para contrarrestar la altura es arribar pocas horas antes de saltar a la cancha.
Pero no. Yesurún habla del “legado que dejó el profesor”, mas no de aceptar culpas. Ni siquiera Álvaro González Alzate, que posa de ser frentero, admitió que hubo errores de los directivos y que, así como Queiroz pagó por los propios, ellos también deberían asumir responsabilidades. Hoy, González Alzate está dedicado únicamente a impulsar el regreso de ‘Bolillo’ Gómez a la Selección y no a dar explicaciones convincentes sobre lo que está pasando en el fútbol colombiano. Una crisis en la que tiene una alta cuota de responsabilidad porque dirige la Difútbol, entidad que debería propender por la formación de los jugadores de base, función que no está cumpliendo.
5. Los clubes. A pesar de que el 99% de los integrantes de la Selección Colombia, por lo menos en la era Queiroz, actúan fuera del país, no se puede desligar la crisis que vive el fútbol profesional colombiano de la del representativo nacional. Hoy, el que fuera considerado el segundo mejor torneo del área, está en un nivel muy bajo. Los resultados en el ámbito local son buenos y se habla de una liga “muy emocionante” porque cada seis meses se define un campeón. Pero la realidad es que se está dando al traste con la posibilidad de que los técnicos hagan un proceso, consoliden una idea de juego y tengan actuaciones dignas a nivel internacional.
6. Más trabajo. Lo que le espera a Colombia, a nivel de Selección, no es fácil. En marzo vienen Brasil y Paraguay, duros rivales ante los cuales hay que ganar mínimo 4 de 6 puntos para empezar a cuadrar caja en las eliminatorias. Así que los directivos no deben pensar en qué técnico les da más gusto a ellos y cuál no. Lo primordial es un entrenador que tenga aceptación dentro de los jugadores, que los conozca y sepa cómo y en qué posición utilizarlos. También que tenga experiencia en eliminatorias suramericanas, una de las más difíciles a nivel mundial. También se debe trabajar a nivel de ligas, de clubes, madurar los jugadores para que el seleccionador nacional tenga de dónde escoger en caso de que los que están fuera del país no lleguen en su mejor forma. De paso se debe mejorar el nivel del torneo interno para no volver a ser cenicientas en torneos como la Libertadores o la Suramericana.
7. Dejar trabajar. Finalmente, hay que ser respetuosos del trabajo de los técnicos y exigirles a los jugadores disciplina, que se bajen de la nube y hagan su aporte a la Selección con humildad. Así mismo, los directivos no deben inmiscuirse en la labor del entrenador, que lo dejen desarrollar sus planes y cumplan sus exigencias. Tampoco se puede volver a la época en que los periodistas despertaban a los jugadores a las 6 de la mañana para entrevistarlos, o llegaban los directivos con el hijo de un amigo a pedir autógrafos o fotos. Y menos pueden repetirse los días en que los jerarcas del balompié y su séquito de invitados viajaban en primera clase y los jugadores en económica.