La canoa llegó a la puerta de la casa de Pepe Álvarez. Cuando el presidente Misael Pastrana y yo la abordamos el boga puso rumbo a la Iglesia de La Candelaria, desde cuyo púlpito el primer mandatario les habló a los magangueleños. Estábamos en la segunda semana de noviembre de 1970.
Pocos momentos antes yo había llegado a Magangué desde Orejero, un corregimiento que se asoma a la ciénaga más bella de La Mojana. ¡Gobernador, aquí está Pastrana, me gritaron desde el puerto! En la canoa le informé al presidente de la situación en toda la zona. Hay que incluir a La Mojana en las investigaciones de la misión colombo-holandesa, me respondió.
Hoy, después de 624 meses, 28 inundaciones y casi 2.000 aguaceros eternos, la región está otra vez inundada. El 27 de agosto del año pasado, el Cauca abrió el rompedero de Caraegato, símbolo hoy de la tragedia que siempre regresa: más de tres mil hectáreas de arroz cubiertas por las aguas; 120.000 cabezas de ganado movilizados a las tierras altas con pérdidas y extravíos cercanos a 10.000 cabezas; cientos de animales de corral ahogados y muchas esperanzas perdidas.
Ante la duda de los nuevos gobernantes, los mojaneros poseídos de los saberes del hombre hicotea, le fijaron a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) una fecha cabalística para empezar a cerrar el chorro que los arruina: 15 de diciembre, cuando ya empieza a iluminar los cielos la estrella de Belén.
¡Cuidado! …estamos hablando de lo urgente, que ha sido el pretexto de todos los gobiernos para no encarar la solución definitiva a las inundaciones del Cauca. Por cierto, ese es un tema estudiado muy a fondo y se conocen las soluciones concretas.
Las indagaciones se iniciaron con la misión colombo-holandesa (1977); en el 2003 se publicó el Programa de Desarrollo Sostenible para la región de La Mojana FAO-DNP, producto del Convenio que, como embajador, firmé con Jacques Diouf (qepd), director de la F.A.O. Diouf, un senegalés cultísimo, se entusiasmó cuando le conté que La Mojana era la tierra madre del realismo mágico. A partir de ese programa y con el respaldo del presidente José Manuel Santos, impulsamos los estudios de la Universidad Nacional (UN-DNP 2012). Esos documentos e investigaciones fueron la base del Plan de Acción (P.A.) para la Reducción de las Inundaciones y la Adaptación al Cambio Climático de la Región de La Mojana (F.A. 2016).
El P.A. es un documento de excepcional rigor que analiza los múltiples aspectos de ese intricado delta hídrico que comprende 11 municipios de cuatro departamentos, tres ríos, siete caños y tres ciénagas. El P.A. propone cinco alternativas para controlar las inundaciones: esclusas, recuperación de humedales, rehabilitación de ciénagas y caños, reconexión de estos últimos con el Cauca y acuerdos de gobernanza del agua. Son cien páginas doctas y muy bien redactadas.
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Para elaborarlo, el Fondo de Adaptación convocó a 16 profesionales de múltiples y pertinentes disciplinas, entre los cuales destaco a Nelson Osorio (P.H.) y Aníbal Pérez (M.B.A). Luego de cuatro años de dedicación, presentaron el Plan de Acción. Allí está todo lo que se necesita saber sobre La Mojana. Para la muestra un botón: “La intervención en La Mojana ha implicado la contratación de la elaboración de un modelo digital de terreno continuo sobre el cual se adelanta una modelación hidrodinámica bidimensional para 1.100.000 hectáreas, proyecto sin antecedentes en Colombia que permite proyectar probables escenarios de inundación teniendo en cuenta los hechos históricos analizados desde 1970 y unos supuestos probabilísticos de ocurrencia de eventos que en los próximos 100 años pueden presentarse en la región”. (P.A. Pág. 98)
Sugiero a los funcionarios del gobierno Petro, a los congresistas, gobernadores, alcaldes y dirigentes de la región que lean con mucha atención el P.A. Se evitarían las improvisaciones adánicas que oímos en declaraciones diarias y en el debate en el Senado el pasado 4 de octubre. Ninguno de los que intervino conocía los estudios mencionados. Cuando la ministra Susana Muhamad pronunciaba su cántico al fundamentalismo ecológico, me devolví a las páginas del P.A, pues fue desde la perspectiva de Adaptación que se adelantaron las investigaciones.
El gobernador Espinoza Oliver, que si conoce el tema y a cuya gestión se deben los avances actuales del Proyecto Mojana, habló con autoridad y aterrizó al doctor Javier Pava, el dinámico director de la Ungrd. Si no les gustan los contratos mejórenlos, cámbienlos, pero no aplacemos las soluciones para La Mojana, concluyó Espinoza.
Además, el gobernador informó al Senado que Integral S.A hizo los Estudios y Diseños para la Recuperación de la Dinámicas Hidráulicas (2018). Vale anotar que las esclusas facilitarían el paso del agua del Cauca a los caños en tiempos de sequía. Es que a las inundaciones suceden unas sequías extremas. Es el ciclo diabólico a que está sometida la tierra de la Mama Grande.
Ahora bien, el proyecto dio lugar al Conpes 4076/22, que ratifica su importancia estratégica y aprobó vigencias futuras respaldadas por el Confis. Se está pendiente en estos días del Concepto Técnico Sectorial del Mavd. Y eso me inquieta. ¿Por qué? En sus inicios, además de la reconstrucción de Gramalote, el Fondo de Adaptación tenía a su cargo los proyectos de La Mojana, el Canal del Dique y los Jarillones de Cali. Se hizo solo este último. ¿Casualidad? No. En 2016 desde la gerencia andina del Fondo se esquivó la contratación de los diseños para la construcción de las obras estructurales. Caraegato tiene muchos culpables. Y no son los mojaneros.
Mi escepticismo no es gratuito. En 2019 al ministro Hernán Martínez se le negó la licencia para ampliar a 800.000kvs la hidroeléctrica de Urrá, en otra típica decisión andina. El riesgo que hoy se corre con Hidroituango pone de presente lo improvidente de esa negativa.
Sin embargo, la virtualidad del Proyecto Mojana es tal, que se defiende solo: “…en una región como La Mojana, donde los indicadores municipales de desarrollo social, económico e institucional muestran cifras muy por debajo del promedio nacional, y que además está sometida a constantes amenazas por eventos hidrometereológicos acentuados por efectos del cambio climático, la integralidad de las intervenciones debe ser imperativa”.
En este matutino di cuenta, con satisfacción, del Acuerdo de San Marcos entre los voceros del gobierno central y los representantes del Pacto Social por La Mojana. Pero, en la mesa de seguimiento, que se reunió el 30 de noviembre pasado, surgieron otra vez las nubes del ecologismo. Hay que dejar correr las aguas, dice el doctor Pava. Lo invito a leer el cuadernillo sobre los desastres causados en la región por la ola invernal del 2010/11. Allí los investigadores de la Universidad Nacional informan de las especies de aves y de árboles que desaparecieron, y dan cuenta de cómo se reduce la fertilidad de la zona debido a que las aguas desbordadas arrastran gran parte de la capa vegetal. Y, si a ese fenómeno se agrega la contaminación con mercurio de los sedimentos del Cauca, el mito de La Mojana como gran despensa agrícola ¡está en peligro!
Por favor, Señor Presidente de la República, hay que escuchar y atender los saberes ancestrales que los zenúes legaron a la estirpe del “hombre hicotea”. Desde el punto de vista del desarrollo humano, ¡es la obra más importante que pueda hacerse en la costa Caribe de Colombia!
Los grandes problemas de los pueblos no se solucionan con recetas ideológicas. Se resuelven con el pragmatismo responsable de los estadistas.
En fin, mientras los mojaneros le apuestan todo al origen caribe de la pareja presidencial, mi canoa surca las aguas del futuro, rumbo a las esclusas, hacia el nuevo puerto de control de inundaciones, desde donde se alcanza a ver el oro de los arrozales, esa riqueza hermosa de la tierra prodigiosa de la Marquesita de la Sierpe.