Por Pablo Uribe Ruan
Enviado de EL NUEVO SIGLO
TAIPEI
CON un apretón de manos, que duró algo más de un minuto, se dio comienzo a la histórica reunión entre el presidente de la República de China (Taiwán), Ma Ying-jeou, y su homólogo de China continental, Xi Jinping, evento que tuvo lugar en el Hotel Shangri-La de Singapur.
Desde 1945 no se veían las caras los representantes de china continental, bajo la bandera comunista, y los de Taiwán, aquella nación que fue fundada en 1949 por Chang Kai Shek, líder nacionalista del Koumintang (KMT), tras perder la guerra con las fuerzas de Mao Zedong en la conocida “gran marcha”.
En aquel encuentro, en 1945, el general Chang Kai Shek citó a Mao en la región suorccidental de Chogqing con el propósito de discutir la reunificación de China tras la salida de la invasión japonesa al norte del país. Pero como lo historia lo relata, el objetivo del “generalísimo”, como se le conocía a Chang Kai Shek, no tuvo el final esperado, y Mao siguió su camino, poblado a poblado, hasta que logró la derrota del régimen nacionalista.
Chang Kai Shek, invadido por un profundo dolor y sin ningún interés de reconocer el triunfo de los comunistas, huyó a Formosa, aquella isla al sur oriente de China conocida por su riqueza ambiental y su ubicación geoestratégica privilegiada, y fundó la República de China (Taiwán) en 1949.
Desde entonces comenzó “el milagro de Taiwán”, un país que pese a sus limitaciones territoriales –es 32 veces más pequeño que Colombia- logró una economía pujante a lo largo de cuatro etapas de colosales esfuerzos: reforma agrícola (1950-75), industrial-agrícola(75-86), industrial pesada(86-2000) y tecnológica-innovación(2000--)
Taiwán no sólo experimentó un “milagro” en cuestiones económicas, sino que a su vez, tras el levantamiento de la ley marcial en 1987, empezó a construir una democracia que hoy, tras más de dos décadas de pleno desarrollo, es vista como una de las más sólidas de la región con partidos políticos fuertes, principalmente el KMT y el Partido Democrático Progresista (PDP), y escenarios de debate público con numerosos medios de comunicación.
Con esa carta de presentación, y con unos lazos económicos muy fuertes con China continental, las comitivas de Taipei y Beijing se sentaron frente a frente dejando amenazas de guerra, bloqueos económicos y demostrando que cada vez son más claras las cosas en común entre unos y otros que los desencuentros históricos que han caracterizado sus relaciones.
Dirigiéndose entre sí como “Señor” en lugar del título de presidente que acompaña estos encuentros, Ma Ying-jeou, mandatario taiwanés, en su discurso de apertura dijo que “la relación que entre ambos lados ha necesitado 66 años para avanzar hacia la cooperación bilateral y los intercambios actuales a partir del término de la confrontación militar”.
Ma hizo énfasis en la actual “prosperidad sin precedentes” entre las dos partes, como se demuestra con la firma de 23 acuerdos en los último siete años, más de 30 mil intercambios estudiantiles, 8 millones de visitas turísticas de chinos continentales a la isla y más de US$170.000 millones en comercio, señalando que el 40% de las exportaciones de Taiwán van destinadas a China continental.
Ma presentó cinco propuestas para el mantenimiento de la paz y la prosperidad a través del Estrecho de Taiwán, incluyendo la consolidación del "Consenso de 1992”. Este texto fue un convenio entre Taipei y Beijing en el que se promulgó “una sola China", pero en el que cada lado puede interpretar libremente lo que signifique "una China".
Adicionalmente, el presidente de Taiwán también propuso el fortalecimiento de la cooperación bilateral, la ampliación de los intercambios a través del Estrecho, la reducción de las hostilidades a través del Estrecho de Taiwán y la creación de una línea telefónica "caliente" a través del Estrecho.
“Estas cinco propuestas no son para servir a mis propios propósitos, sino para promover el bienestar de las próximas generaciones", aseguró Ma, quien afronta los últimos meses de su segundo gobierno y que ha sido blanco de varios a ataques del PDP, partido opositor, por acudir al encuentro en Singapur.
Por su parte, Xi Jinping dijo que las vicisitudes de la historia alejaron a muchas familias separadas por ambos lados del Estrecho de Taiwán. Sin embargo, "las relaciones entre las dos partes han avanzado hacia el camino del desarrollo pacífico, habiendo ambas partes logrado fructíferos resultados", lo que el líder de China continental atribuyó a los esfuerzos desplegados conjuntamente por los pueblos de ambas partes.
"Estamos sentados aquí hoy tanto para evitar que una tragedia histórica vuelva a ocurrir como para defender los frutos del desarrollo pacífico entre las dos partes del Estrecho", sentenció Xi.
Entre tanto, analistas políticos le dijeron a la Agencia Central de Noticia de Taipei (ACN) que el encuentro entre Ma-Xi puede tener dos lecturas. Por un lado, como un paso favorable a la inclusión de Taiwán en organizaciones multilaterales de comercio, entre estas, el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, siglas en inglés) y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, siglas en inglés.
Pero, por otro lado, para gran parte de los taiwaneses la reunión entre ambos mandatarios fue más que un signo de apoyo a Taiwán, una jugada estratégica de Beijing para cambiar la imagen negativa que tienen los chinos sobre el manejo que Xi Jinping le ha dado a las relaciones con la isla. No es, como parece, un espaldarazo para impulsar al país económicamente en la región, sino una manera para mejorar la imagen del mandatario ese tema en particular.
Lo cierto es que la reunión no cayó bien en algunos sectores de la sociedad civil. Varios grupos, incluyendo la Unión de Democracia Económica, conocida originalmente como Frente Democrático contra el Acuerdo sobre el Comercio de Servicio entre los Dos Lados del Estrecho (de Taiwán), marcharon en contra de la reunión Xi-Mao en un desfile desde la Calle Fuzhou cerca de la Avenida Ketagalan frente al Palacio Presidencial.
A pesar del malestar ciudadanos, el presidente Ma dio un parte positivo en su alocución presidencial tras aterrizar de Singapur. "Los líderes de los dos lados del Estrecho de Taiwán finalmente se reunieron para discutir sobre diversos problemas pertinentes", señaló el dirigente a tiempo que agregó que la historia había dejado demasiados problemas para ser resueltos en una reunión por los dos lados del Estrecho.