Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Junio de 2015

EL SEPTIMAZO

Clic

“EL  que no se comunica simplemente no pasa”, dijo Santos al posesionar a tres funcionarios que desde tres frentes diferentes lo apoyarán en el tema: MinTic, RTVC y jefatura de prensa, ahora con un rimbombante nombre.

Todo es necesario, pero no basta. Porque una cosa son las tecnologías de la información, otra la propaganda, otra la difusión de políticas y programas, otra la imagen, otra la información, otra el free press y otra bien distinta, comunicar.

Para ser comunicable todo es necesario, pero no fundamental. Puede haber política, puede haber estrategia, puede haber programas, puede haber cifras, puede haber hechos, pero si no hay un clic con la gente, nada basta; ni siquiera la desvergonzada dictadura de la transparencia.

Santos no dijo “lo que no se comunica no pasa” en el sentido epistemológico de que la cosa “no sucede”, sino “el que no se comunica no pasa”, o sea, en sentido ontológico. Habló de un sujeto. ¿De él? ¿Pasar a dónde? A la historia, quizás. Porque la historiografía ya le tiene reservado un lugar como Presidente de Colombia.

Big brother, big data, panóptico; todos sabemos todo, porque todo está exponencialmente expuesto; nada falta: política, estrategia, programa, proyecto, transparencia, funcionarios, oficinas, asesores, encuestas, sondeos, cifras y realidad. Pero mucho, sobra. Porque falta un clic. Y para hacer clic tiene que haber una conjunción entre pensamiento, palabra y afecto, a la manera de Wittgenstein, en el Tractatus logico-philosophicus.

El clic es empatía, que no etnografía ni demagogia; no es dormir una noche en morada de estrato bajo ni sentarse a manteles con una de las muchas doña Mechas que en el país hay, ni visitar las zonas de desastre físico, natural, económico o emocional.

Se puede tener un pensamiento acomodaticio y una palabra falaz y convencer; muchos líderes lo han hecho; se me ocurre recordar a Clinton; pero el afecto aparente se nota; y sin cariño verdadero, no hay clic.

La historia está llena de líderes que han hecho clic, empezando por Jesús; y otros muchos que han sabido ponerse en el lugar del otro, escucharlo con empatía, haciendo el esfuerzo de entender lo que siente su interlocutor sin censura, sin miedo al disenso o a la otredad, como el saliente José Mujica en Uruguay.

Puede haber gobernantes que no hagan clic; pero líderes no; porque para que alguien aspire a llamarse líder, necesita seguidores; y esos solo se logran con un clic derecho al corazón.