Pensantes
Durante los meses de paro, protesta y marcha de los estudiantes universitarios de Colombia, encontré en esta Séptima vertebral un grafiti que me hizo recordar las conferencias de Estanislao Zuleta hace 30 años en la Universidad del Valle: “piensa lo que quieras, pero piensa”.
De manera dialógica, argumentativa, participativa y democrática, esta muchachada obligó a que los poderes ejecutivo y legislativo retiraran la reforma a la Educación Superior, engendro parido a puerta cerrada y escasamente socializado por la ex presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá, elevada por arte de birlibirloque a Ministra de Educación.
La Mesa Amplia Nacional Estudiantil, Mane, tuvo el coraje de pensar a futuro y de salvar al país de una reforma lejos de la calidad y la pertinencia, orientada a replicar el modelo del SENA, “cuya educación para el trabajo fue deformada durante el gobierno de Uribe al disfrazarla de educación técnica y tecnológica de calidad, en la principal alternativa de educación superior para la juventud colombiana, especialmente para los sectores más pobres de la población”, según análisis de Leopoldo Múnera Ruiz, Profesor Asociado de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional.
Y lo hizo con la razón, con unidad de cuerpo, sin protagonismos individuales, convencidos de que su apuesta era por el bien común. Pero también con el corazón; despertaron la solidaridad de todo un país, la fe en una juventud lista para grandes causas y con sus besatones y abrazotones, con sus lápices y pancartas, se sacudieron el Inri que Uribe les clavó durante ocho años en los que pensar fue sinónimo de terrorismo.
Los estudiantes, esos gloriosos desadaptados que se atrevieron a preguntar, a indagar por el sentido de una reforma infame, develaron la poética de la angustia de pensar y con ello lograron lo que los rectores no se atrevieron a buscar: discutir como interlocutores válidos con el Gobierno.
En Melmoth Reconciliado (1835), Balzac advirtió sobre los peligros de una Educación Superior “que escoge en cada generación las inteligencias más brillantes, los jóvenes más inquietos y los vuelve cajeros de banco”, como buscaba la perversa reforma.
Pero qué va a saber la Ministra de Balzac; convencida de que los estudiantes son clientes, su fallida reforma quería dotar al mercado laboral de más “cajeros” incapaces de reflexionar, cómodos con “la recompensa a sus servicios, el piso tercero, (…) y todas las dulzuras de la medianía”.
La Mane mostró que nuestros estudiantes, pese al sistema de Educación Superior vigente, son pensantes.