ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Enero de 2012

Sarmiento y el imperativo social

Entre las gentes y elementos que más suscitan mi admiración figuran los grandes  genios innovadores, místicos, científicos, filósofos, escritores, espíritus superiores, los seres desprendidos y generosos que dedican su vida a una causa justa con cierta grandeza. El héroe, el conquistador, el libertador, el fundador de religiones, el artista sublime y, desde luego, el creador de riqueza. En casi todos esos seres que se destacan cuenta el talento, la audacia, el carácter, la disciplina, la constancia, la intuición, la visión y la buena fortuna.

Colombia, durante el tiempo que formó parte del Imperio Español se destacó como país minero y muy poco poblado para su extensión geográfica, sometido  a los vaivenes climáticos de trópico, de modesta producción agrícola y ganadera, malos caminos y pequeñas urbes con alguna inquietud intelectual.

Humboldt se sorprende de encontrar un Virreinato con campesinos con un nivel de vida similar o superior al de algunos de sus pares europeos, como un orden y respeto por la ley a la  europea, después  la República se ahoga en el caos. El siglo XIX está signado por las disensiones políticas  y las  guerras, a partir de 1810 hasta la guerra  de los Mil Días al culminar el siglo. La acumulación de riqueza y los índices de desarrollo se ven alterados continuamente por los súbitos cambios y destrucción que dejan las sangrientas  guerras, en cuyo flujo y reflujo unos ganan y otros pierden. Es en el siglo XX, con el café y la organización de la Federación de Cafeteros, que se avanza en mejorar la calidad de vida y solidaridad social, así fuésemos monoproductores y estuviésemos lejos de la industrialización. En torno del café, comparativamente más que en relación con la explotación del oro, surgen varias fortunas y se reparte la riqueza por cuenta de las pequeñas fincas cafeteras que dan para educar la familia y conquistar la independencia económica, lo que marca la mentalidad de los antioqueños y cultivadores de café de otras regiones que educan a sus hijos en profesiones independientes, liberados de la coyunda burocrática. Y con el crecimiento de las urbes y los negocios van surgiendo los capitanes del comercio, la banca, la industria. Los Samper, los López, Santodomingo, los Carvajal, los Caicedo y muchos otros. Lo mismo que constructores como Mazuera Villegas, los Ospina y Sarmiento Angulo. Los tradicionales banqueros bogotanos de finales del siglo XIX, del Banco de Bogotá, de Colombia y otros. También  el pujante empresariado antioqueño. Como una figura un tanto insular en el siglo XX emerge de la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional el urbanizador Luís Carlos Sarmiento Angulo, como Carlos Haime, pionero de la industria de la facultad de Química de esa Universidad, dos técnicos y hombres de negocios referentes del desarrollo colombiano. Por estos días ha sido noticia el constructor, banquero y empresario Sarmiento Angulo, por la entrega de 400 apartamentos a damnificados en Usme. Se trata de un ejemplo digno de seguir por nuestros banqueros  y millonarios, en pro de la solidaridad social y  elevar el nivel de vida de los colombianos.