El primer trimestre del año no ha sido especialmente bueno para Alemania, el motor de Europa, y habrá que estar muy atentos a las consecuencias que pueda tener sobre la economía del euro y de España en particular. De momento, la AIReF ya ha anunciado esta semana que la situación económica en nuestro país es preocupante. La inflación sigue siendo un grave problema, los ahorros de la pandemia han desaparecido y los tipos de interés siguen presionando créditos e hipotecas.
Además, a pesar de que la Comisión Europea ha dado a España hasta 2024 para hacer un ajuste importante y cumplir así con un déficit del 3%, las cosas no van a ser fáciles. La deuda pública no para de crecer. Más de 300.000 millones de euros ha sido el aumento en los últimos cuatro años de gobierno de Sánchez y los intereses de la deuda también han sido mayores de los previstos. Las promesas del presidente se han casi comido la recaudación extra que Hacienda consiguió gracias a la inflación y el agujero va a ser mucho mayor de lo esperado.
Parece evidente que este gobierno no muestra el más mínimo interés en reducir el déficit público y que va a dejar al que venga, si hay cambio de gobierno tras las generales de final de año, mucho trabajo presupuestario por hacer. Lógicamente esto complicará la gobernanza, a no ser que el siguiente gobierno se tome en serio la reducidle la grasa de gasto público que es mucho.
Veremos lo que ocurre en los próximos meses, pero muchos de los anuncios y también de las intenciones están haciendo de España un lugar poco apetecible para los inversores y esto complicará el crecimiento y el empleo. Alemania entró en recesión, sí, pero con un 3% de paro y muchas grandes industrias y empresas. No es el caso de nuestro país, desgraciadamente.