ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Enero de 2013

Los diminutivos

 

El  uso del diminutivo es una de las características de la cual  se puede deducir  la manera de pensar de quien lo usa. Hablo del  castellano que suele llamarse español; sabrán los eruditos cual debe emplearse con más propiedad. La controversia entre castellano o español que suelen ser palabras sinónimas es amplia e histórica en la cual han participado notables lingüistas e historiadores; el más vecino a nosotros es don Andrés Bello para quien el idioma que nosotros hablamos y que llegó a los territorios descubiertos es el castellano, lengua que se hablaba en Castilla, región de España de indefinibles fronteras geográficas, sabiéndose que es un territorio al norte de Burgos y que comprende también la región de Madrid.

La disquisición sobre si el idioma nuestro, el materno, es castellano o español no acaba de terminar pero hace de nuestro idioma, llámese como se quiera, una lengua activa, dinámica y de raíces que se hunden en nuestra historia.

Volviendo al objeto de este artículo como es hacer algunas disquisiciones sobre el uso del diminutivo, pues vamos al grano. Este es un sufijo que se agrega a los sustantivos, a los adjetivos y eventualmente a los adverbios; puede tener varios significados como son por esta vía empequeñecer, desvirtuar y también dar poca importancia, afecto y despectivo según el contexto. Ito, ico, illo, ete, uco, uela, iño, ajo, ija, ujo, icho son una serie de sufijos que se usan. Entre nosotros los comúnmente más usados son ito e ico tanto en masculino como en femenino.

Los colombianos y particularmente los bogotanos somos reconocidos en los países de habla hispana, por la frecuente utilización del diminutivo en la parla diaria. Muchas veces no nos contentamos con añadir un sufijo sino que ponemos dos. Por ejemplo, el diminutivo del adverbio ahora es ahorita, pero no nos contentamos con emplearlo así, sino que para hacer notar que no nos vamos a demorar en ir o hacer algo introducimos uno adicional para llegar a ahoritica. Existen sustantivos que por su misma índole no admiten diminutivo; por ejemplo, un año es un período que comprende trescientos sesenta y cinco días o trescientos sesenta y seis en los años bisiestos. Si a una amorosa madre le preguntan cuántos años tiene su niño bien puede contestar que tiene dos añitos con lo cual no quiere empequeñecer el sustantivo ni que el hijito tiene menos de los dos años, sino que a través de él invoca una expresión de afecto para el nené que tiene la corta edad de dos años, porque no puede tener ni más ni menos. Vejete puede ser despectivo, así como mujercilla puede ser afectivo o despectivo dependiendo del contexto de la frase en la cual se emplee. Por otra parte hay sustantivos que con el sufijo del diminutivo cambian de significado, como bolso que se usa como cartera de mujer y bolsillo que es un saquillo cosido al vestido; balanza, instrumento para pesar y balancín es un juego de niños.

Lo dicho al comienzo, la forma de usar el diminutivo nos puede indicar hasta la manera de pensar y sentir de quien lo usa.  Si es afectivo, despectivo; le da  importancia a lo que dice o, en fin, quiere darle su propio sentido a lo que está diciendo.