ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Viernes, 22 de Febrero de 2013

Motivos de honda reflexión
Nuestra Santa Madre Iglesia, con su doctrina de principios eternos, ha permanecido incólume durante veinte siglos, manejada por humanos tan fuertes y débiles como lo es la condición de quienes han poblado el mundo desde cuando Adán y Eva, los padres nuestros, llenos de luces y sombras, de cualidades y defectos que han moldeado con ambas características lo que hoy es el mundo y también lo que es nuestra Iglesia en cuanto a su comportamiento humano; porque desde el punto de vista de la doctrina que enseña, ésta no ha cambiado. Es tan sabia que a través de ella se pueden interpretar todos los momentos de la humanidad y desde luego dan pautas y enseñanzas para el comportamiento individual y colectivo.
Su doctrina y enseñanzas han sido tan profundas, que no han sido víctimas de los desvaríos, cuando los ha habido, de quienes han estado encargados de dirigirla y orientarla. Resistió, por ejemplo, todos los del papa Borgia, que fue uno de los antecedentes del cual echó mano Martín Lutero para separarse, proclamar la Reforma cuando se rebeló a los negociados de quienes vendían indulgencias a cambio de dinero, las cuales a su vez eran pasaporte de paso a la bienaventuranza eterna. A esta crisis sobrevivió; a pesar de que Lutero en su momento había sido expulsado y excomulgado de la Iglesia. Sanción que durante el reinado de Juan Pablo II le fue levantada, es decir, que la Iglesia humildemente reconoció que las tesis de Lutero no eran tan absurdas y que seguramente su protesta que se llevó como seguidora a una buena parte de Europa del norte, fue justificada en su momento por los desvaríos de quienes la dirigían a mediados del siglo XVI.
El Concilio Vaticano II, convocado por aquel Papa, Juan XXIII, que se tenía como cura de pueblo, les dio un nuevo aire a la Iglesia y a sus fieles. Modificó el catecismo en cuanto a la manera de explicar los artículos de fe, remplazando así al famoso catecismo Astete que fue en el cual buena parte de la cristiandad de las últimas generaciones acendró su fe sin mayores argumentos racionales. En resumen le dio interpretaciones a la doctrina en forma coherente y comprensiva. El nuevo catecismo, por ejemplo, pretende hacer más asequible la doctrina a los fieles. Por otra parte los acercó a la liturgia, pretendiendo hacerla más humana e inteligible; en otras palabras, los fieles le tomaron confianza a su Iglesia y comenzaron a preguntarse un montón de cosas que antes no era posible discutir. En abstracto, no parece que eso ofrezca motivos de observación, pero sí desquició a fieles, sacerdotes, obispos y cardenales y paro ahí para no entrar en terrenos vedados. La corrupción, las intrigas, los celos que seguramente siempre se habían presentado en el gobierno de Iglesia, así como su salud pueden ser los motivos del anuncio del retiro de Benedicto XVI. Con ello le ha dado a la Iglesia motivos de honda reflexión y de rectificación. El Cónclave que se avecina seguramente escuchará el mensaje y propondrá las reflexiones necesarias al Papa que sea ungido.