Angelino en la OIT
Colombia tiene la particularidad de reconocer el talento cuando éste se hace presente y se hace notar. Enumerar los ejemplos que confirman esta constante sería cansón y aburrido. Me trae a la memoria este tema el análisis investigativo que realizara Camilo Torres sobre la permanencia de apellidos, vale decir de familias, en la escena de los directivos nacionales. No son muchos los que han persistido en las constelaciones nacionales y de ahí infería la particularidad de la movilidad de la sociedad colombiana que se inclina más hacia el talento que hacia los ancestros. Olvidar la historia no es una cosa buena, pero repetirla cuando nos ha dejado malas experiencias, tampoco es una cosa buena.
Actualmente nuestro Vicepresidente puede exhibirse como un ejemplo de lo que se deja dicho. En alguna oportunidad ese ciudadano, siendo Ministro de Trabajo me recordó que él había sido “talleruno”, (trabajador de los talleres) en Chipichape, uno de los talleres de los lamentablemente extinguidos Ferrocarriles Nacionales de Colombia, precisamente cuando me desempeñaba como Gerente General. Fueron esos talleres un centro de formación profesional para todo el personal vinculado a ellos que aportaba conocimientos, experiencia, pero quizás lo más notable, espíritu de cuerpo que dotaba a todas las personas vinculadas de orgullo por su trabajo. Esa manifestación de orgullo estaba presente cuando el ministro me recordó su antigua vinculación a los ferrocarriles colombianos.
Gracias a su talento ha ido destacándose en el panorama nacional como persona recta, aunque no se comulgue con su pensamiento político. A sabiendas de sus calidades Juan Manuel Santos lo invitó a integrar la fórmula que a la postre resultó la victoriosa. Y ahí lo tenemos haciéndose sentir desde un cargo que no tiene funciones pero que es significativo dentro de la estructura del Estado. Ahora se está discutiendo aunque calladamente, sobre la conveniencia de la existencia de esta modalidad de suplencia del Presidente en casos previstos por la Constitución y volver a otros procederes como era la figura del primer designado elegido por el Congreso. Esta figura tenía un cierto toque de parlamentarismo que dio resultados aceptables. Quizás el país no hubiera conocido a Alberto Lleras como presidente si esta figura del primer designado no hubiera existido cuando la crisis política desatada en la segunda administración de López Pumarejo no lo hubiera obligado a renunciar; surge la pregunta histórica si de no haber existido la figura del primer designado López hubiera renunciado. Pero bueno, lo cierto ahora es que la Constitución del 91 creó de nuevo la figura y con la cual tenemos que convivir mientras esté vigente.
Nuestro Vicepresidente ha sido ahora propuesto para dirigir la OIT. No hay lugar a dudas de que para un sindicalista como Angelino y para el sindicalismo colombiano tiene que significar una distinción que no tiene igual. La propuesta que ha hecho el presidente Santos tiene un hondo significado y lleva un mensaje para el sindicalismo colombiano.