ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Noviembre de 2011

Ahora a gobernar para todos

 

LO  dicho, no hay deuda que no se pague ni plazo que no se venza. Así fue como llegamos al octubre 30, fecha fijada hace tiempos en la cual los colombianos deberíamos elegir alcaldes, concejales, ediles en Bogotá y según lo ordena la flamante constitución del 91. Así se hizo y unos han quedado cariacontecidos, otros muy contentos; la mayoría de los compatriotas, aunque no se hayan cumplido sus deseos, satisfechos porque hasta donde se sabe, todo transcurrió en calma. Como dirían los que observan desapasionadamente los sucesos, triunfó la democracia esa institución, si así se puede llamar la manera de actuar nacional. Todo cambió para que las cosas siguieran más o menos igual. Aunque no hay cifras totales, bien se puede decir que continúa triunfante la apatía general por el destino del país representado en esta ocasión por las células más pequeñas de las reparticiones políticas como son los municipios. Si la abstención general está cercana al cincuenta por ciento, Bogotá, por ejemplo, va a ser gobernada por quien ha sido designado por no más del diez y siete por ciento de quien tienen todo el derecho a hacerlo. Petro, aunque tuvo una votación tal que no admite discusiones de clase alguna, ni aun las de sus propios contrincantes, no podrá atribuirse la condición de haber sido elegido por la mayoría de los bogotanos. Una cosa es que haya obtenido la mayoría de los que se acercaron a votar, que es un poco bastante distinto de la mayoría de los que son aptos a hacerlo. Pero bueno, esas son las reglas impuestas por la democracia que es necesario respetar y acatar como lo hemos hecho todos los ciudadanos.
Ahora lo que sigue es exigirles a quienes fueron elegidos que gobiernen bien y para todos. En Bogotá en donde teóricamente ha habido un cambio brusco tendremos que estar alerta. Los dos últimos alcaldes han sido de izquierda y ahora quien lo sigue también lo es. La primera consecuencia es que Bogotá es, por lo menos la masa que vota, de izquierda. Si Petro es díscolo de la fuerza política de los dos últimos períodos, no significa que no sea de los mismos. Seguramente el haber puesto de presente el desvarío de sus compañeros de partido, si lo hizo sin pensar que esa actitud haría de ser calificada como de astutos cálculos políticos, no lo aleja de su pensamiento y manera de actuar política. ¿Habrá mucha diferencia ideológica entre él y el Polo del cual sigue siendo miembro activo por lo menos en la manera de actuar? De todas maneras hay que saludar su llegada y estar atentos a que se porte bien con todos los gobernados, sean éstos simpatizantes o no del Polo.