ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Febrero de 2012

Emigrantes y exiliados

En alguna oportunidad supe de un magistrado a quien los a veces impertinentes periodistas le preguntaron acerca de algún negocio judicial que era de su conocimiento; el magistrado se negó a dar información alguna y más bien dijo lo que ojalá la tuvieran presente hoy todos los jueces desde el más modesto juez municipal, hasta el más encumbrado de la Corte Suprema. “Los jueces en materia judicial hablamos por medio de los autos y fallos que proferimos, ellos deben ser tan claros que se explican por sí solos”.
Si mi memoria no me traiciona, el procurador Carlos Jiménez Gómez, durante la presidencia de Belisario, fue muy locuaz y por los periódicos anunciaba las medidas que iba a tomar, y sin haber tomado determinaciones formales, anunciaba el sentido en el cual serían tomadas. Naturalmente era la delicia de los periodistas quienes llevaban la chiva a los medios y naturalmente al público. Uno de los anuncios que hizo fue el de la presunta captura de Roberto Soto que por aquella época se había refugiado en Austria, huyendo de la justicia; correspondía a su honor de magistrado traerlo, dijo. Soto, ni corto ni perezoso se defendió con patas y manos para evitar que lo enviaran de regreso a Colombia, en buena parte adujo la locuacidad del juez que lo habría de juzgar, el procurador Jiménez Gómez, la cual no le garantizaba un juicio justo e imparcial en este país. Lo cierto es que Soto jamás fue repatriado, pero hasta dónde van los informes conocidos siguió haciendo tonterías en Europa lo que le valió, en forma silenciosa por parte de los jueces de allá, un tiempo de detención en Alemania.
Se me han venido a la cabeza estos recuerdos a propósito de todo lo que se ha dicho con respecto a Luis Carlos Restrepo, persona sobre la cual existe una extendida buena opinión; la gente se lamenta de que sus funciones como Alto Comisionado lo hayan llevado a invadir las normas del Código Penal y lo hayan puesto en la situación de reo ausente, pues no cree que aquí lo vayan a tratar con imparcialidad. Hay que creer en la justicia la cual se ejerce con los ojos cerrados sin contemplaciones de clase alguna con quien es objeto de ella. Equivocadamente aconsejados están los que se sustraen de cuerpo presente a ella.
Básicamente la psicología de quienes se ausentan de su país está dividida en dos: aquellos que lo hacen voluntariamente pensando que por fuera de las fronteras patrias van a conseguir condiciones mejores. Ellos tienen las puertas abiertas para cuando puedan y quieran regresar. Esos son los emigrantes. Otro es el caso de los exiliados, quienes por diversas razones que consideran ajenas a ellos mismos se van. Su vida tiene que ser muy infeliz, aunque gocen de privilegios del bienestar, menos uno, el de poder volver a su patria cuando quieran pues le están huyendo a la ley. El doctor Restrepo es un profesional y hombre de bien; se ha visto enredado en asuntos penales. No se merece el castigo que él mismo se ha impuesto como es de vivir por fuera de Colombia huyendo de la Justicia.