ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Diciembre de 2013

Se granjeó la sanción

 

 Hay  una expresión que utilizaban nuestras madres en tiempos pretéritos; se trata de lo que le decían al hijo que por alguna razón había sido castigado con severidad ejemplarizante; y para justificar el castigo ante el niño desobediente o mal comportado le decían: “se lo granjeó”. No la había vuelto a escuchar pero los acontecimientos de esta semana me la han hecho recordar, pues es lo que el Procurador y también muy buena parte de los bogotanos le pueden decir a Petro ante la severidad de la sanción que le impuso el Procurador. Aunque se esperaba, no ha dejado de suscitar comentarios y sentimientos de diverso orden entre quienes se preocupan por la vida de la capital.

Lo primero es el sentimiento de pesar, desde el punto de vista puramente humano, que suscita el hecho de que un funcionario en ejercicio que es un ser humano resulte suspendido y retirado del oficio que está desempeñando.  Da pena, da pesar que esto le haya sucedido a una persona, pero también no es menos cierto que se la buscó, se granjeó este castigo por su ineptitud para el manejo de los intereses de la ciudad. En alguna otra oportunidad he mencionado que llegó a ser la primera autoridad por obra y gracia de la clase dirigente del país y también por la indiferencia de los bogotanos. Dígase si no, que la abstención que bien puede llamarse falta de interés, llegó al 50 por ciento de la capacidad de votantes o como dicen los expertos, el censo electoral. Gracias a nuestra democracia, para ser elegido en cualquier cargo, salvo el Presidente de la República, se necesita la mayoría relativa. En las elecciones para alcalde la falta de interés ciudadano por este evento fue  del 50 por ciento lo cual significa que si Petro ganó la elección con la mayoría relativa obteniendo el treinta por ciento de la votación siendo el otro setenta por ciento dilapidado en divisiones sin sentido alguno, si se deflacta este treinta por ciento hacia la capacidad del censo electoral, ganó, se concluye fácilmente con el quince por ciento de la voluntad ciudadana para acceder al cargo. Este raciocinio ni le quita ni le pone méritos a su elección la cual fue legítima, como legítimo es el uso que ha hecho de ella, aunque la forma en que lo ha hecho le ha “granjeado” la sanción que ahora está “disfrutando” porque con ella está haciendo uso del legítimo derecho al pataleo. Eso no se lo puede desconocer persona alguna, pero sí que con este pretexto, el del pataleo, quiera incendiar la ciudad y privar a los ciudadanos de obtener los servicios a los cuales legítimamente tienen derecho.

Que el Procurador se excedió en el uso de sus facultades al sancionarlo, es tema que solamente ahora se discute por tratarse del alcalde de Bogotá, pero que no ha sido tema de discusión en el caso de tantos otros funcionarios de elección popular como parlamentarios gobernadores y alcaldes que han sido objeto del rigor del Procurador. Mientras no se demuestre que el Procurador se ha excedido en el uso de sus facultades sancionatorias lo que corresponde al buen ciudadano es acatar las providencias de la autoridad legítima, eso sí, haciendo uso de los recursos que el ordenamiento legal pone a su disposición; es el ejemplo que debe dar el señor Petro.