Año nuevo, Alcalde nuevo
Y comienza la cuesta del año 2012. Para los bogotanos el año nuevo nos depara Alcalde nuevo, el tercero de una pléyade de “distinguidos exponentes” de la izquierda colombiana que, la verdad, no han dejado muy bien parado a este modo de pensar cuando tuvieron la oportunidad de poner en práctica lo que predicaron en las plazas públicas. Lucho se hico acreedor a la simpatía ciudadana por su manera de ser y de expresarse de quien puede decirse, sin temor a equivocación, que es vástago de la estirpe de sus propios hechos y como tal sigue figurando en el firmamento de personas que tienen que ver algo con la política nacional. Samuel, en quien tenían puestas sus esperanzas los del Polo, es necesario decirlo, se incorporó a este movimiento por absoluta conveniencia electoral y así lo aceptó el Polo, pues suponía que aceptaría la cauda electoral de la Anapo acaudillada por María Eugenia, después de la desaparición del general Rojas Pinilla.
Se posesionó Petro sin grandes estridencias; no hay información con respecto a cómo fue el acto mismo, pero por lo menos no hubo desórdenes. Parece que fue un acto democrático en el cual se hicieron presentes sus partidarios y también muchos curiosos y noveleros que abundan en Bogotá. Tendremos que acostumbrarnos a que los anatemas de ayer pueden ser los mandatarios de hoy, a quienes los ciudadanos de bien les deseamos que les vaya bien en el encargo que les ha hecho la ciudadanía, porque si a ellos les va bien a los ciudadanos también nos va bien.
Quienes somos partidarios del orden, del respeto a la autoridad, en fin a los principios tutelares que han guiado al conservatismo a través de la historia, no nos espanta que personas ajenas a nuestro modo de pensar y de actuar accedan a los cargos públicos, ya sea por elección popular o por designación por parte de quienes lo pueden hacer. Cuando tengan actitudes dignas de ser reconocidas como buenas, no existirá ninguna reserva en reconocerlo, como tampoco la habrá cuando se porten mal. No podemos dejar de reconocer que prohibir el porte de armas es una buena medida, pero que sea universal; no vaya y sea el diablo, como se dice en el argot popular, que se desarme a quienes tengan armas para defenderse y las mantengan quienes las utilizan para sembrar la inseguridad, los atracos, los robos, los secuestros, etc. Pondrán a prueba todo lo que predican. En el caso del alcalde Petro, hay que abrirle un compás de espera: son cuatro años en los cuales podrá desempeñarse. A juzgar por los nombramientos del grupo de personas que lo acompañarán, podemos pensar que son idóneas, bien calificadas y estudiadas. Ojalá en sus mentes no tengan ideas diferentes a las de procurar el bien común. Navarro Wolf, Ingeniero Sanitario, suplirá las deficiencias en materia administrativa que acusa el nuevo Alcalde, pues en los cargos públicos que ha desempeñado lo ha hecho bien. Desde esta columna conservadora le deseamos éxitos al nuevo Alcalde.